"Es un orgullo poder servir y darle una mano a toda nuestra gente"
El piloto de Aerolíneas Argentina con raíces lamatritenses viajó a Rusia a buscar las vacunas. Contó cómo fue la experiencia y su pasión por los aviones.
El Airbus 330-200, matrícula LV-GIF, tocó tierra con 240 mil dosis de la vacuna desarrollada por el Centro Gamaleya de Rusia, de las cuales 220 mil tienen como destino a Argentina y las 20 mil restantes fueron derivadas a Bolivia, hacia donde las trasladó un avión de la empresa Boliviana de Aviación que partió de Ezeiza a las 15.12 con destino a La Paz.
"Hijo de nuestro pueblo, orgullo de la familia. Hoy nos trajo las vacunas de Rusia junto a un gran equipo, vamos por más", escribieron sus familiares a través de las redes sociales.
"Un orgullo"
Fernández Formigo no solo viajó a Rusia a buscar las vacunas, previamente participó de las operaciones para traer a la Argentina insumos médicos desde China.
"Los viajes se adjudican según la cantidad de horas de vuelo, actividad reciente y la programación. El año pasado hice cuatro vuelos a China e incluso en uno de ellos dimos la vuelta al mundo", repasa.
"En tres vuelos viajamos hasta Nueva Zelanda donde se cargaba el combustible para completar el viaje, costaba llegar por los vuelos en contra; en el momento que se flexibilizaron los vuelos fuimos hasta Madrid para repostar y de ahí llegábamos a China donde se cargaban los insumos, y volvimos por Nueva Zelanda para volver a la Argentina; concretamos la vuelta al mundo en tres días", detalla el experimentado piloto.
En el que hizo para ir hasta Rusia, Fernández Formigo y sus compañeros integraron cinco parejas de pilotos y copilotos. Fueron 16 horas de viaje, 5 en las que se completó la carga y casi 18 de regreso", repasa sobre el itinerario. En ese tiempo los aviadores se turnan para descansar.
"Las vacunas vienen con un gel congelado que mantienen la temperatura adecuada hasta llegar a la Argentina", menciona.
"Es una experiencia hermosa y distinta. Los vuelos que regularmente hago son con pasajeros y tienen otra actividad. En este caso son operaciones especiales y la ANAC nos autorizó a llevar más tripulantes para cumplir con el operativo", dice.
"Yo tengo pasión por la vocación de servicio; siempre me gustaron los aviones comerciales y llevar personas además de carga. Este es un caso especial y me siento orgulloso porque estoy trayendo las vacunas y utilidades para la gente, para el bien. Sé que estoy aportando algo a la salud de toda la gente de la Argentina", sostiene y se emociona Horacio Fernández Formigo.
Desde el cielo
Horacio Fernández Formigo es un apasionado de la aviación desde muy pequeño, amor que heredó de su madre Vilma que fue patrona de la Virgen de Loreto en el aeródromo de General La Madrid. "Ella fue la que me regaló libros de aviación y la que me entusiasmó a volar", la recuerda.
"Quiero mucho a La Madrid porque viven mis abuelos, mis tíos y mis primos".
Horacio Fernández Formigo completó la educación secundaria en el Palomar donde se recibió de Técnico Aeronáutico. Estudió para ser piloto y desde 1980 forma parte de Aerolíneas Argentina; ha volado en todos los aviones que utilizó la aerolínea de bandera, primero como ingeniero posteriormente como copiloto hasta llegar a ser comandante.
"Tengo en mi haber casi 24 mil horas de vuelo", resume y eso le permitió conocer los distintos puntos del planeta. "Soy un apasionado de los viajes", suma.
"No se puede describir con palabras lo que se ve desde una avión. Volás a 12 mil metros de altura y ves las ciudades del mundo, la curvatura de la tierra, los amaneceres y las puestas del sol que son increíbles… se disfruta mucho y te sentís como un Dios", apunta.
En algún momento Horacio Fernández Formigo cubrió los vuelos de cabotaje en la ruta Bahía Blanca que pasaba por la rotonda de La Madrid.
"Pedí a control si me podía desviar un poco para pasar por la vertical de la ciudad y la llamaba a mis primas para decirle que iba a volar por encima de La Madrid, ellas avisaban por la radio y contaban que iba a pasar prendiendo y apagando las luces. La primera vez que lo hice, mi tío Horacio prendió un reflector y me hizo señas; eso me dio la idea de pasar más bajo y los que sabían prendían las luces para saludarme", rememora y agrega: "una vez viajé con un copiloto nuevo y le contó, pero no me creyó hasta que lo vio, se quedó sorprendido".
"Disfruté mucho esos momentos como poder viajar con mi avioncito hasta el aeroclub de La Madrid, es muy emocionante", concluye Horacio Fernández Formigo.