Indumentaria deportiva, sport o para alguna salida especial, ropa interior, trajes de baño, ojotas, toallones, algunas mochilas y accesorios integran la oferta de este espacioso local, que el "Chino" hizo levantar hace ya varios años, aunque sin imaginarle este destino.

En realidad, Benítez se asume "vendedor ambulante". Así comenzó hace ya 20 años, recorriendo las diferentes rutas que lo llevaban a 250 kilómetros a la redonda de esta ciudad que lo vio nacer. Con bolsos a cuesta y timbreando, el Chino construyó vínculos con tal o cual familia a la que periódicamente vistaba en su propio domicilio. "Lo hacía con mucho gusto y era un verdadero desafío convencer a los clientes" respecto de una transacción casera.

Dice y repite que se pensaba "vendedor ambulante" para toda la vida. Sin embargo, un día adquirió terreno, tuvo local propio y lo alquiló por algún tiempo. Después, vaya a saber por cuál trapisonda del destino, se detuvo, deshizo los bolsos y se instaló definitivamente. No perdió, claro está, sus cualidades natas de vendedor y desde el mostrador, mientras invita a la cronista con un mate dulcísimo cebado en medio pomelo, "controla" atentamente cuál cliente está atendido y quien se inquieta mientras espera, y sale en su auxilio.

LO cierto es que desde ese espacio ubicado frente al verdor que alguna vez albergó las vías del Ferrocarril Provincial, el "Chino"no se cansa de agradecer a su vasta clientela, "a la gente que me ha seguido todo estos años y me ha permitido mantenerme y crecer".