"La radio para mí es todo: es mi familia, mi sustento, es mi vida. La valoro más porque es un invento argentino", señala de reconocido locutor lamatritense.

El origen de la radiofonía se remonta a 1920. Desde la terraza del Teatro Coliseo se presentó la ópera "Parsifal" de Ricardo Wagner. Eran las nueve de la noche de aquel 27 de agosto. Esa primera transmisión en el país sería escuchada por menos de 100 personas.

Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica desde ese día fueron conocidos como "los locos de la azotea". "Fueron verdaderos precursores. La gente supone que eran cuatro loquitos que pusieron una antena arriba del teatro Coliseo y emitieron la opera, pero la historia es mucho más profunda. Susini fue un médico e inventor, y (Albert) Einstein lo describió como un genio… la historia de la radio argentina es riquísima y por eso es tan querida", se entusiasma al hablar de los inventores del medio.

"La radio es modesta. Somos gente sencilla que no hace ostentación de nada y por eso la radio nunca va a morir aunque lo intentaron cuando llegó la tele, el cine o Internet. La radio está tranquila y va, pero siempre te alcanza", describe.

"La radio mantiene la esencia y es el medio de comunicación más modesto y el más humano que hay", insiste Cali Fidalgo.

A pesar de los cambios de escenarios en las telecomunicaciones la radio está más viva que nunca, ya sea a través de los canales tradicionales o el streaming. "Yo hace cinco meses que hago radio desde mi casa. Con un micrófono y un transmisor lo hacés y te escucha un montón de gente", sostiene.

Como cualquier medio, la radio incorporó variantes, algunas que gustan más y otros no tanto. "Cuando se filman los programas se pierde la magia de la radio. Para mí eso no es radio, es otra cosa… la radio no tiene imagen, la imagen te la creas vos. En mi caso creo climas aunque esté en la habitación de mi casa, me pongo una sábana para hacer acústica... Bienvenida la tecnología, yo soy una persona súper tecnológica y a veces uso un vivo en Instagram, pero para mí el programa de radio va sin cámara... aunque todas las opciones son válidas", menciona.

"La radio es un servicio esencial. Es la prioridad en los pueblos en el medio de la cordillera o en una metrópoli donde hay un paro. La radio es esencialmente un servicio, después viene el resto de los medios por eso se valora tanto en todos lados", recalca.

Y ejemplifica: "Para el oyente es más importante un locutor local que no uno de la ciudad. Uno será más reconocido que otro a nivel nacional, pero si me pongo a comparar con los que hacen radio en La Madrid seguramente son más importantes ellos que yo y eso está en la cercanía, porque lo bueno o lo malo que suceda lo va a conocer mejor por las radios de ahí que no por las de Capital Federal".

"Cali" Fidalgo hace 18 años que trabaja en "El Alargue", que se define como "el primer programa que tiene cómplices en vez de oyentes".

"La noche es el mejor y el peor horario para hacer radio: desde lo creativo y para comunicar no hay como la noche porque ahí la gente no te oye, te escucha, te presta atención minuto a minuto... Nuestro programa tiene largas charlas y por la mañana no se podrían dar porque la gente no tiene tiempo para escuchar", compara.

"Los oyentes de la noche son como fiscales. Son los más fieles, pero a la vez los más duros para criticarte. Yo arranqué el programa con 27 años y opinaba de una manera, y hoy, con casi 50 opino completamente distinto, y los oyentes te lo hacen saber a ese cambio o se acuerdan de lo que pasó hace mucho tiempo", suma.

Hace dos semanas falleció Marcelo Baffa, coconductor de Cali en "El Alargue" y el locutor lamatritense siente la ausencia. "Lo más feo que me tocó es haber perder a mi hermano del aire; éramos carne y uña, y si mirarnos ya sabíamos lo que iba a decir el otro", lo recuerda.

"Todo es lindo en la radio porque es mi pasión… yo hace cinco meses que estoy dentro de mi casa haciendo radio desde arriba de la cama con dos celulares y una aplicación que me permite conectarme a la radio y en otro momento hubiera sido imposible", indica.

La tecnología impacta. "Yo viví la época del casette en punta y ahora con una aplicación podés hacer de todo desde tu casa", resume.

Cali Fidalgo inició "casi como jugando", dice una radio digital (radiomoscu.com). "Con una tablet y un celular hacés radio desde tu casa; la tecnología le aportó muchísimo a la radio y te alivia el laburo", subraya.

"Hacer radio es muy artesanal, es un oficio y la tecnología hizo un aporte trascendental para mejorarlo. Pero la radio en su esencia sigue siendo un micrófono, un operador y un transmisor. Lo que hizo la tecnología fue hacer el laburo más rápido y sencillo, y si no existieran las herramientas yo no podría estar haciendo el programa porque desde marzo que no voy al estudio", menciona.

El reconocido locutor lamatritense recuerda con cariño la ciudad y sus inicios. "La radio viene desde chiquito en mí y creo que me decidí sin darme cuenta. Mi abuelo fabricaba radios y después me junté con gente que era amante de esto, por eso a los 5 ó 6 años sabía a lo que me iba a dedicar. Seguramente haciendo otra cosa ganaría más plata pero es lo que me gusta y donde me siento cómodo", apunta.

"Soy un hijo de La Madrid y tengo mucho adentro mío de la forma que hacíamos radio ahí. Yo estudié y me recibí de locutor, aplico ciertas técnicas pero cuando hablo lo hago como lo hacía en La Madrid", sostiene.

La radio tiene mucho de la imaginación del público. En los oyentes las ondas disparan imágenes. "La gente creía que hacía un personaje y aunque algo de eso hay la esencia soy yo y cuando muchos me conocieron se dieron cuenta de eso. Algunos me miraban como si fuera un extraterrestre, pero soy un tipo normal como cualquiera que tengo la posibilidad de hablar por micrófono", cuenta.

"La radio va a dejar de existir cuando desaparezca el ser humano. No hay otro medio más humano que la radio. La radio tiene mucho hilo en el carretel, sobre todo en la Argentina. El día que alguien ponga una bomba y desaparezcamos seguramente será la que contará el final", concluye Cali Fidalgo.