La Misa comenzó a las 19.30 (hora de Roma) con el tradicional canto de las calendas, que es la recapitulación de la espera universal por el nacimiento del Salvador. Al término de la entonación, el Santo Padre descubrió la imagen del Niño Jesús que se encuentra frente al altar, iniciando el tiempo de Navidad.

En su homilía, el papa Francisco recordó que la señal que dio el ángel a los pastores fue que encontrarían a un niño envuelto en pañales, en un pesebre.

"Eso es todo: un niño en la dura pobreza de un pesebre. No hay más luces, ni resplandores, ni coros de ángeles. Sólo un niño. Nada más, como había preanunciado Isaías: ‘Un niño nos ha nacido’".

Esto, indicó, contrasta con la grandeza del emperador César Augusto que había ordenado un censo en todo el Imperio romano.

"Allí está Dios, en la pequeñez. Y este es el mensaje: Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la pequeñez", que fue el camino elegido para llegar a los hombres, salvarlos y reconducirlos "hacia lo que es realmente importante".

Ternura y pequeñez interior para recibir al Señor. En ese sentido, el pontífice invitó a los fieles a mirar el pesebre e ir más allá de los adornos y las luces, y contemplar a Dios en su pequeñez; porque "Él, que hizo el sol, necesita ser arropado".

"El Creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo se invierte: Dios viene al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez", afirmó.

"Preguntémonos, ¿sabemos acoger este camino de Dios? Es el desafío de Navidad: Dios se revela, pero los hombres no lo entienden. Él se hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos buscando la grandeza según el mundo, quizá incluso en nombre suyo. Jesús nace para servir y nosotros pasamos los años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez interior", expresó.

Francisco dijo que "esto es lo que podemos pedir a Jesús para Navidad: la gracia de la pequeñez", y explicó que acoger la pequeñez quiere decir creer que Dios quiere "habitar las realidades cotidianas" y realizar cosas extraordinarias; porque, si Jesús "está ahí con nosotros, ¿qué nos falta? Entonces, dejemos atrás los lamentos por la grandeza que no tenemos. Renunciemos a las quejas y a las caras largas, a la ambición que deja insatisfechos".

"Esta noche te dice: ‘Te amo tal como eres. Tu pequeñez no me asusta, tus fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti. Para ser tu Dios me convertí en tu hermano. Hermano amado, hermana amada, no me tengas miedo, vuelve a encontrar tu grandeza en mí. Estoy aquí para ti y sólo te pido que confíes en mí y me abras el corazón’", aseguró.

El papa Francisco también recordó que al nacer, Jesús está rodeado de los pastores, que son los pequeños y pobres. Indicó que ellos "estaban allí para trabajar, porque eran pobres y su vida no tenía horarios, sino que dependía de los rebaños. No podían vivir como y donde querían, sino que se regían en base a las exigencias de las ovejas que cuidaban. Y Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las periferias. Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba". Agencia AICA