El Rosgan publicó un informe en el que planteó que la cantidad de novillos faenados sigue cayendo sin perspectivas de recuperación. La categoría, vital para los frigoríficos en términos de exportación, está perdiendo presencia en el mercado de manera alarmante.

Durante el primer cuatrimestre del año, la faena de novillos registró una baja histórica con 322 mil cabezas, lo que representa un 16% menos que el año pasado y posicionándose por debajo de los mínimos de 2020/2021. Este dato es significativamente inferior al récord de 2005, donde se faenaron 1,2 millones de cabezas.

La escasez estructural de novillos no es novedad. El stock ha disminuido año tras año debido a sequías severas que han mermado la capacidad productiva de los campos y a una sucesión de políticas adversas que no han estabilizado la producción ganadera, especialmente la destinada a la exportación. El informe recuerda que el stock bovino al 31 de diciembre pasado era de 2,33 millones de novillos, la cifra más baja desde que se llevan registros, y menos de la mitad de las existencias registradas a fines de 2007.

El Rosgan se pregunta si esta menor faena responde a una retracción de la oferta que podría indicar una incipiente retención por parte del invernador tradicional. Sin embargo, descarta rápidamente esta hipótesis al no encontrar grandes indicios de recomposición en las invernadas pastoriles.

Según los datos del Senasa, basados en los DTe de traslado de hacienda, en los primeros cuatrimestres de los últimos cinco años, período de clara baja en la faena de novillos, se observa un creciente aporte del feedlot en el total de animales trasladados a faena. Este fenómeno se complementa con la caída en los pesos medios de faena en los últimos tres años. De enero a abril de este año, los feedlots aportaron el 30% de los novillos faenados, con un peso promedio de 282,5 kilos de carne en gancho, comparado con 284,1 kilos en 2023 y 287,1 kilos en 2022.

Estos datos revelan la falta de intensificación en los sistemas de invernadas pastoriles de largo plazo, necesarios para recomponer la categoría tanto en número de animales como en producción de carne por cabeza en stock.

La falta de competitividad que sufre Argentina, producto de los vaivenes del dólar, afecta a toda la cadena productiva. A pesar de la apertura comercial actual, el tipo de cambio atrasado genera desincentivos para la producción. Desde hace seis meses, el novillo argentino es el menos competitivo de la región en términos de precios, lo que impide que la industria aumente el precio a los productores, quienes deben decidir si retienen o no su hacienda con expectativas de rentabilidad a uno o dos años.

El precio promedio del novillo gordo en el Mercado de Cañuelas, medido a valores actuales, es el más bajo de los últimos cinco años y está un 8% por debajo del promedio.