El resultado final del cotejo fue lo que menos importó: 3 a 0 en favor de los visitantes. Porque la pelota volvió a juntar a más de 30 ex combatientes y movilizados.

Antes del partido se realizó una conferencia de prensa encabezada por el intendente Martín Randazzo -que luego jugó en el equipo de La Madrid- y allí el Jefe comunal destacó que "ustedes estuvieron poniendo el pecho, el alma y el corazón por defender nuestro país" y valoró la posibilidad de "poder compartir momentos de armonía y juego, y a la vez recordar a los que dieron su vida".

Asimismo, el Jefe comunal dijo que "el mejor testimonio que podemos dar es recordar a los que no están y los que estamos en la función pública hacer de esta un servicio, tratar de dar lo que más podamos para que los jóvenes aprendan y nunca olviden, y ser los mejores funcionarios posibles".

Jorge Rinaldi, integrante del Centro de Ex Combatientes y Movilizados de La Madrid, dio la bienvenida a los visitantes y además de agradecer a la Municipalidad contó que "estuvimos en un lugar para defender a nuestro país y no nos conocimos. La paradoja de la vida es que a todos nos gusta el fútbol y la redonda hizo que nos conociéramos y pudiéramos disfrutar de un deporte y ser amigos. Eso es lo más lindo y emotivo del deporte, que nos puede juntar. También rehabilitarnos porque más allá de jugar es un cable a tierra de los veteranos".

Héctor Bravo, vicepresidente UCIM Moreno, repasó que "con Jorge (Rinaldi) y con muchos otros nos conocimos jugando a la pelota", y en ese sentido sostuvo que "el fútbol propicia estos encuentros y tenemos la fortuna de compartir a través del deporte nuestras historias a partir del derrotero que nos atraviesa cuando participamos de la gesta por la recuperación de nuestras queridas islas".

"Este tipo de encuentro permite que afloren estos sentimientos y la sensibilidad que nos convoca, la excusa es el partido de fútbol. Es la excusa para vivenciar ciertas historias, ciertas emotividades y sentirnos más cerca a pesar de la distancia", subrayó.

"Lo que nos estimula es el encuentro con el hermano de la turba porque no son hermanos de familia sino que son aquellos con los que brazo a brazo, espalda con espalda nos tocó enfrentar una parte de historia que nos marcó para toda la vida", recalcó el veterano.

Mientras que Luis Escobedo, otro veterano que además jugó al fútbol profesionalmente, apuntó que "el fútbol rompe barreras, no hay niveles de vida, somos todos iguales".

La guerra, el

fútbol y después

Tras la presentación de los visitantes, integrantes del Centro de Veteranos de Moreno, hubo un momento de charla con la prensa local y durante la misma se habló sobre cómo influenció el deporte en sus vidas tras la guerra de 1982.

En ese sentido, Luis Escobedo, que jugó en Los Andes y Vélez entre otros equipos, contó que "el fútbol fue como una terapia, algo que no pudieron sostener muchos compañeros que tomaron una drástica decisión".

"Tuve la oportunidad de jugar en Primera y compartir vestuario con personalidades del fútbol y por sobre todo grandes personas que me llevaron un poco a olvidar lo que fue la guerra y compartir el fútbol, el deporte en el cual la desigualdad se termina dentro de un campo de juego y todos somos iguales", cerró.

Por su parte, Jorge Rinaldi sostuvo que "la familia y el deporte fueron dos pilares muy importantes. Yo tuve la suerte de que cuando llegué estaba mi mamá y mi papá, y eso también es muy importante", a la vez que señaló que "lo que muchas veces los médicos no pudieron hacer, el fútbol los reemplazó e hizo que fuera por un buen camino".

"En Moreno tuvimos una experiencia reparadora a través del deporte. Quince años después de la guerra armamos un grupo de autoayuda en el Hospital y una de las actividades que pudimos desarrollar fue programar salidas reparadoras: pesca, hacer paseos y jugar al fútbol... yo dejé de jugar al fútbol a los 14 años y volví a los 37 porque Ernesto González (otro veterano que trabaja en un programa de Salud provincial) me invitó. A partir de esos encuentros comencé a hacer amistades y agruparme porque me había vuelto antisocial por la guerra, nadie entendía qué pasaba por nuestra cabeza", comentó Héctor Bravo.