FERNANDO MELIGENI es argentino. Nació en Belgrano pero, de chiquito, se mudó con su familia a San Pablo, donde aprendió a jugar al tenis. De juvenil ya era un prodigio: ganó el Orange Bowl y llegó a ser el número tres del mundo en juniors. 

Ya en profesionales siempre representó a Brasil y llegó a ser el número 25 del ranking ATP en la temporada 1999, año en el que alcanzó las semifinales de Roland Garros.

Después del contundente triunfo del equipo argentino de la Copa Davis ante Lituania (4-0), el brasileño de fuertes raíces albicelestes decidió publicar un posteo que hizo ruido. 

Campeón en tres torneos de nivel ATP en singles, el ex jugador de 52 años ensayó un profundo análisis en sus redes sociales en el que destacó, por sobre todas las cosas, el amor propio de los tenistas argentinos.

Se refirió, por caso, a la "rabia interna" que tienen los argentinos para superar los problemas de infraestructura y la escasez de posibilidades para llegar lejos, tanto en términos económicos como geográficos -Argentina está lejos de Europa y Estados Unidos, los puntos fuertes del tenis internacional-.

El mensaje completo

La fuerza mental, física y emocional de un argentino es innegable. Ellos favorecen el hábito y la intolerancia de no aceptar la derrota y ser mirados con desconfianza.

La fuerza de un argentino proviene de la rabia interna, del poder de “odiar” a su oponente mientras la pelota está rodando, mientras todavía hay una oportunidad. Su persistencia viene de la escasez de recursos y oportunidades. Su dedicación por el amor de representar a su país, sin importar el aspecto del país. La adversidad para la Argentina es vista como una oportunidad y no como victimismo.

¿Cómo derrotamos o competimos contra ellos en igualdad de condiciones? Lo primero es la letra inicial. Saben que son más fuertes que nosotros en términos de garra y actitud en general. Así que necesitan ver en nuestras caras que no tenemos miedo y que también estamos decididos a ganar. Cabeza alta y enfrentando la determinación de la victoria, pero sin arrogancia, buen estilo “sangre en los ojos”.

Tal “arrogancia” convierte un enfrentamiento en una guerra y un punto en una batalla.

En el juego nunca entrarán en conflicto. La ira es alimento para ellos. Mantén el ánimo alto, la confianza y evita la provocación. Si tratan de provocar, no caigan en la trampa. Date la vuelta y sigue jugando. Grita, celebra e ignora la provocación. La fuerza interior es un combustible que se activa fácilmente.

En última instancia, vencer a un argentino es uno de los mayores desafíos en la vida. Así que nunca te relajes, no importa cuál sea el resultado. No creo que hayan perdido la fuerza. Agárrate fuerte hasta el apretón de manos al final del partido.

Cuando terminas nunca te olvides de respetar. Respetan mucho a los brasileños. Pueden odiar durante el juego y hacer del juego dentro de las cuatro líneas una verdadera película de terror. Pero, como los brasileños, son un pueblo increíble y merecen todo nuestro respeto.

En el juego son rivales; en la vida son hermanos.

Texto original, con el máximo respeto a ambas partes. Basado en la experiencia de haber enfrentado los desafíos más difíciles contra el gran tenis argentino y haber tenido duelos nerviosos y provocativos. Mantengo grandes amigos hoy y sigo siendo argentino por nacimiento y brasileño por elección.

La publicación de Meligeni

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