En la reciente Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, Argentina tomó una posición alineada con Estados Unidos e Israel al votar en contra de un proyecto que buscaba conceder a Palestina el estatus de miembro pleno en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este gesto marca un cambio significativo en la tradicional posición diplomática argentina en relación al conflicto en Medio Oriente.

El proyecto, promovido por una alianza de naciones árabes, Venezuela, y Nicaragua, entre otros, recibió la oposición de Argentina, que se convirtió así en el único país latinoamericano en votar en contra de la resolución.

Este cambio representa un giro en la política exterior del país, que históricamente ha mantenido una postura de equidistancia ante el conflicto en la región. Sin embargo, bajo la administración del presidente Javier Milei, Argentina ha adoptado una política de alineamiento sin matices con Estados Unidos e Israel. Según declaraciones recientes del Presidente, este alineamiento se percibe como una obligación moral más que como una opción entre diversas posiciones.

Un total de nueve países, incluyendo a Israel, Estados Unidos, la República Checa, Hungría, Micronesia, Nauru, Palau y Papua Nueva Guinea, votaron en contra de las pretensiones del mundo árabe en esta votación.

A pesar de la oposición de algunos países, la Asamblea General adoptó una resolución que otorga a Palestina mayores derechos de participación en la ONU y solicita al Consejo de Seguridad que reconsidere su membresía plena. Esta decisión refleja un intento por parte de la Asamblea General de mostrar que la posición norteamericana es minoritaria, especialmente después de que Estados Unidos vetara la incorporación de Palestina como Estado miembro de pleno derecho en una votación anterior.