"El que no lo pasa, no lo sabe. El 20 de abril fui al hospital y me detectaron que tenía Covid-19. Yo venía desde el día sábado muy resfriado. Olí alcohol y vinagre para ver si tenía olfato, mordí una naranja para saber si tenía gusto. Todo estaba bien", explica Pelusa, que ya desde ese momento, ante la mínima señal de síntomas, comenzó a tomar las precauciones posibles con Nilda, su compañera de vida. De un momento a otro dejaron de compartir mate, vasos, cubiertos y objetos de higiene personal. "El sábado no abrí la peluquería porque estaba con tos. El domingo quise venir a limpiar para al día siguiente empezar a trabajar, pero seguía con tos y resfrío fuerte. Así que el lunes le digo a mi hija Paola: ‘Decile a Jorgito (Malianni) que me venga a ver, porque aparentemente agarré una insolación y estoy muy resfriado’, porque yo el viernes había andado al sol", continúa, y explica que el médico le recomendó ir al día siguiente al Hospital para hisoparse. "Fui y me dio positivo", agrega.

Todo estaba tranquilo. Pese a tener coronavirus y aislarse, Oscar lo sintió como un resfriado fuerte, no más que eso. El problema comenzó cuando Nilda, su esposa desde hace más de cuarenta años, comenzó a presentar fiebre y malestar general. También era positiva de Covid-19.

"Estuvo unos días en casa y decidieron internarla el 2 de mayo. Acá (en La Madrid) iba cada vez peor: fiebre, falta de oxígeno, la saturación mal.. Esto fue hasta el día 5, ahí ya había empeorado mucho. Entonces mi hija Adriana, que es médica en Olavarría, por medio de su jefe consiguió el traslado", relata Pelusa.

Esos momentos estuvieron marcados por mucha incertidumbre y miedo. Antes de irse, Nilda tuvo la oportunidad de saludar a parte de su familia a cinco metros de distancia. "Esos son mis amores", le dijo al chofer de la ambulancia y a una de las enfermeras que estaban acompañándola antes de emprender viaje a lo desconocido.

De esa manera, el 5 de mayo Nilda llegó al Hospital Municipal "Dr. Héctor M. Cura" de Olavarría. No había lugar en Terapia Intensiva, por lo que "hasta el día 9 estuvo en un sector de la guardia. Ella estaba muy embromada. Después de ese día la llevaron en Terapia, porque seguía muy, muy mal. El médico le dijo a mi hija: ‘Es un milagro que se salve tu madre’. Tenía los dos pulmones blancos", dice Oscar, sentado en el sillón donde cinco veces por semana, desde 1973, les corta el pelo a sus clientes.

"En Terapia le pusieron el respirador. Había noches que no se sabía si las iba a pasar, principalmente porque cuando peor se sentía era a esa hora", explica Oscar. Ahora parecen escenas de una vida lejana, pero en ese momento tanto él como sus hijas, Paola, Romina y Adriana, la pasaron muy mal, vivían en una nebulosa de dolor y angustia constante. "Ir a acostarse y pensar ¿qué pasará mañana?", agrega Pelusa.

Sin embargo, pese a todo el miedo, el 18 de mayo una buena noticia llegaría desde Olavarría: Nilda dejaba Terapia Intensiva. "La pusieron en una sala de Covid. Ella ya no tenía el virus, sino que estaba padeciendo la neumonía que le produjo", explica Oscar, que, a partir de ese momento, se turnaría con sus hijas para poder ver a Nilda y asistirla en lo que necesitara.

"Mi señora estaba lastimada en la frente, todavía tiene una cicatriz grande; la nariz, la boca y la pera negra... el talón y estaba muy flaquita, se le notaban los huesitos, los tendones", comienza Oscar. El dolor en su voz, que no ha dejado de protagonizar el relato en todo su testimonio, se acentúa ante el recuerdo de cuando la vio por primera vez luego de 18 días separados. "Cuando yo entré no podía creer lo que veía. La vi así, tan mal... yo la había contagiado. No podía creerlo, me bloqueé, no sabía qué hacer, daba vueltas en la habitación -dice Oscar, con los ojos llenos de lágrimas-. Mi hija me dijo: ‘Eran cuatro en Terapia, papá. Tres se fueron en una bolsa negra, nosotros todavía la tenemos’ ", termina. Luego de eso, el 20 de mayo Nilda pudo regresar a La Madrid y el 27 le dieron el alta. Fueron unos meses muy duros, y al día de hoy Nilda se sigue recuperando de los estragos que le dejó el Covid-19.

"Hace casi un mes que le dieron el alta y recién ayer se pudo levantar para bañarse sola. La tenían que bañar en la cama, compramos un inodoro portátil porque no tenía fuerzas para ir al baño -explica Oscar-; yo sé que de acá en más tengo que llevarla a un neumonólogo y a un psicólogo, y después hacerle estudios post-Covid. Por eso no puedo entender que haya gente que no se cuide", finaliza.

Nilda se convirtió en una sobreviviente. Junto con su familia -que fueron su mayor apoyo- logró superar una enfermedad que la gente, a pesar de todo, parece minimizar sobre sus efectos.

"En Olavarría le decían ‘La Guerrera’ -cuenta Oscar, orgulloso-... porque salir de dónde salió... sí, la verdad que fue un milagro".

(La entrevista fue publicada originariamente en Prensa La Madrid)