"Todavía no caigo porque es todo muy reciente"
El juvenil basquetbolista de General La Madrid, Juan Cruz Ramayo, fue confirmado hace pocos días como jugador de San Lorenzo de Almagro, el multicampeón de la Liga Nacional de Básquet. Surgido en Racing ya estuvo en la banca en el inicio del "Súper 20". El deportista habló de su llegada al equipo de Boedo y cómo la luchó para alcanzar la elite de este deporte.
El base/escolta de 19 años nació deportivamente en la Academia lamatritense y tuvo pasos por Estudiantes y Racing de Olavarría.
Ahora le tocó dar el salto al máximo nivel de la Argentina. "Hice una prueba en Ferro, pero no se dio. Hice algunas pruebas más, pero nada me terminaba de convencer. Después, por un amigo, Leandro Cerminato, tuve la oportunidad de venir a San Lorenzo y quedé; estuve entrenando con la Liga de Desarrollo y nos dijeron que iban a subir a algunos al plantel superior, por suerte me fue bien y ahora arrancamos", cuenta sobre su llegada al "Cuervo".
"Estoy chocho. Estoy disfrutando mucho", resume sobre su presente, y no se olvida del sacrificio que hizo para alcanzar su logro.
"Hay mucho trabajo. Son las horas invisibles las que hacen la diferencia", sentencia, y agrega que "cuando llegué acá sabía que tenía que cambiar mucho de mí. Por suerte mi familia me apoyó mucho y es un factor muy importante".
"Hay que entrenar mucho y ser cabeza dura", dice. El juvenil sabe de sacrificios y sostiene: "Yo me podría haber quedado con el hecho de no haber entrado en Ferro, pero seguí buscando e insistí. También hay algo de suerte por la situación en la que está el club". "Ahora hay que disfrutar... yo estoy feliz", se anima.
Ramayo fue uno de los convocados por Alvaro Castiñeira para el debut de San Lorenzo ante Boca y, aunque no entró y su equipo perdió, el lamatritense confiesa que "todavía no caigo porque es todo muy reciente. Es todo felicidad porque cuando me avisaron que quedé en el plantel, recordé lo mal que lo pasé en algunos momentos. Fue casi como un desahogo personal porque trabajé muy duro, quería esto y no quiero arrugar".
"Estoy con ganas de más. Sé que tengo que bajar las expectativas, me tengo que mostrar de a poco y sumar minutos en mi categoría. Es todo un proceso, y sé que a veces no me tocará jugar y, cuando lo haga, serán pocos minutos. Pero vivir la experiencia del día a día es impresionante", apunta.
"Es difícil no darse cuenta lo que pasa alrededor. Justo se dio que era la vuelta del público y estaba casi completo. Lo que más me quedó es la gente y los gritos porque ni deben saber ni de dónde vengo, pero yo estaba chocho", indica.
"Pude disfrutarlo, pero estoy por algo y no puedo perder el foco", dice sobre cómo afrontó los nervios.
"Me hubiera gustado que estuvieran mis viejos, pero sí estuvo mi hermana y un amigo. Antes del partido me lo había tomado tranquilo, intentando asimilar las cosas, pero cuando pasaron las horas estaba más ansioso, y cuando entró la gente estaba feliz porque me encanta. Traté de estar tranquilo", agrega.
Juan Cruz Ramayo es apenas un adolescente y comparte con un plantel que está integrado por jóvenes y otros jugadores de mucha experiencia como Matías Sandes.
"Es un equipo con muchos jóvenes. San Lorenzo viene de ser cinco veces campeón y está acostumbrado a pelear siempre. Todos nos quieren ganar y nosotros tenemos que estar preparados para eso. Nos dan confianza y demostrar dónde estamos. La gente apoya y tenemos que dar al 100", dice sobre cómo lo animan sus compañeros.
Respecto a las diferencias que notó en cuanto al juego, indica que "lo primero que me llamó la atención es la velocidad con la que se toman las decisiones. Los mayores lo tienen muy asimilado y a nosotros nos cuesta un poco más".
En cuanto a la parte física, el juvenil está en un plan estricto para ganar masa muscular. "Pero me he sentido bastante bien", comenta.
La otra parte vital del deporte es la cabeza. "Es de los factores más importantes, si no es el más importante. Tenés que estar fuerte para un reto de un compañero, del entrenador, para saber que no siempre van a salir bien las cosas y tenés que levantarte siempre. Hoy estás en el cielo y mañana abajo por eso hay que estar bien. Me lo tomo más tranquilo porque por ahí me toca bajar y tengo que subir", menciona.
"Hay que trabajar duro, no perder el foco y el objetivo", remarca. "Tengo que seguir aprendiendo porque estoy en un club donde tenemos todo: en el locker está mi apellido y me pregunto dónde estoy o me dan la ropa, y de donde vengo no es normal", cuenta.