La escuela cuenta con una matrícula de 35 alumnos y gracias a las gestiones de los propios maestros se han conseguido computadoras y celulares para que los chicos cuenten con esa herramienta en sus casas.

Pero aun con la presencialidad moderada debieron adaptarse "y ahí apareció el equipo docente, que es espectacular", sintetizó Guitlein.

En el caso de los proyectos de huerta "antes se hacía de manera colaborativa, que para nosotros es fundamental, y ahora la preparación de los almácigos u otras tareas se hacen de manera individual. Cada alumno se encarga de cuidar sus propias plantas y la idea es que lo continúen en sus casas, porque el año pasado, como no tuvimos clases, las huertas se trasladaron a sus hogares y son espectaculares", reseñó.

Incluso en esa "mudanza" del proyecto "se apuntó a lo pedagógico -con ayuda de las familias-, con lo cual los alumnos pudieron aprender a preparar el terreno, delimitarlo y hacer las plantaciones, y hoy continúan con la huerta en sus hogares", destacó la docente.

"La idea es que todo lo que se inicie en la escuela, sean proyectos o investigaciones, lo puedan seguir en sus casas", apuntó Griselda Guitlein.

Retomando el proyecto de las huertas, la docente cuenta que en esa reinvención, las profesionales del INTA de La Madrid han jugado un rol clave sumándose a través de videos "y así los alumnos han podido seguir aprendiendo. Ellas nos mandan el material y lo proyectamos, también hacemos charlas por Zoom o Meet".

Docentes 2.0

"Nos hemos tenido que reinventar", dice la directora de la EP N° 8, Griselda Guitlein, y en ese marco cuenta que "estando en clases presenciales había mucho trabajo en equipo y ahora se tiene que hacer de manera individual".

La Escuela Primaria Nº 8, como la mayoría de las instituciones, durante las clases presenciales trabaja en las denominadas "burbujas".

"Nosotros como docentes nos reinventamos y nos reencontramos, porque es adaptarte a la virtualidad: tu casa se convierte en un salón de clases, hay que armar un pizarrón, improvisar, saber quiénes tienen accesibilidad y quiénes no", resume. Del total de alumnos con los que cuenta la institución (35), se ha logrado que 33 cuenten con acceso a la tecnología.

"Tenemos grupos de Wathsapp y nos conectamos a través de Meet. Tuvimos que cambiar respecto al año pasado y vamos conociendo nuevas herramientas", apunta.

Incluso, cuando hay clases presenciales, ha ocurrido que los propios profesores no pueden concurrir, por eso se proyectan las clases. Ahora, cuando los alumnos no están concurriendo a la escuela, en el caso de las familias que viven en el campo, se les envían videos para que los niños puedan completar los trabajos.

A diferencia del año pasado, cuando no podía haber ningún contacto con los alumnos y en el caso de los que no contaban con herramientas digitales se les entregaban material escrito (cuadernillos de la DGCyE), ahora se implementó que aquellos que no cuentan con ellas pueden ir a la institución y tener contacto al menos por unos minutos a diario.

En ese sentido, la docente recalca el compromiso de las familias y también de las autoridades educativas de La Madrid, ya que "ante cada necesidad tenemos una respuesta inmediata".

"Tenemos las clases en todas las materias, incluso música y educación física", sintetiza Griselda Guitlein, que se muestra orgullosa del equipo docente que le toca dirigir.

"Todos los días tenemos que buscar nuevas estrategias para poder llegar, pero nada reemplaza a la presencialidad", sostiene la directora. "Lo que se valora es el encuentro cara a cara con los alumnos. La particularidad de la escuela es que se puede atender cada particularidad de los chicos y hoy, desde la virtualidad, es casi imposible porque en el salón estamos todos en el mismo espacio y nos podemos acercar y trabajar de manera individual. Ahora, aunque los podés tener a todos en el mismo momento, están en sus casas donde hay otras personas", subraya.

"En la escuela los tenemos mano a mano y saber qué logran. En casa a veces escuchamos a la mamá, al papá o al abuelo que les está dictando", ahonda.

"Se ha perdido la espontaneidad que hay en el salón, porque desde casa siempre hay un adulto que los acompaña. Hay que hacerse amigo de la tecnología y ver también que el único celular que hay en la casa se comparte con los hermanos. Tenemos que aceptar que no queda otra vía que la virtualidad, así que hay que hay que amigarse", recalca.

"Se extrañan un montón de cosas: el cara a cara, la risa, la espontaneidad, la repregunta... un montón de cosas que se pierden. Estamos adaptando los contenidos y trabajando con el currículum prioritario. En el aula. el docente hace que las cosas pasen desapercibidas. pero en la virtualidad cuesta más que los alumnos se sientan entusiasmados y con ganas de estar. Nuestra forma de trabajo en la escuela es que los proyectos surgen de ellos, y sus inquietudes y hoy no se pueden concretar. Se extraña el día a día, pero sabemos que no nos queda otra", cierra Griselda Guitlein.