La temperatura del agua marca que está por debajo de los 10°C, mientras tanto la juvenil deportista se coloca el traje de neoprene y se unta vaselina en caras, manos y pies.

La familia Garay tiene como visita casi obligada, en cualquier ocasión que el clima lo permita, llegar hasta el arroyo Salado, porque allí Ailín es feliz. Son aproximadamente 350 metros que distancian el puente de la ruta provincial 86 con la botera y la deportista completará el recorrido en cuatro ocasiones: más de 30 minutos en el agua que no permite descuidos, no por la profundidad del arroyo sino por la baja temperatura.

La chica sonríe y, a pesar de que el frío "quema", camina hasta el lecho y rápidamente se zambulle. Con un ritmo constante recorre el trayecto hasta llegar al piletón del balneario. Quienes están a las orillas la ven pasar extrañados, incluso hasta los perros parecen custodiar a Ailín.

Ella se entrena y está feliz. Sabe que en el corto tiempo no tiene competencia, pero igual hay que mantenerse.

"Es complicado entrenar por más que no haya carreras habilitadas, pero lo hago porque no es lo mismo que hacer gimnasio", confiesa.

"Es distinto a practicar en la pileta, porque ahí lo puedo hacer todos los días, y al aire libre dependo de cuánto frío haga y cómo esté el viento y el sol", ahonda Ailín ya bien abrigada mientras siguen bajando los grados.

"Antes notaba más el frío, pero después de un tiempo el cuerpo se acostumbra. Antes tenía que ir de a poco metiéndome para evitar la diferencia de temperatura, pero ahora ya me zambullo de una. Cuando vas nadando, el cuerpo se va adaptando a la temperatura y no molesta tanto", explica.

"El traje permite que pase un poco de agua y al principio el cuerpo se mantiene caliente, pero en un momento se equipara. Cada tanto tengo que parar y mover las manos, porque el frío te endurece. Con el traje, al estar en constante movimiento, no se siente, salvo en las partes que quedan expuestas como la cara y las manos... hay que aguantársela, no queda otra", dice con una sonrisa sobre cómo se comporta el cuerpo ante las bajas temperaturas.

Ya con la experiencia acumulada Ailín sabe que debe estar atenta al posible entumecimiento de las extremidades; también a cómo responde la cabeza.

"Si no sentís las manos ni los pies es señal de que tenés que salir, porque ya el cuerpo no trabaja como debe. El doble gorro es porque la cabeza es muy sensible y lo primero que te ataca el frío es esa parte; al dolerte la cabeza es preocupante, porque te podés marear y desorientar", comenta la nadadora.

"Cuando te metés al agua fría, la piel se vuelve más sensible y la vaselina se usa para que cuando raspa el traje no te empiece a lastimar. En la cara me la pongo por el frío, porque constantemente va chocando con el agua, el sol y el viento", describe.

Apenas sale del agua Ailín se cambia de ropa y se abriga bien. Por encima de todo usa una salida de baño con la leyenda de la NAF. La chica de La Madrid es una habitúe de las competencias de agua fría y se ilusiona con la posibilidad de volver a competir (N. de R.: la última prueba fue el pasado 1 de mayo en Las Grutas, Río Negro y en junio tenía previsto participar del Cruce del Río Negro, en Viedma, pero la pandemia complicó cualquier plan futuro).

"Cuando salís del agua hay que abrigarse muy bien y que el cuerpo se mantenga caliente. Después de una o dos horas te podés bañar, porque si lo haces en menos tiempo, como me ocurrió, te podés quemar porque no te das cuenta de que la usás muy caliente y te terminás lastimando. También hay que tomar bebidas calientes y tener cuidado con la comida", cuenta sobre cómo es el después de cada práctica.

Sabiendo que la competencia no se le dará en el corto plazo, Ailín sigue entrenándose. "Además de venir a nadar al balneario y cuando se abre la pileta, voy al Polideportivo, donde hago complemento con gimnasio, camino y hago bicicleta, pero no es lo mismo que el agua", describe.

"La rutina en seco es distinta al agua. No es lo mismo levantar las pesas que hacer las brazadas. Intento venir tres veces a la semana, porque tampoco es bueno estar constantemente nadar con el frío", concluye Ailín Garay, que sueña con volver a la competencia. Un ejemplo de pasión y querer superarse.