"Me encontré con mucha gente que ya conocía y a mí me encanta socializar, así que también, cuidándonos, pudimos hablar de cómo vivimos el año", relató.

Por primera vez en su carrera Ailín nadó de noche así que fue una experiencia distinta. "Estaba nerviosa porque no sabía cómo era, si había luces o cómo se iluminaba el recorrido. Antes de entrar al agua nos dieron pulseras con luces fluorescentes y nos ataron una boya que tenía luces de colores", explicó.

La carrera se largó con la puesta del sol y la oscuridad ganaba la laguna. "Parecíamos luciérnagas en el agua", sintetizó sobre la imagen que retuvo de la largada.

Garay completó la distancia de 1.500 metros. "Se largó a la par de la orilla y en las puntas había reflectores para orientarnos. Entré con el primer grupo y mientras nadabas veías la luna, así que cada vez que sacaba la cabeza para ver la tenía de frente y también las estrellas", repasó.

"Estoy emocionada porque pude volver a salir, a competir, porque estaba mi familia. Volvió el momento de los nervios del viaje, llegar y visualizar el lugar... ver la gente. Aunque era una travesía, estaba renerviosa. Cuando llegamos me metí a probar el agua y estaba calentita, así que ahí se me fueron pasando los nervios", mencionó la juvenil nadadora sobre cómo fueron los instantes previos a la largada.

"Para ir a la largada se bajaba por una escalera. La laguna no es muy profunda, así que podías hacer pie. Se cruzaba en diagonal desde la largada hasta uno de los reflectores y de ahí un trayecto recto hasta el otro para volver a la entrada. Con la antiparra y los reflectores por ahí te costaba orientarte; hubo un momento que todos nos perdimos, así que paramos y corregimos el rumbo, además estábamos acompañados por kayacs", repasó sobre cómo fue la travesía en sí que le demandó unos 20 minutos en el agua.

"Seguía las luces de los otros competidores. Además, al haber un reflector al ras del agua, te lo fijás como punto de referencia y así no te perdés. Al ser el entorno oscuro y ver las pulseras de los demás, en el momento de hacer la brazada me mareaba un poco, pero no fue complicado", reveló sobre cómo la afectó la falta de luz.

"En todo momento me iba riendo, volver a nadar me puso muy feliz. Me sentí muy bien. Fue recordar lo que pasó en 2019 con las competencias de aguas abiertas: la salida después de la carrera, intercambiar opiniones con el resto... la trama que hay detrás, que va más allá de la carrera, ver lo que hiciste bien y lo que hay que corregir", indicó.

"Aunque estoy acostumbrada a nadar más distancia y hacía mucho tiempo que no nadaba en aguas abiertas, me sentí bien. No tengo la misma resistencia que en 2019 por la falta de competencias, pero salí bien, sin cansarme. Lo pude disfrutar y eso es lo más importante", resumió.

De vuelta

a "su" mundo

"Me quedé con ganas de nadar más", dijo Ailín Garay con la alegría de ver que después de mucho tiempo pudo volver a "su" lugar en el mundo.

La juvenil nadadora lamatritense espera con ansias una nueva competencia, aunque sabe que por la situación epidemiológica por el coronavirus este 2021 tampoco tendrá muchas chances de estar en el agua. De hecho, tenía previsto participar en una nueva edición a la "Vuelta a la Huemul", pero no pudo ser de la partida.

"La mayoría de las carreras de aguas abiertas son fuera de Buenos Aires e implica otras cuestiones, y es medio complicado", razonó.

"Hay un protocolo muy estricto. Sí o sí teníamos que estar con cubrebocas hasta antes de la largada, usar alcohol y la distancia social. Fueron cosas que nos remarcaron todo el tiempo. Toda la gente lo respetó y eso te da tranquilidad.

"Lo más importante fue volver a nadar. Fue volver a disfrutar y sentirme bien adentro del agua", concluyó Ailín Garay.