En el marco de un trabajo en equipo, del que participaron investigadores y becarios del CONICET, la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), y que contó con el apoyo de la Fundación Temaikén, se clonaron por primera vez embriones de cebra.

El proyecto fue dirigido por Andrés Gambini, investigador del CONICET en el Departamento de Producción Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), y los resultados obtenidos fueron dados a conocer en la revista Plos One.

"Lo que nosotros demostramos es que se posible utilizar el óvulo de yegua, al que se le suprime el ADN, para reprogramar una célula de piel de una cebra que conserva la información genética de sus dos progenitores y, a través de un proceso de clonación, generar embriones de cebra de buena calidad. Estos embriones mostraron un muy buen desarrollo hasta el día siete, momento en el que podrían ser transferidos a la hembra de un animal receptor para su gestación", explica Gambini. Los ensayos fueron realizados en el Laboratorio de Biotecnología Animal de la FAUBA, dirigido por el investigador del CONICET Daniel Salamone, quien también formó parte del trabajo junto a los becarios doctorales del CONICET, Olinda Briski, María Belén Rodríguez y Matteo Duque.

El equipo que participó de este proyecto cuenta con una importante experiencia en el desarrollo de biotecnologías reproductivas, aplicadas sobre todo a la producción de caballos domésticos. De hecho, en agosto de 2010, en el marco de un proyecto que fue parte de la tesis doctoral de Gambini, el laboratorio dirigido por Salamone anunció el nacimiento del primer clon equino de Latinoamérica, al cual bautizaron BS Ñandubay Bicentenario. De acuerdo con los cálculos de Gambini, hoy en la Argentina existen más de 350 clones de caballo doméstico nacidos.

En el caso del presente proyecto, la idea fue aprovechar los conocimientos adquiridos y las tecnologías desarrolladas en la producción de una especie de interés comercial, para extrapolarlos a la generación de embriones de animales salvajes, que sean parientes cercanos de los caballos y que se encuentren amenazados o en peligro de extinción, tal como ocurre con ciertas especies de cebras, burros y caballos silvestres.

"La idea sería armar un banco donde se preserve el material genético de estos animales, y en el momento que sea adecuado, poder, con alguna biotecnología, reintroducir la genética de una población silvestre determinada. Vale la pena aclarar que se trata de un herramienta biotecnológica que tiene sentido solo dentro de un plan de conservación más amplio, no es que podamos simplemente ponernos a clonar individuos de especies amenazadas para evitar que se desaparezcan", señala el investigador.

Hay que tener en cuenta que conseguir el material genético de animales salvajes para su clonación no es una tarea sencilla. En este caso, las células del ejemplar macho de cebra que se usaron para el experimento fueron provistas por la Fundación Temaikén en 2014. Con estas pocas células, tomadas de un pequeño pedazo de piel del animal, los investigadores hicieron un cultivo celular in vitro, al que luego pusieron criopreservar en nitrógeno líquido.

Por otro lado, gracias a la colaboración de Ana Flores Bragulat, becaria doctoral del CONICET en el Departamento de Producción Animal de la Facultad de Agronomía Veterinarias de la UNRC, a su director de tesis, Luis Losinno, y a la ayuda de un frigorífico equino de la provincia de Córdoba, pudieron obtener los óvulos de yegua con los que se realizaron los ensayos.

"Un dato importante a considerar es que ya se ha demostrado, gracias a ensayos in vivo que realizaron otros grupos, que las yeguas domésticas son capaces de gestar embriones de cebra. Aunque en dichos experimentos no se usaron clones, nosotros creemos que, dada la alta calidad de los embriones que obtuvimos, en caso de los que los transfiriéramos a una yegua el resultado sería igual de exitoso" afirma Gambini.