Es sabido que hacer actividades físicas de intensidad moderada, como practicar algún deporte, caminar y andar en bicicleta, tiene grandes beneficios para la salud y estar activo a lo largo del día, más allá de la edad, ayuda a mantener y alcanzar los niveles de actividad recomendados.

En reconocimiento de la singularidad, la longevidad y la versatilidad de la bicicleta, que lleva en uso dos siglos, y que constituye un medio de transporte sostenible, sencillo, accesible, fiable, limpio y ecológico que contribuye a la gestión ambiental y beneficia la salud, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió declarar el 3 de junio como Día Mundial de la Bicicleta.

La resolución busca promover el uso de la bicicleta como medio para fomentar el desarrollo sostenible, reforzar la educación de los niños y los jóvenes, incluida la educación física, promover la salud, prevenir las enfermedades, fomentar la tolerancia, el entendimiento y el respeto y facilitar la inclusión social y la cultura de paz.

En el documento de la ONU se indica, entre otros puntos, que se alienta a los Estados miembros a que otorguen una atención especial a la bicicleta en las estrategias de desarrollo intersectoriales y a que la incluyan en las políticas y los programas de desarrollo internacionales, regionales, nacionales y subnacionales; a adoptar las mejores prácticas y los medios para promover la bicicleta entre todos los miembros de la sociedad, incluso las iniciativas encaminadas a organizar marchas de bicicletas en los niveles nacional y local como medio de fortalecer la salud física y mental y el bienestar y desarrollar una cultura de la bicicleta en la sociedad; y a mejorar la seguridad vial y a integrarla en la planificación y el diseño de infraestructuras sostenibles de movilidad y transporte, en particular mediante la adopción de políticas y medidas dirigidas a proteger y promover activamente la seguridad peatonal y la movilidad en bicicleta, con miras a obtener resultados más amplios en materia de salud, en particular la prevención de lesiones y enfermedades no transmisibles.

Sin ir más lejos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ofrecer una infraestructura segura para las actividades físicas, como cambiar o andar en bicicleta, es el camino para alcanzar una mayor equidad en materia de salud. Para los sectores urbanos más pobres, que no pueden permitirse vehículos propios, la bicicleta se puede convertir en su medio de transporte. Al mismo tiempo, pueden reducir el riesgo de contraer enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, ciertos tipos de cáncer, diabetes e incluso la muerte.

Es que el ejercicio físico con el uso de bicicleta ayuda a proteger las articulaciones y a quemar calorías, combate el dolor de espalda, fortalece el sistema inmunológico y reduce los niveles de cortisol, una hormona vinculada al estrés.

Satisfacer las necesidades de los ciclistas urbanos y peatones sigue siendo, por tanto, crucial para solucionar los problemas de movilidad de las ciudades, para mitigar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero debido al crecimiento de la población y para mejorar la calidad del aire y la seguridad vial.

Fuente: Infobae