CORDOBA.- Los productores de conservas y bodegueros más chicos tienen problemas desde hace varios meses para conseguir envases de vidrio. Por esa razón hay ventas paradas. En la Argentina hay tres empresas que producen botellas (dos son pymes, una en Mendoza y otra en Rosario); la más importante es Rigolleau SA, de la familia Cattorini. El tema fue planteado al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en febrero, pero hasta el momento no hay solución.

Lo que le sucede a la bodega Casa Montes grafica las derivaciones del faltante: tiene 60.000 cajas de vino vendidas y no las pueda entregar. "Es un tema que arrastro desde hace meses; cerramos un buen año, pero las mejores ventas no se pudieron encausar", dice Mauricio Colomé, el gerente de Operaciones.

LA NACION se contactó con Cattorini, con Verallia (Mendoza) y con Cristalerías Rosario (propiedad de la estadounidense Owens Illinois) pero, hasta el momento, no hicieron comentarios. La importación que habitualmente se hace desde Chile también tiene complicaciones, según indicaron distintas fuentes a este medio. Tampoco hubo precisiones desde Desarrollo Productivo.

Por este faltante estamos trabajando al 60% de nuestra capacidad operativa"

El gerente de Cuyo de Cattorini, Ricardo Galdeano, dijo hace unas semanas que estaban terminando un segundo horno de fabricación en Mendoza, que "permitirá duplicar la producción en esa planta a 28 millones de botellas y sería un gran alivio, pero tenemos la dificultad de obtener la energía y gas necesarios". Habían pedido la asistencia al gobierno mendocino.

"Estamos en conocimiento de que la mayor empresa proveedora a nivel nacional -por no decir la única-, Rigolleau S.A., no está precisando fechas de producción para poder abastecer al mercado interno, pero sí estaría exportando hacia el mercado brasilero", indicaron desde Came. Las Pymes no cuentan con envases en stock suficientes para poder continuar el fraccionado.

Mario Bustos Carra, gerente de la Cámara de Comercio Exterior de Cuyo y tesorero de la Federación Olivícola, explicó que el problema afecta "a todos los integrantes de la industria de las conservas y a las bodegas". A su entender, parte del faltante se debe "a las trabas para las importaciones. Pareciera que importar es un pecado, pero 80% de lo que se trae es para producción. De Chile se importaban envases, las tres que hay en el país parecen no dar abasto".

Colome señala que las demoras para importar desde Chile alcanzan los tres meses: "Pareciera un problema regional; por este faltante estamos trabajando al 60% de nuestra capacidad operativa". Incluso los gobiernos de San Juan y Mendoza intentan buscar una alternativa.

Las razones que les dan los proveedores pasa desde que la pandemia que les diezma los planteles al incremento de la demanda que vienen registrando. Hay quienes sospechan que los controles de precios por parte del Gobierno es un factor más que se suma.

  • Javier Garavaglia, dueño de la bodega boutique del mismo nombre, plantea que las complicaciones son "crecientes" desde hace un tiempo "largo". La mayoría del vino que comercializan es a granel; tomaron la decisión de envasar, pero "cuesta muchísimo conseguir; cuando se quieren 12.000 o 15.000 botellas, ni toman el pedido". En su caso, logró comprar a través de una bodega más grande.

El precio de una botella ronda los $40. Incluso, comenta Garavaglia, si se ofrece hacer el pago en el momento del pedido "y esperar 60 o 90 días la entrega, no venden". Un tema adicional es que si se debe cambiar de formato de envase, las etiquetas deben rehacerse.

Marcela Moroncelli es dueña de una elaboradora de vinos "pequeña". "Ya el año pasado nos costó bastante conseguir botellas para poder fraccionar; fábricas grandes sólo entregaban a las bodegas de mucho volumen". Consiguió seis pallets a través de una mediana que necesitaba comprar y agregó a su pedido los suyos. "Realmente una odisea", grafica.

Escribió Gabriela Origlia para La Nación.