Juarros estudió en la Escuela Primaria Nº 7 y en la Secundaria N° 1. Luego, en La Plata, se formó en su carrera universitaria. En 2013 viajó a Estados Unidos a trabajar en el Banco Mundial como asistente de investigación "y en 2014 volví a la Argentina, pero seguí trabajando remotamente en el Banco Mundial; en 2015 volví un par de meses; y en Washington DC estoy instalado desde agosto de 2016, cuando empecé a estudiar un doctorado en economía en la Universidad de Georgetown", repasa.

Su familia (Juarros - Lago) está ligado históricamente a la actividad agropecuaria, pero él se inclinó por los números.

"Soy como la oveja negra", dice, y se sonríe. "Siempre se me dio muy bien por las matemáticas y más las ciencias duras que, aunque la economía no sea una como tal, usa mucho las matemáticas para tratar de entender cómo funciona la economía", cuenta.

En el secundario, Pedro tuvo influencia por dos profesoras (Claudia Wisner y Miriam Hormaechea) y decidió estudiar Contador Público, "que es la carrera que tiene salida laboral en un pueblo chico donde no tiene exposición a economista; en el primer año de la Universidad tuve esa experiencia sobre la Economía y la Contabilidad, y me fascinó, e hice el cambio", repasa.

"Dentro de Economía tiene diferentes salidas: al sector público al privado o las finanzas; a mí me interesó la cuestión académica de investigar fenómenos y tratar de decir algo con cierto detalle, y me fui interesando cómo piensa la ciencia económica, que es una herramienta fascinante para entender el mundo exterior, requiere más años. Cuando terminé mi Licenciatura en La Plata, el siguiente paso fue hacer una Maestría para seguir profundizando en conceptos y herramientas para entender que pasa, y ahora estoy terminando el Doctorado en Economía", comenta.

"Estuve en Europa haciendo un curso de verano, en Trento (Italia), pero toda mi experiencia fue en Argentina y Estados Unidos. Cuando salí a buscar trabajo tuve algunas entrevistas con instituciones europeas, pero mis experiencias son ésas", menciona.

"El Banco Mundial me expuso a los organismos internacionales y si bien tenía un rol de asesor, me dio un panorama de cómo funcionan estos organismos, con una mirada académica", describe sobre su carrera.

"Siempre me interesó la interacción entre la parte académica y las políticas públicas, que no sólo quede publicado en una revista, sino influir en la toma de decisiones de lo que hacen política económica; me interesan los temas vinculados a la macroeconomía: inflación, crecimiento política fiscal y monetaria, y uno de los mejores lugares para estudiar y tener un impacto es el FMI", indica.

"El Banco Mundial y el FMI son primos hermanos y se dividen su trabajo. El Banco Mundial tiene como meta reducir la pobreza en el mundo y se focaliza en ayudas sociales o programas para reducir la desigualdad o mejorar las condiciones de las personas, y tiene una parte que presta a países en desarrollo o de ingreso bajo y medio y otra parte de evaluación de los programas y diferentes políticas que podrían implementar los gobiernos. El FMI no se encarga de programas, sino que presta a los gobiernos para hacer esas políticas, tiene una función macroeconómica y la interacción es con los gobiernos nacionales, y afecta cómo hacen políticas los países, pero la función principal es la de dar estabilidad a los países socios, ser patrón de estabilizador de las monedas y las economías; hoy el FMI tiene programa con casi 100 países por la pandemia", describe Juarros.

"En la Argentina, los últimos números de la pobreza son preocupantes porque llega al 45 % y en términos de inflación somos de los pocos países en el mundo donde es un problema, ya que en la mayoría está por debajo del 10 por ciento anual. Hace más de 15 años que estamos con números superiores y eso genera inequidades y problemas macroeconómicos, que terminan afectando y genera desigualdad, el problema cotidiano de la economía", se preocupa.

"Nos ven como el niño rebelde de los organismos, ya que somos muy volátiles y tenemos problemas cada 10 años y la economía estancada desde los años 70. Lo miran con preocupación y asombro por la calidad de capital humano y riqueza, y es difícil de creer que estemos en estas situaciones", menciona.

"Hemos perdido peso en la economía latinoamericana y mundial en los últimos 50 años; hay como asombro y se preguntan por qué estamos como estamos, y es una respuesta compleja", relata el profesional lamatritense.

"La solución es compleja y la corrección no va a ser a corto plazo. Hay que ser pacientes y hacer las cosas bien desde hoy sabiendo que no vamos a ver los frutos en los próximos años", indica. "Tenemos que comprometernos a normalizar la economía, tratar de el objetivo sea reducir la inflación, la pobreza y las desigualdades, mejorar la educación para ver los frutos; los costos se pagan, hoy pero va a dar fruto a largo tiempo", advierte.

Hay que "estabilizar la economía porque una inflación del 40% refleja que no funciona bien, que hay desequilibrios y cosas que mejorar porque generan incrementos en la pobreza y la desigualdad", refiere.

"La Argentina ha incrementado sus niveles de gasto público e incrementado los impuestos. En los últimos 20 años duplicó el peso del gobierno en la economía y tiene que cobrar más impuestos y, a pesar de ello, no logra a financiar el gasto público; por eso recurre a la emisión monetaria como fuente de financiamiento. Gastamos más de lo que cobramos en impuestos y la diferencia eso se financia con emisión monetaria o con deuda, y los gobiernos decidieron hacerlo de distintas formas; el causante del incremento de la deuda o de desequilibrio de inflación que persiste en el largo plazo está explicado por el desequilibrio del balance del gobierno. No quiere decir que el único causante de la inflación sea este desequilibrio, pero se observa que el financiamiento monetario genera inflación en el largo plazo", explica.

"Hay que poner prioridades sobre qué, cómo y cuándo gastar y como financiarlo. Hay gente que puede estar de acuerdo o no con tener un Estado grande o chico, pero lo que importa al final del día es cómo se financia el nivel de gasto; ahí son las preferencias del gobierno, tratar de llegar a un consenso porque los desfinanciamientos traen problemas a largo plazo", sentencia.

"La causa última del déficit fiscal es incremento de la deuda o de la emisión para financiar el bache; la administración anterior decidió hacerlo con deuda y este con emisión monetaria", dice.

"El mercado de deuda estaba cerrado para la Argentina durante la pandemia y, claramente para la respuesta que queríamos de protección para los afectados, el gobierno no tuvo otra que salir a emitir para la ayuda; el tema son las magnitudes y a lo que me comprometo en el futuro para reducir la emisión", revela.

"En la Argentina no se habla bien del FMI, porque uno recurre cuando está en problemas y la sociedad no puede distinguir si estamos mal y por eso vamos: estamos mal porque nuestros gobiernos han hecho mal las cosas o sufrieron shocks de distinta índole de que cuales son los efectos del FMI en la economía, son dos caras de la misma moneda y la gente tiende a interpretar que el FMI genera las situaciones cuando en realidad uno recurre cuando no le queda otro recurso", sostiene.

"El FMI tiene distintas experiencias en distintos países, y lo ha hecho bien o mal, pero el gran problema es que se recurre cuando se está en problemas y no puede distinguir si es algo impuesto o una cuestión interna de la economía que va a buscar ayuda, no quiere decir que no se equivoque en ciertas condicionalidades, pero es otra discusión", contesta.