En Palermo el calor y la humedad son insoportables. El otoño se ha ido detrás de quién sabe qué y sólo queda este sol que obliga a llevar remera y nada más. La gente camina rápidamente por la avenida Santa Fe y recién ha pasado el mediodía. Camino por Thames, del lado de la sombra, para doblar en El Salvador. Unos metros más allá me asomo a la vidriera del Nuss Hotel. Rodrigo Fresán, que llegó a la Argentina para presentar su nueva novela "La parte inventada", me espera junto a la agente de prensa de la editorial. Estoy retrasado pero eso no lo incomoda. Me abraza y me invita a sentarme.

"Desde antes de leer y escribir pensé en ser escritor. Nunca hubo un plan B" dice y se corrige: "lo más parecido a un plan B era dibujar cómics pero también los escribía" dice. Una entrevista también está hecha de gestos y Fresán también responde con el cuerpo. Está tranquilo, feliz, atento a cada cosa que pasa a su alrededor mientras responde. Pide permiso y habla con su esposa por teléfono y luego con su hijo.

"Todo el mundo dice que es mi libro es más triste, más desesperado" dice sobre "La parte inventada". "Alan Pauls me decía que es como un libro bisagra pero yo no lo tengo tan claro. Lo que sí es un libro que a mí también me interesaba entre evacuar y arrojar por la borda varios temas a los que tal vez ya no vuelva nunca a referirme" asegura.

"Quiero decir, el tema de los artefactos electrónicos informáticos me parece que no tiene más sentido decir nada más que lo que dice el personaje, que no soy estrictamente yo, ni piensa lo que pienso yo, quiero aclarar eso desde el principio" manifiesta.

"Hoy decía que la carrera del escritor es como el ascenso a una cumbre. Creo que a la cumbre no llegás nunca, pero vas haciendo como paradas importantes a lo largo del camino y esta es una de las conquistas, de las escalas importantes" sostiene y apunta que "lo que me interesaba era captar la previa de un libro. Como la lava, el material, el magma de un libro".

"Nunca creí en los talleres literarios" dice y cuenta que "me han ofrecido de poner hasta 30 sillas en mi casa" a lo que se negó. "Tal vez mi propia negativa, mi propia renuencia, me convierten en alguien más deseado a la hora del taller literario y he recibido hasta ofertas bastantes tentadoras en lo material" asegura. "Yo no creo que pueda enseñar a escribir. Puedo enseñar a leer. A lo máximo que puedo llegar es a leer juntos algunos libros y comentarlos pero no desde un lugar de superioridad, todo lo contrario. Estar en una especie de horizontalidad con el lector, no del escritor como vertical y los lectores como horizontal" dice.

En "La parte inventada" cuenta "hay una cantidad de cosas que probablemente componen un 50 por ciento de las afirmaciones de El Escritor que puedo ser yo, tal vez con un volumen más bajo". "Historia Argentina" es un libro de pura trama. A mí se me ocurrían tramas y después la cosa empezó a complicarse. De complicarse para bien, creo. Me parece que más divertida. Más trabajosa pero más divertida" dice y cuenta que escribe yendo a buscar las ideas.

"Creo que el cambio definitivo se produce en ''La velocidad de las cosas'', donde las tramas son muy pequeñas pero están expandidas. Como si fuera la foto de una explosión en el momento de una explosión, están como todas las esquirlas en el aire. Esa es la sensación que tengo ahora con mis tramas" explica.

- ¿Te parece mal que digan que sos un escritor pop?

- Soy un escritor pop pero a mí no me causa mucha gracia cuando decían: "Fresán es el Borges pop". Si Borges ya es pop, ¿no? No me parece mal que me digan pop, pero Jane Austen es pop. Cuando te cuentan en detalle un baile es lo mismo que poner un concierto de rock o poner una película. Utilizar el recurso de un baile donde se conocen y se separan, eso ya es pop. Scott Fitzgerald es pop, Muraki. Todos somos pop" apunta. "Dios en la Biblia es pop y también es metaficcional".

- ¿Cómo es un día de trabajo?

- Me despierto a las 6 menos cuarto, atiendo mails, planifico un poco el día y después lo llevo a mi hijo al colegio, vuelvo y me pongo a trabajar. Trabajo hasta las 2 o 3 de la tarde. Ya a las 3 de la tarde estoy en un estado de línea plana. Sólo puedo ver esos programas de tertulias donde todos se gritan como para descansar. Escribo mucho, de todo.

- ¿Sentís que escribir es un trabajo?

- No es trabajoso, es exigente. Leer es trabajoso ya. Todavía estoy buscando un libro de Física, Anatomía, que me explique cómo es que un montón de manchitas negras o de blancas entran por los ojos, llegan al cerebro y se convierten en algo. Nadie ha conseguido explicármelo. Lo del cine puedo entenderlo, porque es una imagen; la música puedo entenderla; la decodificación de unas cositas que son como cuando se fotografían los cromosomas que se los amplían, no lo entiendo. No me parece trabajoso escribir, en el mejor sentido de la palabra, porque es trabajoso leer.

- ¿Te sentís un escritor argentino?

- Yo soy escritor y en cuanto a sentirme argentino, una de las virtudes de ser argentino es que podés vivir más o menos en todas partes. Eso es ser argentino. Yo me fui la primera vez a los 10 años o sea que tengo anticuerpos para la nostalgia muy fuertes y muy bien desarrollados.

"Estoy trabajando en dos libros. Una novela nueva un poco histórica, de tener que relacionarla con un libro mío anterior sería lo mas parecido a "Jardines de Kensington", en el sentido de que trata de un acontecimiento real" cuenta Fresán y agrega que "como todavía tengo muy pegado el tono de "La parte inventada" y no quiero que tengo ese tono la novela, estoy escribiendo como un bonus track de "La parte inventada". Quizás quede un libro que se llame "La parte reinventada" o algo por el estilo".

El raid por Buenos Aires de Rodrigo Fresán ya casi culmina, en menos de 24 horas regresa a Barcelona donde Ana y Daniel lo esperan. Nos volvemos a abrazar y espero que la próxima vez podemos sentarnos a charlar con más tiempo. De libros, seguro. Salgo del hotel y camino hacia Santa Fe con la misma sensación que la del tipo al que le permiten acariciar la zurda de Maradona y encima se lleva una camiseta firmada. Yo me llevo "Vidas de santos" con una firma que esperó 15 años.

La amistad con Andrés Calamaro y la televisión

"Somos muy amigos con Andrés Calamaro" cuenta Fresán, "me acuerdo que no dormía mucho y dejémoslo ahí" dice sobre aquellos días en que ambos surfeaban la noche de Buenos Aires. "No es que a mí me interese tanto el mundo del rock, después cuando vi ''Almost famous'', no se parecía en nada a la versión argentina. Si bien tenía unas situaciones iguales, era divertido el mundo de Calamaro, no el del rock. Andrés es un tipo muy divertido y estaba Ariel (Roth) esa época en la banda y eran como dos dandies" recuerda.

"Además les iba muy mal. Donde tocaban siempre estaba vacío o había muy poca gente. Y eso lo volvía encantador y era divertido porque todos sabíamos que íbamos hacia el fracaso".

"Después hice algunas cosas con Soda Stereo, un megaéxito, y eran como héroes de la Marvel. Eran Los Vengadores. Calamaro era como El Gran Leboswky. Jeff Bridges podría ser un gran Calamaro en el cine".

Durante un tiempo las contratapas de Página/12 fueron el cuaderno donde Rodrigo Fresán fue registrando el análisis diario de su experimento. Un investigación que tenía como fin saber si se podía vivir sin ver televisión.

"Cuando lo hice no era una cosa de ''la televisión es un ente maligno''. La televisión siempre me pareció muy interesante y le debo mucho. Fue un experimento para ver que pasaba . Me gusta mucho ver televisión" dice.

"Me gustan desde las series de jerarquía de ahora hasta los programas de chismes más espantosos. Hay pocos momentos donde puedo sentir que me desenchufo como con estos programas de tertulia donde todos se gritan al mismo tiempo y se insultan" y cuenta que mientras su esposa pasa por detrás "y los ve y se enerva, yo estoy así como que me cae un hilo de saliva por la comisura de la boca. Y sé todo. Sé todo sobre ellos. Podría dedicarme al periodismo rosa mañana".

"Después los partidos de fútbol también me relajan. Como no soy de ningún equipo ni nada es como ver gente como corriendo. Como una cosa un poco senil, ver a 22 tarados persiguiendo una cosa de cuero y cobrando millones y millones y millones de euros. Eso es lo más fascinante de todo tal vez" cuenta y agrega que le gusta mucho la serie Mad Men. "Me parece que es una locura, que está hecho por extraterrestres que están obsesionados con la década del 50'' y del 60'' ".

El cine y el video perdido

Rodrigo Fresán hizo un pequeño papel en Martín Hache como una devolución de gentilezas por parte de Aristarain. También participó junto a Alan Pauls en La Sonámbula. Aunque lo que más le preocupa es la posible aparición de un video que lo tiene como protagonista. "Hice un par de comerciales de helados y nunca se emitieron pero va a parecer. Fue antes de publicar ''Historia Argentina''" cuenta y agrega que "eso en algún momento va a salir a la superficie".

"Yo estaba vestido en plan ''After hours'', como yuppie posmoderno, como Elvis Costello cuando era joven, y me echaban helado en la mano y me maltrataban y yo lloraba" cuenta. "Estoy seguro de que en algún lugar van a aparecer, en una lata, en un video".