Por Matías Facundo Moreno

Hace setenta años los países del mundo coincidieron en declarar el 10 de diciembre como el Día de los Derechos Humanos en conmemoración de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada dos años antes en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Fue un momento clave del mundo en el que las sociedades del siglo XX concluyeron en la necesidad de acordar valores éticos fundamentales que rigieran nuestras sociedades poniendo a las personas y sus derechos en el centro de los pensamientos y decisiones. En nuestro país coincide con un hecho fundamental para nuestra historia reciente que es el retorno democrático luego de la dictadura genocida de 1976-1983. La coincidencia en las fechas es también un ordenador de nuestra vida democrática: la democracia y los derechos humanos son las dos caras del nuestro contrato social como Nación y como pueblo.

Para quienes provenimos del movimiento de Derechos Humanos la fecha cobra una importancia superlativa. Desde el 10 de diciembre del año pasado la Argentina decidió a través del voto popular, mandante de la vida democrática, que los derechos humanos volvieran a ocupar la centralidad de las políticas públicas. Lo dejó en claro presidente Alberto Fernández cuando el 1º de marzo en el Congreso de la Nación aseguró que "la defensa de los derechos humanos es la columna vertebral de la República Argentina", y que "sin memoria, verdad y justicia" el país "no puede ponerse realmente de pie". Lo mismo hizo en la provincia de Buenos Aires el gobernador Axel Kicillof al tomar la decisión política de poner a los Derechos Humanos en la centralidad de las políticas públicas y asignarnos llevar adelante esa tarea.

Por esto el 10 de diciembre es una fecha cara para los argentinos y argentinas. Es una fecha que nos permite -y nos invita- a pensar en las luchas contra la impunidad que se extendieron durante casi treinta años y nos permitieron delinear las tramas del presente de nuestro país. Lo construido por los organismos y todo el movimiento de derechos humanos en estas últimas cuatro décadas concluyeron en que la Argentina sea reconocida entre el concierto de las naciones del mundo por su tarea en la defensa de los derechos humanos. Ese aval es a la vez una demanda que nos obliga a ser mejores cada día y a evitar los retrocesos. Por eso durante gobierno neoliberal macrista los argentinos estuvimos en las calles para evitar que Argentina diera un paso atrás. El pañuelazo en Plaza de Mayo del 10 de mayo de 2017 contra el fallo de la Corte Suprema que habilitó el 2x1 a los genocidas, además de haber sido un hito histórico, fue una muestra clara de que el pueblo argentino dijo Nunca Más y que eso no era negociable. Pero los Derechos Humanos son también los derechos de los hombres y mujeres de nuestra Patria a vivir con dignidad. Por eso también al asumir la gestión provincial el gobernador retomó esa consigna y la hizo extensible cuando dijo Nunca Más al Neoliberalismo.

Este 10 de diciembre, Día de la Democracia y de los Derechos Humanos, es una nueva oportunidad para ratificar que los Derechos Humanos no deben abandonar nunca la centralidad de las políticas públicas de nuestra provincia y nuestro país. Así como hace 70 años los pueblos del mundo decidieron no admitir nuevos genocidios y anteponer los valores del humanismo por sobre cualquier otro interés, hoy debemos insistir en la centralidad de los derechos humanos. Porque un pueblo sin derechos es un pueblo triste, sin identidad, sin soberanía y sin democracia.

*Por Matías Facundo Moreno, subsecretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.