"Anita" fue diagnosticada con Sacroilitis o artritis idiopática juvenil. La causa de la AIJ se desconoce. Se piensa que es una enfermedad autoinmunitaria. Esto significa que el cuerpo ataca y destruye por error el tejido corporal sano, definen los portales especializados.

"Empecé con dolores en mayo del 2019 y tenía un torneo de gimnasia artística en Bahía Blanca", rememora la protagonista.

"Mis papás decidieron llevarme a La Plata porque me dolía mucho; allá me atendió el Doctor Claudio Fernández que me hizo varios estudios: centellogramas y resonancias para ver qué podía ser porque pensaron que podía ser un tumor que fue descartado. El me derivó a una reumatóloga infantil, Mariana Fabi, que es con quien estoy ahora, me hizo varios estudios y me derivó a una infectóloga para descartar, después de varios estudios descubrieron que es Sacroilitis", comenta.

La familia agradece a "Fofi" Poggioli, un profesional lamatritense radicado en la capital bonaerense que fue quien hizo el contacto con los médicos que actualmente atienden a Ana.

"Es como si fuera un desgaste del hueso en la quinta vértebra lumbar, en el Sacro, y es lo que me produce el dolor", describe con precisión la adolescente.

En ese momento a Ana le recomendaron dejar de practicar disciplinas de impacto "y la gimnasia tiene mucho de eso así que tuve que dejar", cuenta. Pero afortunadamente es una apasionada de los deportes y ya venía ejercitándose en natación por lo que pudo intensificar los entrenamientos e incluso compitió en los Juegos Bonaerenses y en ADASBA este año.

"Me recomendaron que hiciera natación así que arranqué a full", dice y se descubre una sonrisa.

"Yo iba todos los veranos a la colonia y seguí con el entrenamiento en el año. Pude empezar a viajar y a competir; es más fuerte el entrenamiento pero más lindo", sostiene la deportista de tan solo 13 años.

También juega al Hockey aunque le habían recomendado de que no lo hiciera. "Le explicamos a la Doctora que no tiene el mismo roce que en otros lugares donde es más fuerte. No puedo hacer mucho por la postura pero le dije que sí iba a hacer y que el dolor me lo iba a aguantar, que no pasaba nada porque era lo único que podía hacer", cuenta y vuelve a sonreír.

La historia de "Anita" Zanga tiene otra página emotiva. Desde marzo comenzó con las aplicaciones de una medicación "que es como la insulina", compara.

"Me inyecto cada dos semanas y lo que hace es como recubrir el hueso para que no se siga desgastando", comenta.

"Al principio una enfermera me ayudada y después arranqué yo sola", detalla.

"La enfermedad no tiene cura en realidad, lo único que se puede hacer es encapsular el hueso para que no se siga rompiendo. Este tratamiento lo puedo tener por 2 años o para toda la vida, igual se puede extender o achicar la aplicación", recalca.

La protagonista se autodefine como "muy reservada". "Eran como las 5 de la mañana y se me ocurrió escribir el posteo y a los días se los conté a mis papás porque soy muy cerrada y no me gusta contar mucho. Ellos lo escucharon y se emocionaron, y me dijeron que lo podía subir Instagram y le agregué el video cuando me inyecto", cuenta sobre cómo decidió dar a conocer su historia que rápidamente se viralizó en las redes sociales.

"Mucha gente no sabía de mi enfermedad y se sorprendieron porque nunca hablaba de lo que me pasa. Me dieron mucho apoyo, me sentí muy acompañada y es muy lindo", apunta la joven lamatritense.

"Todo pasa por la cabeza. Sino lo tratás te hace mal", sostiene con firmeza Ana Zanga sobre las decisiones que toma aún a pesar de las recomendaciones de los médicos.

"El deporte me encanta. Salir a correr, la natación… es ir a competir con tus compañeros, es lo mejor que hay. En el deporte encuentro compañerismo, me encanta. Me suelto y me hace olvidar de todo esto, me suelto", concluye Anita.