Covid: murió Julio Irigoyen, el tenor que cantaba desde su balcón al comienzo de la pandemia
Desde su departamento en el barrio porteño de Almagro, llevó alegría a sus vecinos y se convirtió en un símbolo.
En los primeros meses de la pandemia de coronavirus, que sigue teniendo en jaque al planeta, todo parecía estar teñido de un tinte épico: las publicidades televisivas, los aplausos en agradecimiento al personal de salud a las 21, los tutoriales para armar barbijos -cuando aún no estaba claro si eran necesarios- y las almas nobles que hacían olvidar por un rato a sus vecinos el encierro de la cuarentena estricta. Una de esas personas que eligió aportar su granito de arena para hacer más llevadero ese difícil momento fue Julio Irigoyen, un tenor del barrio porteño de Almagro que, puntualmente, salía a su balcón a las 18 para regalar su arte a quienes pudieran escucharlo.
Irigoyen se convirtió en símbolo justamente gracias a sus vecinos, que filmaron y subieron a las redes algunas de sus generosas e improvisadas presentaciones. Y así, de un día para el otro, el cantante que en realidad no vivía de la música se convirtió en uno de los personajes más buscados por los medios y una de las voces más escuchadas cuando los canales de televisión se hicieron eco de su historia.
Tanta fue la notoriedad que alcanzó en aquellos primeros meses que sus redes se llenaron de pedidos: el Himno, "Ave María"... Todos parecían querer escucharlo y llegó a salir cantando en vivo en varios noticieros, retrasando el horario habitual de sus recitales. Aquel tenor vuelve a ser noticia poco más de un año después, pero esta vez, por el motivo más triste: Irigoyen murió luego de que se complicara su cuadro de Covid-19.
El viernes al mediodía, la periodista de TN Catalina Bonadeo se trasladó al edificio donde vivía -y desde donde cantaba- Irigoyen, y habló con algunos de sus vecinos. Fueron ellos quienes revelaron que la familia completa del tenor contrajo la enfermedad y que se les había comunicado el fallecimiento a través de un comunicado dirigido a los vecinos del edificio.
Ese mismo mediodía, algunos de esos vecinos cruzaron hasta la vereda y de cara al balcón desde donde Irigoyen brindaba sus shows comenzaron a aplaudir, en agradecimiento. Al escucharlos, la esposa y los hijos del tenor salieron al balcón y, conmovidos, agradecieron el reconocimiento.
Irigoyen nunca dejó de cantar. Con el tiempo cambió el balcón por el living de su casa y se volcó a la virtualidad, brindando recitales en su cuenta de Facebook e Instagram. En las últimas horas, como en los primeros días de la pandemia, vecinos, conocidos y desconocidos le dejaron mensajes en sus redes, pero esta vez no fueron pedidos. Todos quisieron brindarle su agradecimiento por haber aportado desinteresadamente su arte en los momentos más duros.
Fuente: La Nación