"Era buscar sobre la nada", sintetiza Mimí García sobre cómo logró encontrar a su hermana Eli, a la que creía muerta. La historia es como un ovillo que se va desenredando y que en cada tramo el dolor y la mentira dan paso al amor y la verdad. Dos hermanas y una madre que fueron separadas durante casi 60 años por culpa de otros, ahora están juntas "y nos disfrutamos", valoran.

"Empieza cuando comenzamos a buscar casi al mismo tiempo, en 2010 aproximadamente. Yo empecé buscando una hermana y ella buscando una mamá", apunta Mimí, y la frase sirve como introducción para presentar a Eli, su hermana.   

"Yo me enteré que tenía una hermana menor que yo, que había nacido y la habían dado por muerta. Empecé a averiguar y no era así. Comencé sin tener nada, con el posible dato del año que me había dado mamá, pero no sabía si la habían anotado con la fecha exacta. A ella (la mamá, Esperanza) le habían dicho que era una nena, pero no la había visto. Fue como buscar una aguja en un pajar", menciona Mimí sobre cómo inició su búsqueda.

"Siempre me habían dicho que era hija de los padres que me habían criado, hasta que una prima me empezó a contar. Ella me dijo la verdad, pero no sabía quiénes eran mis verdaderos padres ni mi origen. Me empezó a ayudar, pero la familia había hecho un pacto de silencio y nadie me decía nada. Quienes me criaron ya habían fallecido y no tenía datos", cuenta Eli en cuanto a sus motivaciones.

"Sólo había una partida de nacimiento, pero ninguno de los datos eran los correctos", agrega. Al igual que su hermana mayor debía comenzar a desandar el pasado a tientas.

"No fui adoptada, sino que me apropiaron", resume la menor de las hermanas García, y en su relato se van descubriendo que por mucho tiempo hubo engaños, silencios y complicidades.

Cada una por su lado acudió a las redes sociales para intentar lograr llegar a sus objetivos, que eran "conocer la historia" y "saber qué había pasado". "Con lo poco que sabíamos empezamos a buscar, cada una por su lado", coinciden.

Al margen de sus propias vivencias, las hermanas recomiendan a aquellos que intenten conocer sus orígenes que "todos los datos que se pueden obtener son clave: fechas, grupo sanguíneo, enfermedades prevalentes", entre otros.

La ONG Raíz Natal y buscadores sirvieron para llegar al final feliz. "Yo estaba en los mismos grupos que ella, sin saberlo. Me había hecho un Facebook con otro nombre para que acá no supiera que estaba buscando a mi hermana y resguardar a mamá", acota Mimí. "Ella buscaba en el 62 y yo en el 61, que era el año que nació", menciona luego.

"Yo me había hecho un ADN para poder compararlo con alguien que estuviera buscando", comenta Eli. "Yo tenía el ADN de mamá", replica Mimí. El estudio genético fue una de las claves para que las hermanas que se encontraran. También las redes sociales. 

"Hace tres años nos pusimos en contacto por Messenger. Ella tenía una foto de una persona embarazada y una mano le quería arrancar al bebé. Yo había tenido un problema con una persona y no estaba convencida de aceptarla, pero una amiga me convenció; entonces la acepté y menos mal que lo hice...", indica Eli y sonríe.

"Me envió el perfil genético y lo comparé con el mío, y me asusté porque había muchísimas coincidencias", alude.

"Las coincidencias no eran totales. Para que dieran justo necesitábamos el estudio paterno, pero él había fallecido y nos dijeron que había que hacerlo entre hermanas y ahí dio una compatibilidad casi total", repasa Mimí sobre cómo fue el estudio que confirmó el parentesco.

Una nueva historia    

Mientras avanzaba la relación entre las hermanas surgió la duda de "cómo y cuándo decírselo a mamá", advierte Mimí. 

"Teníamos miedo por su salud y de cómo podría reaccionar porque le habían dicho que su hija estaba muerta, aunque ella contaba que mientras estaba esperando la fecha del parto, estando sola en Buenos Aires, la partera le dijo que le iban a hacer una cesárea y que no había visto al bebé luego del nacimiento", agrega.

Gracias a la recomendación de profesionales finalmente llegó el momento de la revelación. "Pasaban los días y no se lo decía. Un domingo le conté que había encontrado a mi hermana y se larga a llorar... se desahogó pero estaba feliz. Lo que me dijo fue que sabía que Dios le había dado tanta vida por algo y que sospechaba", reseña la mayor de las García.

A su lado, Eli la observa en silencio. "Esperar era duro y difícil porque no sabía cómo podría reaccionar", acota.

El primer encuentro fue virtual, a través de una videollamada. "Nos pusimos a hablar y enseguida le dije 'hola mami', como si la conociera de toda la vida. Nos contamos algunas cosas para poner paño frío a tanto acumulado, yo no quería emocionarme ni nada y le pregunté si le gustaría que venga a verla", cuenta. Pero la vida les depararía otra sorpresa.      

"Cuando comenzó la pandemia, Eli iba a venir a conocerla en persona, pero se cerró todo. Así que pasamos esos meses entre videollamadas, llamadas y fotos, contándonos cosas", repasan las hermanas. 

Cuando se habilitaron los pases entre las ciudades, por fin las tres pudieron estar juntas. "Al principio no reaccioné", reconoce Mimí. "Yo me decía: '¡¿qué simpática?!' ", confiesa Eli. "No habíamos tenido contacto cara a cara hasta ese momento", rememoran sobre ese primer encuentro "cara a cara".

Y a partir de allí las hermanas comenzaron a construirse como tal. "Tenemos que crear el vínculo porque ninguna de las dos habíamos tenido hermanos y no sabemos cómo es. No sabemos si lo estamos haciendo bien o para la m…", concuerdan entre risas. 

"Siempre priorizo que ella disfrute a mamá, porque Dios nos va a dar tiempo a nosotras para estar juntas. Se disfrutan a full; a mami la transformó. Vamos formando el vínculo de a poco, conociéndonos", señala Mimí.

Y llegó el momento de conocer a Esperanza, la mamá. "Yo había hablado mucho con la mami y sabía sus gustos y que miraba una novela: Moisés. Entonces, cuando llegué, le pregunté por la señora de Moisés; largó todo, emocionada y me decía 'hijita, hijita'. Fue muy fuerte. Era tocarme y mirarme, me invitó a dormir a su casa. Ese momento fue eterno y no quería que terminara jamás", resume Eli.

"En el centro de mesa tiene una canasta y ahí había dejado un papel que decía 'encontré a mi hija. Mi hija está viva, se llama Eli'. Cuando me lo mostraron fue muy fuerte", cuenta como anécdota de cómo va construyendo la relación madre-hija, y otra vez la emoción gana el lugar. 

"Gracias a Dios se están disfrutando. Trato de no armar mucho el pasado porque me hace mal, trato de perdonar a los que estuvieron en esto porque si no no podés disfrutar de lo que viene", dice Mimí, y evita entrar en la parte más oscura de la historia que les tocó vivir.

Eli ya es parte de la familia y pudo acompañar a su mamá a festejar sus 94 años. "El año pasado también estuve para su cumpleaños; me presentaba a sus amigas y les decía que era su hija. Lo más maravilloso es verla bien, me llena el alma. Tengo que agradecer y mucho, porque conozco personas que han tenido encuentros y no tuvieron la relación que tengo yo. Esta es una historia muy triste y dolorosa, pero tiene un final feliz", recalca la menor de las García. 

"Los chicos tienen capacidad de resolver muchos temas de manera más simple que los adultos. Ellos enseguida me acogieron. Yo buscaba una mamá; ahora tengo una mamá, una hermana, sobrinos y sobrinos nietos. Estamos a los besos y los abrazos desde el primer día, y yo payaseo y juega mucho con ellos", menciona sobre cómo fue la relación con el resto de los integrantes de la familia.

"En La Madrid es el lugar donde debí estar toda mi vida. Cada vez que vengo me hace bien, la gente es divina", apunta. "Ser la hermana de Mimí es otra categoría, en el Facebook tengo más amigos de La Madrid que de Buenos Aires", cuenta respecto al contacto con la ciudad.

"Fue todo muy loco. Hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance y lo que no también para poder llegar a la verdad", concluye Eli. 

"Nuestra historia es de mutuo encuentro porque yo buscaba y ella también. Lo que yo valoro es que se supo la verdad, si vivía o no y saber qué había pasado", cierra Mimí García.

"Lo lindo de la historia es el final, poder llegar a reencontrarnos y saber la verdad. Saber la verdad y que la búsqueda terminó. Fue aliviador porque la búsqueda fue desgastante y no sabíamos cuál era la historia. Se siente un alivio enorme y ahora empieza otra etapa", terminan a dúo las hermanas García.