Para Cascos Blancos "habrá consecuencias dramáticas, tanto económicas como humanas"
"Las desigualdades se profundizan en una situación de emergencia. Los más pobres sufren mucho más" y "el Estado es el único que nos puede sacar adelante. Ese aprendizaje es mundial", analizó Marina Cardelli, la primera mujer que preside Cascos Blancos, un organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto encargado de diseñar y ejecutar la asistencia humanitaria, bajo un modelo basado en la cooperación, la solidaridad y la participación comunitaria.
En tiempos de coronavirus, la profesional explica cuál es el rol que cumplen, cómo ayudaron en la repatriación de argentinos que volvían del exterior, dice que esta semana asistirán a quienes viven en los barrios populares y son los más golpeados por la pandemia y destaca que la Argentina sea "uno de los únicos países que estamos haciendo un gran esfuerzo por no propagar el virus".
Marina Cardelli es docente e investigadora de la UBA, lingüista y activista feminista y fue elegida por el presidente Alberto Fernández como presidenta de la Comisión Cascos Blancos, en febrero. El organismo se apoya en un cuerpo de voluntarios y actúa a través de protocolos internacionales y ante la solicitud de un Estado afectado por un desastre o por un llamamiento internacional humanitario.
Desde su creación en 1994, ha desarrollado más de 300 misiones internacionales de asistencia humanitaria en los 5 continentes, realizando acciones en 81 países. Hoy esa asistencia está abocada a la pandemia del COVID-19.
Una exposición necesaria
"Cascos Blancos es un organismo de ayuda humanitaria internacional que depende de la Cancillería Argentina y nos dedicamos a articular con los países y organismos que lo necesitan, asistencia tanto en respuestas a desastres con gente especializada, rescatistas, asistencia médica o logística como en la sensibilización, con capacitaciones", precisó Marina Cardelli, en diálogo con "Mejor de Mañana" que se emite por 98POP, a través de EL POPULAR Medios.
"Argentina es uno de los únicos países que tiene un organismo especialmente orientado a brindar ayuda humanitaria. Existe desde hace 25 años y está compuesto por un cuerpo de humanitarios civiles. Son voluntarios, sin remuneración, con voluntad de ayudar a otros y a otras, se dedican a hacer", explicó
En el marco de la pandemia "es muy importante actuar. Estamos a disposición de todo lo que haga falta"
-¿Cómo están trabajando en esta pandemia, en el marco de la cuarentena, con personas en aislamiento que necesitan ayuda?
-Estuvimos abocados a una estrategia que ha encabezado la Cancillería argentina con Felipe Solá a la cabeza con la repatriación de argentinos en el exterior. Es un trabajo muy arduo, de atención a las necesidades y de gestiones para que pudieran regresar. El Presidente informó que no va a continuar ocurriendo eso porque hay que preservar a los que vivimos acá de la llegada del virus transmitido por quienes vienen de afuera. Estuvimos instalados en Ezeiza articulando con otros organismos de Defensa, Seguridad, Transporte y Salud. Recibimos a los argentinos que llegan y vienen de muchos días de dormir en aeropuertos y mucho cansancio. Los recibimos, les contamos que el Estado está presente, intentamos trasladarlos lo más cerca de sus casas para cumplir la cuarentena a quienes no pueden hacerlo por sus propios medios. Damos capacitaciones para que entiendan por qué la cuarentena es obligatoria si vienen de países con circulación porque pueden ser peligro para los que quieren y por nosotros. Cómo evitar la propagación, no compartir utensilios, cómo desinfectarse antes de entrar a la casa y contribuyendo para que Ezeiza no fuera un espacio peligroso al quedar algunas horas varado y que la llegada de argentinos no significara la propagación del virus en nuestro país.
-¿Con qué panorama se encontraron? ¿Cómo llegan?
-Llegan muy asustados. Quieren llegar a casa, es un largo camino y llegan exigiendo o pidiendo presencia del Estado y es muy gratificante saber que somos uno de los únicos países que estamos haciendo un gran esfuerzo por no propagar el virus, tomando medidas a tiempo, con el esfuerzo de la repatriación y la presencia del Estado, que es muy importante, para que sientan cierta tranquilidad. Hay mucha necesidad de llegar a casa pero mucho esfuerzo del Ministerio de Transporte y de Cancillería. Igual hasta llegar a casa pasa un tiempo largo. Sabemos que hay quienes no cumplen la cuarentena pero encontramos mucha solidaridad y respeto, eso ha sido gratificante.
-¿Cómo es esa situación, teniendo en cuenta que asisten a posibles portadores del virus?
Igual que pasa con otros trabajadores y trabajadoras y profesionales de la salud o de las Fuerzas Armadas. Algunos estamos expuestos a esto, con medidas de seguridad, prevenciones que dicta la autoridad sanitaria, pero nuestra tarea es estar ahí y enfrentar situaciones. Tenemos barbijos, guantes, mantenemos distancia de un metro, cumplimos el protocolo de seguridad... Es una situación de exposición, sí, pero es una tarea necesaria. Pedimos que la mayoría esté en su casa para preservarse y preservarnos a todos.
Los más pobres sufren más
-Quizá el trabajo más duro en esta pandemia es cuando se pone a prueba la toma de decisiones. ¿Cómo analizás este momento tan asociado y condicionado por las relaciones exteriores?
-Es una situación muy difícil. Siento bastante orgullo de ser parte de un gobierno que está demostrando paso a paso sus medidas y estando a cargo de un organismo que tiene una responsabilidad me siento cuidada y eso es gratificante. Es inevitable...habrá consecuencias dramáticas tanto económicas como humanas, sociales y la sensación de que queda demostrado, una vez más, que lo único que nos va a poder sacar de esto es el Estado. Sin un Estado fuerte, que tenga presencia, que tome decisiones, que proteja a la población no hubiéramos salido. Todas las políticas económicas que debilitan al Estado demuestran que lo único que hacen es desproteger a la población y restringir derechos. En segundo lugar, lo que me parece central es que las desigualdades se profundizan en una situación de emergencia y de catástrofe y de crisis. Los más pobres sufren mucho más. Por ejemplo, las mujeres que están mucho más abocadas a las tareas de cuidado en las familias en momentos de cuarentena se les duplican los esfuerzos porque son las encargadas de los cuidados, de la limpieza... Mientras más desigualdad en las buenas, más desigualdad en las malas y el Estado es el único que nos puede sacar adelante y ese aprendizaje es mundial. Y se está discutiendo en el mundo qué es lo que prima: ¿la vida en el centro, la preservación, la igualdad y los derechos o el mercado y las ganancias? Nuestro gobierno está poniendo en el centro la vida y proteger a la ciudadanía.
-¿Cuáles son los pasos a seguir después del operativo en Ezeiza?
Estamos terminando en operativos en Ezeiza y la semana que viene iniciamos operativos donde las necesidades humanitarias lo requieran. Ya estamos dialogando para ir a ayudar en barrios populares donde la gente vive el día a día y las trabajadoras y trabajadores de la economía popular tienen dificultades para ir a trabajar, donde funcionan comedores y merenderos. No se vive de la misma manera la pandemia ahí que en el centro de la ciudad. Vamos a ir ahí donde creemos que más nos necesitan hoy.
Quiénes pueden ser Cascos Blancos
Cascos Blancos es el organismo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto encargado de diseñar y ejecutar la asistencia humanitaria. Desarrolla sus actividades a través de un modelo basado en la cooperación, la solidaridad y la participación comunitaria. Actúa a través de los protocolos y principios internacionales y ante la solicitud de un Estado afectado por un desastre o por un llamamiento internacional humanitario.
Desde su creación en 1994, Cascos Blancos ha desarrollado más de 300 misiones internacionales de asistencia humanitaria en los 5 continentes, realizando acciones en 81 países que van desde ayuda de migrantes venezolanos, refugiados sirios en El Líbano y víctimas del huracán Matthew hasta apoyo a comunidades indígenas en Misiones o asistencia en el marco del coronavirus.
Uno de los ejes fundamentales del modelo de gestión de Cascos Blancos es el voluntariado humanitario. Los aspirantes deben ser mayores de 18 años, contar con la documentación en regla, participar de las capacitaciones que dicta la organización y estar dispuestos a desplazarse en 72 horas adonde su ayuda sea requerida. Además de tener vocación solidaria orientada a tareas sociales y humanitarias, aptitud psíquica y física y aptitud específica conforme la índole de cada misión.
Trabajan fuera y dentro del territorio argentino en la Gestión del Riesgo de Desastres, tanto en la respuesta rápida a emergencias como en la preparación y prevención, reconstrucción y rehabilitación. La práctica no representa costo alguno para el voluntario: los gastos asociados a transporte, manutención y seguros están a cargo de la organización.
Los interesados pueden inscribirse a través de las redes sociales, Instagram y Twitter Cascos Blancos o mediante la página oficial de la Cancillería (www.cancilleria.gob.ar).
Honrada por la designación: "Toda la vida me dediqué a la militancia social"
"Tengo dos amores. Uno es la política y otro la docencia. Soy docente universitaria y toda la vida me dediqué a la militancia social", apuntó Marina Cardelli, la docente e investigadora de la UBA, lingüista y activista feminista elegida por el presidente Alberto Fernández para presidir Cascos Blancos en Argentina. Eso la convirtió, en febrero, en la primera mujer que ocupa ese cargo dentro del organismo.
"Ayudar a los más vulnerables, ésa es la tarea de la ayuda humanitaria ante la falta de acceso a derechos, ante necesidades muy importantes que se masifican cuando hay un catástrofe", destacó la profesional que estuvo apostada en Ezeiza, encabezando el operativo de repatriación de argentinos en el marco de la pandemia.
En diálogo con "Mejor de Mañana" que se emite por 98POP a través de EL POPULAR Medios indicó que "llego de la misma forma en que lo hacen muchas las mujeres que hoy estamos asumiendo por primera vez en el Gobierno tareas que siempre estuvieron a cargo de varones".
Tiene una amplia trayectoria en su haber. Es coordinadora y codirectora del equipo de investigación de política exterior del Centro de Formación y Pensamiento Génera y fue asesora en la comisión de Relaciones Exteriores y Culto en la Cámara de Diputados de la Nación.
Además integra Agenda Argentina, una iniciativa conjunta de diversos colectivos del pensamiento, la academia, la comunicación y el activismo político que busca contribuir a la elaboración de programas que expresen respuestas para nuevos interrogantes teóricos y políticos. Desde este ámbito participó de diversas publicaciones.
"En un trabajo siempre en articulación con un proyecto político vinculado con la integración. Así es como entendemos que debe ser una política de Estado interna y exterior. En esta responsabilidad es que me siento muy honrada y en continuidad con un camino de compromiso con la organización comunitaria, de ayuda a los más vulnerables", admitió Cardelli.