Hoy nos encontramos ante una disyuntiva que es crucial, no sólo para los próximos cuatro años, sino para avalar los últimos 70 años, signados, salvo por unos pocos, por la profunda caída cultural, moral y económica y el futuro de nuestro país, no para mí que tengo 81, sino para nuestra familia, nuestros hijos, nietos y los que sigan.

Estamos en una situación parecida a la que vivió Venezuela no hace muchos años, allí los partidos de la aposición a la dictadura “democrática”, impregnada por una ética justificada, defendieron sus distintas ideologías, y permitieron que el gobierno se adueñara del congreso y de la justicia, y ya nunca más pudieron hacer nada, y el pueblo, que es en todos los casos el que sufre las consecuencias, o se muere de hambre y si protesta es encarcelado, torturado o asesinado o se va de su país, quizás para siempre.

Yo voté por Patricia Bullrich, y si las internas las hubiera ganado Horacio Rodríguez Larreta, desilusionado, lo hubiera votado a él, o sea estoy totalmente de acuerdo con un voto por un partido o un grupo de partidos que respeten no solo la democracia, sino principalmente los principios republicanos, nunca hubiera votado por Sergio Massa, representante de lo peor que ha gobernado nuestro país, y el peor de la historia como ministro de economía, devenido en presidente de facto.

Tampoco hubiera votado por Javier Milei, aunque coincidía en algunas ideas económicas, las mismas que llevaron a cabo nuestros hermanos uruguayos, paraguayos, brasileros, chilenos y peruanos, cualquiera sea el signo político de sus sucesivos gobiernos, me refiero a equilibrio fiscal, a superávit comercial, desregular la economía, terminar con el pobrismo, abrirse al mundo, alinearse con países occidentales, democráticos y republicanos y repudiar las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte y declarar a las bandas terroristas de cualquier ideología.

Por qué no lo elegí, porque no me gustan sus modos, porque fue una figura, en principio triunfalmente inflada por el kirchnerismo para dividir a la oposición, porque al no tener equipos se nutrió de quien se le acercara, sin importar quien fuera, porque no tenía fuerza parlamentaria ni territorial, y porque consideraba a todo el que opinara distinto a él, como un comunista,

MI posición entonces el 12 de agosto fue clara, ante las PASO, no tuve dudas, entre las decenas de candidatos, voté por “Juntos por el cambio”, y dentro del espacio por quien más representaba mis ideas, Patricia Bullrich, y me sentí un desilusionado ganador de la interna, con bajísima cantidad de votos, sumados ambos candidatos del espacio. Quedaron cinco opciones para las elecciones generales el 22 de octubre, y tampoco tuve dudas, volví a votar por “Juntos por el cambio”, seguro de que entraría en el balotaje (según la RAE por ballotage), o con Massa, o con Milei y con expectativas favorables que en la segunda vuelta se impondría.

Pero esa noche sufrí la mayor desilusión de mi vida, muy superior a cualquiera otra oportunidad que mi candidato no ganara una elección, porque no podía creer, que la mayoría se inclinara por dos opciones muy antagónicas, pero ambas alejadas de una expectativa democrática y republicana, a favor del cambio, de la libertad, dentro de la ley y con orden, con equipo, fuerte en el congreso y con tantos gobiernos provinciales ganados a un peronismo que durante tantos años había gobernado.

Y ahora hay que pensar en el 19 de noviembre, lo primero que pensé fue no ir a votar, hace 11 que ya no estoy obligado a hacerlo, pero gozo de ese derecho republicano, o votar en blanco, para demostrar que no estaba de acuerdo con ninguna de las opciones que me quedaban, o quizás tomar la estúpida decisión de dejar algún mensaje dentro del sobre. Eso me duró menos de 24 horas.

Pasado ese tiempo, acostumbrado, como contador que soy, logré colocarme en el nuevo escenario, tal cual hice toda mi vida con los clientes que atendí y sigo atendiendo, no importa como se llegó a un determinado estado, lo que importa es como se sale de ese lugar hacia adelante, evitando chocar siempre contra la misma piedra,  y entonces me puse a pensar, tranquilo, pero con toda la profundidad patriótica de la que podía disponer, cuales eran las reales opciones y en definitiva cuales eran las situaciones en las que nos podríamos encontrar si ganaba uno u otro candidato de la segunda vuelta, nuestro próximo presidente.

Uno, muy presentable, simpático, toquetón, muy vivo, con esa viveza criolla, la misma que nos llevó a creer que éramos el mejor país del mundo, que nosotros somo mas capaces que los tontos que en los demás países, lograron fortalecer sus instituciones, tener políticas de estado, una moneda fuerte, cada vez más fuerte que la nuestra, y propender al crecimiento, incorporarse al comercio mundial, desalojarnos de los primeros puestos como exportadores de carne, de granos, de vinos, ni que hablar de cualquier bien industrial.

Otro, extravagante, convertido en un personaje capaz de destruir todo con una motosierra, con fácil caída en el enojo, la soberbia, la incapacidad de diálogo, con una extraña relación familiar, con un amor desproporcionado por sus hijos, en realidad sus perros, con facilidad propia, o de sus adeptos, de hablar contra la paternidad, o contra el Vaticano, o ponerse filosóficamente a favor de la libertad individual hasta poder armarse, o vender sus órganos.

Esto por el lado personal, por la forma de comportarse frente a las cámaras o a un micrófono, por la forma de lograr convencer a sus seguidores, uno sintiéndose encantador de serpientes, o flautista de Hamelin, para que todos los jóvenes, ricos, pobres, empleados, estudiantes, deliverys o desocupados lo siguieran y el otro, también capaz convertirse en un flautista de Hamelín o encantador de serpientes, regalando viajes de egresados, heladeras, bicicletas, o simplemente dinero en billetes para conseguir votos hasta el punto de que entre las PASO y las generales invirtió 3.000.000.000.000 de pesos. NUESTROS, CLARO, para conseguir 3.000.000 de votos o sea que por cada voto gastó u$s 1.000 de nuestros bolsillos y que pagaremos con aumento de precios.

Pasemos a lo institucional, entonces, y aquí debo reconocer que en un caso las primeras promesas de dolarización, lucha contra la grieta, por la libertad individual, tachando ministerios y secretarías, terminación de la inflación, cambiando leyes laborales, para terminar con el trabajo informal, que las empresas del estado dejen de ser deficitarias, objeciones a la salud y enseñanza pública y ofendiendo a sus contrincantes, fueron bajando de temperatura a medida que iba creciendo en las encuestas, la dolarización quizás en dos años, la educación y la salud pública iban a seguir, pero mejoradas, no se iba a echar a los empleados públicos sino a bajar los gastos políticos, etc. etc. Sin pasado político por lo que no lo podemos juzgar por lo que hizo hasta aquí.

El representante del gobierno actual, socio desde el 2019, después de haber denostado al kirchnerismo desde que se fuera del gobierno de Cristina Kirchner, que le permitiera ganar las elecciones, aportando votos peronistas en principio disidentes con el kirchnerismo. La forma de encaramarse sin sacar los pies del plato, pisoteando a su socio Alberto Fernández, y extorsionando a su otra socia para poder ser super ministro y presidente de facto y como tal aumentar al doble la inflación, cuatriplicando el valor del dólar, aumentando la pobreza, y mostrándose como el peor ministro de economía de la historia.

Hoy quiere contarnos después de comprar descaradamente los votos con bienes, dinero, extorsión, y creando miedo con mentiras sobre los objetivos de los partidos opositores, regalándole votos a un candidato opositor para disminuir al que creía más peligroso en un plan, sin dudas, en sociedad con Cristina Kirchner, que no tuvo límites, que puede convertirse en el presidente de un nuevo gobierno ignorando graciosamente que es el hombre más poderoso de ESTE GOBIERNO, del que quiere desprenderse.

¿Que pienso? Que nos encontramos en la siguiente disyuntiva, o elegimos seguir con este gobierno con un ejecutivo, que coincide con mayorías fácilmente conseguibles en el congreso, y por lo tanto también con una justicia a cargo de jueces que sean capaces de darle impunidad a Cristina Kirchner y a todos los corruptos que como el caso de Insaurralde hoy nos gobiernan, convirtiendo a las víctimas de la inseguridad en victimarios gracias a las ideas de Zaffaroni, y dejando actuar libremente al narcotráfico, cada vez más cerca del poder, o elegimos un representante del ejecutivo, que va a tener oposición en el congreso y NO se puede convertir en autoritario.

¡Qué Opino? Que tenemos que elegir, que hoy más que nunca, tenemos el arma para elegir o lo que más queremos o al que menos miedo le tenemos, al que nos garantiza la continuidad, o al que promete un cambio, Al que nos trajo hasta aquí, o quien promete sacarnos.

Si me preguntan si algunas de las dos opciones me representan, mi respuesta es NO porque yo voté una tercera opción que perdió.

La ley electoral nos obliga a optar por una, no votar o votar en blanco es votar para que continúe lo que nos trajo hasta aquí.

El que pretende un cambio debe votar por Milei y el que quiere seguir como hasta ahora, tiene, paradójicamente, varias opciones:

. No votar

. Votar en blanco

· Impugnar su voto

Votar por Massa, sin recurrir a la excusa de la neutralidad.

Esta noche habrá un último debate, a uno le irá mejor que a otro, pero nuestro voto no es por el más hábil o el más agresivo en un debate, nuestra elección es por quien nos gobernará los próximos años y nos pueda sacar del infierno que estamos viviendo.

 DEBEMOS ELEGIR EL MAL MENOR

YO YA LO HE ELEGIDO

Raúl Toriggia