Cuenta Alberto Fernández que el plan era que Néstor Kirchner formara parte de la discusión política de 2003, pero no como alternativa electoral, sino con vistas a consolidar una candidatura en 2007. Sin embargo, ya conocemos la historia, las cosas se precipitaron. Eran días agitados de campaña cuando María Eugenia Cerutti, por entonces reportera gráfica en diario Clarín, fue asignada por el diario como fotógrafa exclusiva del candidato desconocido de apellido difícil, el gobernador de la provincia más austral del país.

Cerutti lo seguía a los actos de campaña, pero también lo registraba en lo cotidiano, y de a poco iba documentando la gesta de un "distinto" de la política, del hombre que iba a construir un movimiento político que conquistaría a miles, y que marcaría un antes y un después en la historia de la Argentina.

"A partir de las necesidades periodísticas y políticas, de uno y otro lado, de contar quién era el candidato del que poco se conocía, se generó una relación de mucha cercanía", relata Cerutti en su libro Kirchner, que se reeditó a fines del año pasado, en el que recupera decenas de imágenes de un Néstor en muchas de sus facetas, pero siempre "cotidiano, cercano a la gente".

"Parte de la experiencia fue acostumbrarme al trato directo y a esa característica tan particular de saltearse el protocolo que tenía Kirchner. ''Mañana vamos a la cancha ¿querés venir?'', me dijo al paso en el despacho de la casa de la provincia (Santa Cruz), que se había convertido en bunker desde 2003. Al otro día, junto al entonces ministro de Salud, Ginés Gonzáñez García, lo registré en el estadio de Racing viendo una derrota ante Olimpo. Esa imprevisibilidad no se interrumpió durante su mandato", también relata en el libro.

En diálogo con DIB, Cerutti recuerda que la confianza se creó pronto en el trabajo diario y a partir del buen trato. "Nos conocimos en un momento clave, porque fue días antes de la elección. En aquel tiempo era usual que los diarios asignaran un fotógrafo a los candidatos. Cuando empecé a trabajar, él y su equipo me aceptaron enseguida. Antes era muy distinto, imagínate que no existían las redes sociales, Internet tenía muy poco consumo. Para un gobernador no tan conocido tener una foto y una nota cada día en el diario era un montón; y para mí, una experiencia espectacular", agrega.

Cerutti cuenta que en aquel entonces tampoco había "tantos intermediarios que miraran cada detalle o cosa que se hacía", lo que posibilitó que la relación con los Kirchner fuera más cercana. "Había más confianza. Me pasaban la agenda y yo elegía a donde ir dependiendo de lo que me pareciera más interesante para fotografiar. Eso fue el día a día de la campaña, pero después seguí yendo a Casa Rosada, cubría los actos. Él ya me conocía. Enseguida también hubo confianza con Cristina (Fernández) y con quien era su vocero, Miguel Núñez, quien me dejaba trabajar tranquila", dice.

En el libro recuerda: "En todo ese tiempo no recibí reclamos sobre el material que salió publicado. La única vez que se refirió a una foto fue después de un acto en Santa Cruz, en el que había hecho sus habituales zambullidas entre la gente. La imagen elegida no tenía que ver con el contacto con los simpatizantes. Se publicó una foto en la que aparecía con los ojos llenos de lágrimas. "¡Me sacaste llorando!" me dijo a día siguiente.

¿Cómo podrías describir a Néstor Kirchner? ¿Qué dicen de él tus fotos?

Era una persona muy enérgica, fuera de protocolo. Era muy llano, directo, auténtico. Desde el primer momento fue un distinto. Tenía algo muy físico, muy de poner el cuerpo en la multitud, con la gente. Después nos acostumbramos a verlo en esas situaciones, pero en ese momento me acuerdo que no dejaba de sorprenderme. Cuando llegaba al diario y veían las fotos me preguntaban sin entender bien "pero ¿qué es lo que hace?". Las fotos registraban escenas fuera de lo común. Creo que Néstor marcó un antes y un después en la relación entre el político y el pueblo. Eso fue muy distintivo de él.

Hiciste una de las fotos emblemáticas del día que bajó los cuadros de los genocidas. ¿Qué significó para vos?

Hay varias fotos de ese día, sí. Una es mía. La que se lo ve a Néstor de perfil con el puño cerrado. Yo tengo a mi abuelo desaparecido, lo secuestraron en Mendoza en abril de 1977. Lo vieron en la ESMA y después se reconstruyó que lo tiraron en los vuelos de la muerte. Cuando me enteré que iba a descolgar los cuadros dije ''yo quiero estar ahí, quiero ver eso''. Fue muy emocionante todo ese día, fue inolvidable, muy conmovedor. Me acuerdo que contenía las lágrimas. Después me lloré todo cuando volví de trabajar.

Fuiste descubriendo de a poco hacia dónde iba, qué pensaba.

Yo lo iba escuchando, lo iba viendo en el contacto con la gente y en las decisiones que tomaba, en lo que decía. Me acuerdo que me parecía raro sentir que un político, un Presidente, estaba haciendo lo que yo pensaba. Estábamos desacostumbrados a eso. Nos pasó a muchos de mi generación y claro, nos fue conquistando. Veníamos muy desesperanzados y Néstor nos hizo volver a creer en la política.

¿Qué te pasó cuando murió, qué te acordás de ese día?

En esa época a Cristina la venía cubriendo menos por una cuestión de horarios, pero nunca se cortó ese trato cada vez que nos veíamos. Cuando me enteré salí a la Plaza con mi hija y con mi mamá, llevé la cámara y estuve haciendo fotos, no para publicar, sino para mí. Fue muy fuerte, muy triste, muy inesperado. (DIB)