"Cuando pinto en paredes es una mezclar lo que hago habitualmente y relacionarlo con lo que me dispara el lugar. Me permito jugar un poco, improvisar, divertirme", señala.

"En esta obra en particular, ‘miro’ adentro del Complejo para ver qué pasa ahí; tiene algo de lo que pasa adentro porque este es un espacio de mucha creatividad y con tanta actividad que a uno lo mueve también", resume sobre su último trabajo.

"Inconscientemente tiene que ver con lo que pasa en el lugar y lo disfruto mucho", repite el reconocido artista.

Como se ha indicado en otras oportunidades, General La Madrid se destaca por las diversas propuestas artísticas como la música, la pintura y las danzas, por nombrar sólo algunas de esas expresiones. Para "Juanjo", mucho tiene que ver el Complejo Cultural "Juan Carlos Pacín", que "nuclea muchas actividades y disciplinas, todas relacionadas con lo creativo", dice, y valora: "cada una se nutre de la otra y se genera una bola creativa".

"Es muy lindo el ambiente que se genera y a diferencia de otros lugares acá todas conviven. Es una cosa que no pasa en otras ciudades, donde también hay muchas propuestas pero son específicas", apunta.

Otra cuestión que estima Kaufmann es que "acá nos conocemos todos y se genera esa relación más allá de compartir el espacio".

En las anteriores entregas de esta seguidilla de notas se ha destacado la pluralidad de géneros de muralistas. "Me encanta, es lo interesante del arte y la pintura porque cada uno tiene su visión y su manera de representación. Y todas son válidas. Uno puede tener más apego a un estilo, pero lo valioso es poder expresarlo. Son todas expresiones válidas y se pueden complementar", subraya.

"Juanjo" Kauffman es otro de los discípulos de Alejandra Lettieri. "Empecé con ella y con otros compañeros pintando en el Taller y, aprovechando los Torneos Bonaerenses, era la oportunidad de organizar algo y llevarlo a la práctica. Me es natural hacer los murales, aunque no me dedique de lleno; lo hago cuando surge y lo disfruto mucho", cuenta.

"No soy de ir a buscar paredes para pintar, pero cuando surge la oportunidad lo disfruto mucho", agrega. "Siempre termino entusiasmándome con la posibilidad de seguir haciéndolo, pero lo tengo que combinar con lo mío... disfruto muchísimo hacer los murales y en esa escala", confiesa.

La particularidad del muralismo es, además del tamaño, las imperfecciones y las "trampas" con las que se encuentra el artista en la pared.

"Que vayan surgiendo cosas mientras pintás y que tengas que improvisar en el instante es lo lindo del muralismo. No hay una fórmula para esto y depende del contexto: la pared, las formas, el clima, el lugar... es un desafío constante. Yo tenía en mente una idea y cuando me encontré con la pared tuve que cambiarla porque había un caño; eso me motiva y me gusta porque no solo es una cuestión de técnica y de pasaje del boceto a la pared, sino que en ese pasaje hay situaciones que te ponen incómodo", subraya.

"Lo que me motiva es más el proceso que el final, y en ese proceso es donde más disfruto porque te pone en situaciones que te hacen crecer y aprender cosas. Me encanta estar en esa incomodidad todo el tiempo y si me aburriera no lo haría", apunta más tarde.

"Uno en el taller elige el formato y el material, y vas y lo hacés. Acá hay otras cuestiones que influyen: el clima y la pintura", compara.

"Me permito equivocarme y me gusta. Me ayuda a aprender y ver qué pasa, entonces estoy súper abierto a lo que va pasando en el proceso", sostiene el reconocido artista lamatritense radicado en La Plata.

"Antes tenía otra visión de las obras al aire libre. Es parte de lo lindo del muralismo: ya no es parte mío. Un mural o un cuadro no es mío materialmente porque no lo tengo yo en mi casa pero la imagen va a ser siempre mía; me gusta que pase porque a uno le gusta que se difunda y lo pueda ver la mayor cantidad de gente. Es parte de esto desprenderse. Que venga alguien y lo tape con otra expresión y se genere ese movimiento; prefiero eso a que sea algo estático y se muera desgastado", menciona.

"Prefiero que venga otro y lo tape, con respeto. Cuando empiece a desgastarse y el tiempo haga lo suyo me parece bien que se haga. Acá es súper respetado el arte callejero, cosa que no pasa en otras ciudades donde uno ya sabe que alguien va a venir y lo va a tapar. Incluso hay diálogos y códigos entre graffiteros y siempre suma", cierra "Juanjo".