¿En La Madrid la gente opta por casarse por Iglesia o prefiere los contratos civiles? El padre Carlos Garciarena, en poco menos de un año, ha celebrado, en promedio, un casamiento al mes. Lejos están las "estadísticas" de años atrás pero para el párroco aún se apuesta al sacramento.

Según estadísticas de la Dirección Provincial de las Personas, en 2021 hubo 22 uniones civiles y 26 matrimonios y en 2020 fueron 20 y 28, respectivamente.

"Yo llegué a la parroquia el 21 de abril del año pasado y se han celebrado 8 casamientos. Algunos apuntan al matrimonio, otros no. Desde el punto estadístico la gran mayoría opta por conformar una pareja, ni civil ni casamiento religioso, otros prefieren el matrimonio civil y un porcentaje menor opta por el matrimonio por Iglesia", cuenta Carlos Garciarena.

Quienes optan por casarse por Iglesia "lo hacen por el espíritu de fe", resume el Padre Garciarena.

"La gente hace una opción por el casamiento religioso después de haber convivido cierta cantidad de tiempo. Muchos me dicen que lo hacen por respeto porque sabemos que el casamiento por Iglesia es para toda la vida por eso antes han 'probado' si realmente podían convivir. Por respeto al sacramento del matrimonio han diferido el casamiento y cuando han estado seguros han dado el sí", comenta luego.

Antiguamente quienes se casaban lo hacían por tradición familiar: lo habían hecho los abuelos y los padres. Ahora "lo hacen por una opción personal", sostiene el presbítero.

"Mucha gente tiene mucho respeto por lo religioso y lo hace movido por la fe", repite el padre Garciarena. "Hay un sentido religioso que aflora… El matrimonio no es un sacramento que se celebra en la cantidad que ocurría hace muchos años pero todavía la gente se quiere casar", recalca.

Garciarena ejemplifica con su experiencia pastoral. "Yo tengo 39 años como sacerdote, cuando recién me ordené, que fue en 1982, mi primer destino fue la Parroquia de Saladillo y era muy común que los sábado tuviéramos por lo menos dos matrimonios y he celebrado tres y hasta cuatro… Eso desapareció", repasa.

Y luego explica que "durante muchísimos años había una cultura religiosa que se ha ido diluyendo".

"Esto es como el oleaje del mar: está la pleamar y la bajamar, son movimientos contrarios continuos; en la historia del cristianismo hay momentos de pleamar y de bajamar; hay épocas de profundización de la fe y en otras no. El sacerdote que pensó este templo parroquial lo hizo pensando que cada domingo en la misa se iban a juntar 300 personas y hoy sólo para las grandes fiestas ocurre eso, los domingos y los sábados no. Ha disminuido la práctica, la celebración de la fe".

Esas raras comunicaciones nuevas

Con la posmodernidad "ha cambiado la relación de la sociedad con la Iglesia", admite el padre Carlos Garciarena pero aclara que "también ha cambiado con otras entidades civiles, el problema no es solo religioso".

"Hay un debilitamiento de la fe ciertamente pero hay un debilitamiento de la red social", reflexiona y recuerda que antiguamente los clubes eran el lugar de encuentro social y deportivo. "Los clubes cumplieron un rol social muy importante antiguamente y ahora eso desapareció porque la gente se vincula por el ciberespacio", menciona.

Para el párroco las nuevas formas de comunicación han hecho que la gente se vincule más pero a la vez haya menos relaciones y participación en las actividades sociales.

"El problema no es de las parroquias, ocurre en todos los ámbitos. En los clubes o quedan subcomisiones porque la gente no se quiere comprometer aunque sí te ayudan y estos lugares necesitan de esa organización. Hoy las relaciones se establecen a través del ciberespacio, al gente se encuentra allí; es un fenómeno nuevo que está exacerbado pero no sé si quedará así para el resto de la historia", cierra el padre Garciarena.