¿Juan Carlos, cómo está la profesión en cuanto a la atención de conflictos laborales?, ¿se originaron más conflictos o despidos luego de la pandemia y en medio de la crisis?

Siempre las crisis dejan conflictos. Hay conflictos retenidos por el tema de los despidos agravados, pero aun con las cláusulas de despidos se encontró la vuelta para las empresas que tuvieron que reducir sus planteles. No hubo despidos contenidos que explotaran ahora. Sí hay situaciones de crisis en empresas pero no he visto que haya aumentado la conflictividad. Habría que ver cómo está estadísticamente el Tribunal, pero las empresas han quedado con los planteles históricos y no hay nuevas incorporaciones. No veo una ola de despidos y creo que hubo crisis que impactaron más. Es raro. Es una situación que aprecio rara. Los que hacemos Derecho Laboral estamos trabajando mucho con el tema accidentes, que es un rubro que ha salido de la Justicia a los organismos administrativos pero no aprecio conflictividad más allá de la que se ve en la sociedad. Tampoco se ven grandes conflictos en la ciudad al menos aunque se dice que Olavarría ha mantenido un cierto nivel de actividad que en otros lugares no tienen, quizá haya algo de eso.

Es que cuando hay crisis, las empresas optan por despedir gente para mantener su situación económica en el futuro...

Sí, pero lo que se ve -que se ha visto en otros momentos- son impactos en materia de familia. Las crisis de estas características, y básicamente la que se dio debido a la pandemia. Quizá se sumaron cuestiones en las que ha incidido mucho más lo que son divorcios, separaciones, conflictos de materia alimentaria, aunque creo que están jugando dos tipos de crisis: la de la pandemia particularmente y las crisis económicas, que tienen su correlato en la familia. Y si bien no somos un estudio especializado en familia, por clientela o por conocidos siempre se hace y se ve el impacto. La pandemia fue una bisagra en la sociedad y creo que no mensuramos todavía su impacto, pero la crisis económica que se suma algunos perdieron el empleo. Si bien no hay tanto conflicto laboral es porque el sector más golpeado es el sector autónomo o el cuentapropista, que es el último orejón del tarro en la Argentina. Ahí no hay despidos, obviamente. Las empresas hicieron el esfuerzo para mantener el capital humano, las que pudieron mantenerse no se cayeron en la pandemia, y el impacto fue en los que viven de su propio trabajo, de su comercio. Sí hubo un impacto en la economía, pero se recuperó muy rápido. Así que creo que el gran perdedor en la pandemia y en las crisis, que se ve ante cada ajuste o ayuda del gobierno, es el que queda al margen de todo es el autónomo. Ni hablar del trabajador informal, aunque a éste no lo vemos porque no concurre a reclamar ante su empleador porque prefiere esperar a la oportunidad de que lo llamen otra vez. Pero en las empresas de Olavarría no hubo ola de despidos.

¿Y en la profesión también impactó?

Sí, impactó y mucho. En nuestra profesión dejó un bache, y ese bache fue la pandemia. Se produjo una parálisis en los tribunales aunque se fue normalizando y el 2021 fue un año en el que se puede decir que la justicia funcionó y que se adaptó a los nuevos mecanismos, pero hubo un bache de captación de clientes y de que se pospusieron muchos juicios. Es decir, la cadena de trabajo en la justicia -que de por sí es lenta- al abogado le provocó un bache, porque al abogado los frutos de su ejercicio le llegan tarde. También en materia de familia hay baches, pero es inaccesible costear un abogado. No sé si estamos caros, sino que se hizo caro para cualquiera por lo que imagino que están saturadas las defensorías por la búsqueda de abogados gratuitos. Es que a veces viene gente y no puede afrontar cuestiones tan sencillas como un divorcio, y no lo atiende la defensoría porque tiene un ingreso pero esos ingresos son tan magros que la gente no puede recurrir. Se hace una especie de pro-bono, se atiende de alguna manera, se da una mano porque se conoce al cliente, pero estamos haciendo algo que tiene que ver con lo humanitario que con lo profesional. La gente no puede pagar.

¿Los IUS se fueron muy arriba en sus valores?

Lo bueno para el abogado es que entró a regir una nueva ley de honorarios, hace unos años, que se relaciona con un valor IUS. Este es una centésima parte del sueldo de un juez. Ahí se ven las cosas en cuanto a que si bien no voy a decir que los jueces de la provincia no son los mejores pagos, ya que en la justicia federal ganan mucho más, tienen sí mecanismos de ajuste que no tienen los privados. Entonces eso hace que nuestros honorarios no mueran y como muchos aranceles están fijados en ese valor de honorarios, quizá se han hecho caros. No para un trabajo profesional. Un divorcio quizá no es caro si cuesta 200 mil pesos, pero el tema es qué significa esa cifra en los sueldos magros de mucha gente. Entonces se torna imposible. Los periodistas no son la excepción, ya que es un trabajo que estuvo tan bien y ahora no se entiende cómo un personal calificado estén con los sueldos actuales, pero evidentemente también fue uno de los sectores más golpeados.

¿Cómo sigue tu trabajo en la Caja de Previsión Social?

Muy bien. Es la caja de jubilaciones de los abogados en la provincia de Buenos Aires. Hubo elecciones hace muy poco y fui reelegido para un nuevo mandato. Accedí con una lista y fui reelecto con otra, marcando la movilidad de la profesión y el respaldo de gente por años de trabajo. Si hubo un impacto en la profesión se ve claramente en la caja, ya que de prácticamente 60 mil abogados que están en actividad se registró la mora en la integración de aportes así como la dificultad para pagar sus aportes previsionales. Antes se decía que era algo que pasaba en el Gran Buenos Aires, pero la profesión de abogado está extremadamente precarizada y hoy son muy pocos los abogados que pueden subsistir con la profesión exclusivamente. Algunos son inteligentes en promover un nuevo nicho e insertarse en otros aspectos, ya que yo les digo a los jóvenes que no esperen el trabajo clásico, esperar la sucesión o un asunto de familia, sino generar un nuevo nicho profesional que siempre existen. Porque al poco tiempo se dan cuenta que no pueden afrontar el costo de la matrículo y de sus aportes previsionales, a pesar de que la Caja en los primeros años los acompaña con aportes reducidos.

¿La pandemia también la perjudicó?

Sí, claro. La pandemia para la Caja fue un desastre porque paralizó los ingresos y pudo subsistir y pudo pagar jubilaciones porque hay un fondo con reservas, que equivale al fondo de sustentabilidad del Anses, pero siendo una caja sin subsidios estatales y sin "maquinita", que depende exclusivamente del ingreso genuino de los aportantes, se pasó la pandemia y hoy estamos en una situación de recuperación. De todas maneras, allí se ven las penurias del profesional y hoy se caracteriza en gran parte por ejercer la abogacía junto con otro trabajo. Hay mucho profesional part time. Hay muchos que intentan entrar a la Justicia y como tener una obra social es una cosa, por lo que elige entrar a trabajar en el Estado, en un municipio. Hoy, el mejor remunerado es el Estado que es algo muy distinto a otros tiempos, por lo que el sueldo más una obra social hacen que el abogado entre a trabajar en el Estado. Lo mejor sería en la Justicia, pero a veces la desesperación hace que se aseguren un ingreso digno y estable.

¿Cómo te sentís después de treinta años de actividad?

Uno se recibe no sólo para ejercer sino también para formarse, para tener otra visión de la vida, también con una dosis de romanticismo que dejamos en el camino. Pero después de treinta años a veces soy un poco pesimista con lo que es la justicia. Admiro todavía que siga intentando modificar cosas, soy un pesimista activo en ese aspecto. Es una filosofía del Derecho el pesimismo activo, ya que pese a que veo todo mal intento seguir peleando aunque cada vez bajo más la guardia y esa idea inicial de lo que significa la justicia se va modificando. Basta ver los casos de todos los días, ya que el ideal de justicia en la Argentina es algo que el tiempo la va matando. Uno intenta preservarla y con 30 años ejerciendo la profesión, pero soy cada vez más escéptico con una cultura más individualista que la pandemia la acentuó. Si hay algo que se perdió fueron las relaciones humanas, las relaciones profesionales, concurrir a tribunales, hoy vas a los colegios y están vacíos, y de ninguna manera -pese a que brindó herramientas informáticas- suplanta el contacto directo, la toma de conocimiento del juez con el caso, por lo que se hace uso y abuso de una herramienta tecnológica cuando deberíamos estar en el contacto pleno y dejar esa herramienta cuando hay una gran distancia. Yo sufro mucho ese Derecho, pero quizá eso es porque soy de una generación más antigua.