Cacho Fernández

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Faltan apenas unos veinte días para la Paso y los espacios políticos continúan tan divididos como lo estuvieron hasta hace unos meses. La política nacional está atravesada por el odio y otras emociones negativas. La teoría de Laclau de encontrar un enemigo para cohesionar la fuerza propia sigue tan vigente como lo estuvo a mediados del siglo veinte, cuando el fascismo europeo, versión italiana y alemana, y el stalinismo soviético creaban cada uno de ellos un enemigo al que demonizaban absolutamente para establecer una hipótesis de conflicto que les facilitara al resto la conformación de sus propias identidades y la unidad de su propia militancia alrededor de la existencia (o invención) de un enemigo común.

En virtud de esta teoría o estrategia, al supuesto enemigo se lo demoniza hasta el hartazgo, la política se vuelve maniquea entre un sector propio que representa al "bien" y uno opositor que sería para ellos el "mal", y esta oposición mítica termina desplazando la misma esencia de la historia que es la lucha de intereses encontrados. Esta ideologización extrema de la puja política acaba generalmente en tragedia o escándalo, casi como una tragedia shakesperiana.

El esquema comenzó a regir en la Argentina con la 125, cuando Cristina y Néstor Kirchner, en un rincón, y el campo en el opuesto llevaron a cabo una pelea sin fin y sin retorno. Luego, el matrimonio presidencial haría extensiva a los medios esta demonización de la presunta "oligarquía terrateniente" que volvía como actor social a la historia argentina. El oficialismo necesitaba de su existencia para definirse frente a la crisis global que amenazaba al país luego de la burbuja financiera que iba haciendo añicos los sueños de estadounidenses y europeos por viviendas que adquirían con dinero virtual e inexistente.

Para los Kirchner, retornaban con el campo un supuesto Braden redivivo y para sus opositores, el fantasma del Perón belicoso de la década del Cincuenta aterrizaba nuevamente en la historia después de medio siglo.

Pero, ambos caían sin saberlo en aquella concepción al menos fascista de elegir o crear un enemigo demonizado que les permitiría cobrar identidad y a la vez cohesionar su propia tropa.

En virtud de ello, la política deja de ser racional y se transforma en una colisión de credos religiosos en pugna en donde, y por el choque de creencias, el diálogo se torna imposible.

Aquella vez, en 2008, Pichetto, entonces presidente del bloque kirchnerista, intentó un acercamiento entre ambas partes, pero según dijo el titular del Encuentro Republicano Federal en su visita a Olavarría. Algo parecido habría procurado el entonces Vicepresidente, Julio Cobos, y posiblemente, detrás de esos sendos fracasos de diálogo se oculte el fracaso argentino que hoy se padece y que oscurece la perspectiva de un futuro medianamente alentador y colmado de nubarrones que no nos permiten ver el abismo al que estamos a punto de precipitarnos.

Esta concepción deviene en grietas políticas que suelen ser buenos negocios para la dirigencia y también garantías de mediocridad intelectual y obviamente política. En ellas, las primeras que se caen en sus profundidades son las ideas y la inteligencia.

Divisiones extrañas

El último sondeo de opinión conocido muestra que los intendentes son quienes mejor están ante la gente en cuestiones de imagen, los sigue el gobernador y luego aparecen los dirigentes nacionales como los últimos escalones de esta pirámide jerárquica de las ofertas electorales. 

En Olavarría, la grieta sigue tan vigente como en los últimos comicios, y hasta ahora, esta realidad tan binaria le ha sido favorable al oficialismo. El Intendente, Ezequieln Galli, continúa preocupado por lo que calificó como una mezcla de recesión con inflación, como diagnosticó el mismo jefe comunal hace una semana por este medio.

El peronismo, en su mayoría representado por el camporismo, ha tenido performances cambiantes, a veces por la coyuntura y sus candidatos locales y otras por sus referentes nacionales que tuvieron en su momento. Pero su conducción local no pudo encontrar la manera de sumar nuevas voluntades. 

Las condiciones en esta coyuntura estaban dadas para acordar una sola lista, sin embargo, en vez de diálogo y acuerdo, hubo escisión y la conformación de tres listas dentro del espacio general de Unión por la Patria. Posiblemente porque había tres intendenciables que querían probar suerte y no quisieron bajarse, y eso contribuyó también a la imposibilidad de conformar una lista de unidad. 

Algo similar ocurrió en Juntos por el Cambio en donde solo el larretismo pudo conformar una lista de unidad con el sector radical de Evolución, mientras que el bullrichismo, pudiendo acordar una sola lista, acabó siendo inexplicablemente divisible por dos. 

Una lista del PRO, liderada por Dalton Jáuregui, y la otra por el radical Marcelo Spina, de la agrupación "Adelante radicales", que además perdió en el camino a su líder fundamental, el neurólogo Facundo Manes, quien irrumpió en la escena política con mucha fuerza, pero acabó agotándose en el ímpetu. En fin, el mismo proceso que pasan muchas buenas intenciones en la Argentina. Hoy, la lista que lidera Marcelo Spina se parece más al afán de demostar una reafirmación radical radical que a una postura general dentro de las elecciones, salvo que se hubiese querido dividir el voto del bullrichismo para preservar su autonomía respecto del PRO, su aliado principal en Juntos por el Cambio. En síntesis, un enigma similar al que presenta la nueva Matemáticas que afirma que el todo es más pequeño que cualquiera de las partes, o un misterio tan insondable como el de la Santísima Trinidad. 

La historia de Juan

En el peronismo ocurren cosas parecidas y, lo mismo que la izquierda, se llega a pensar que una facción en actitud separatista puede llegar a sumar mucho más que tres unidas. Pasa en todos los niveles del Estado y en todos los partidos o espacios electorales. Sergio Massa no sabe cómo hacer para bajarlo a Juan Grabois con su discurso demodé, similar al de Astolfi, Ibañez o cualquiera de los historiadores de los textos con nivel de secundario.

Según el monaguillo de Francisco, los argentinos vivieron constantemente en conflictos bélicos contra invasores entre los cuales solo faltan los Beatles y Rollings Stones, como ironizaba Mafalda, como colonizadores culturales. 

Lo cierto es que tanto Massa como Kicillof no saben qué hacer para correrlo de la foto de campaña porque para ellos, Grabois sería una máquina de restar votos.

Lo cierto es que el peronismo en todas sus facetas, luego de la gestión de Juan M. García Blanco, jamás pudo recuperar el gobierno municipal. De no ser por el pase de Helios y José Eseverri al kirchnerismo y luego al massismo, hoy por hoy se cumplirían 32 años que esa identidad política no puede conducir la Municipalidad. 

Experimentados vs virginales

Esta vez, el peronismo se presenta con tres versiones que hoy desafían al destino buscando sumar votos independientes y peronistas moderados con tres listas diferentes. De esto se desprenden la certeza de un ganador y la incógnita de cómo se va a integrar la lista definitiva para que los votantes de los perdedores no migren hacia otras listas. En ese sentido, el esquema de Máximo Kirchner de que el segundo puede poner solo el séptimo concejal parece no colaborar en ese objetivo. 

La lista que encabeza Maxi Wesner sería la que tiene mayores posibilidades de un triunfo, pero la que lidera Hernán Parra y la que lo lleva a Eduardo Rodríguez como precandidato a intendente confían una muy buen comicio y hasta se animan a vaticinar un probable triunfo. Con esa confianza encararon estos comicios. 

Parra se manifestó "muy convencido y fuimos construyendo esa confianza a partir de los encuentros que tenemos con la gente en los barrios". Su primer concejal, Sergio Milesi supone que los vecinos buscan una oxigenación de la política, es decir, apostará a llevar gente nueva al Municipio".

En tanto, y mientras Ezequiel Galli está convencido que el pueblo olavarriense apoyará todo lo que signifique experiencia de gestión, y nosotros la tenemos", asegura el jefe comunal, esgrimiendo sus dos mandatos desde 2015 en adelante.

La tasa de la discordia

Para el titular de Foro Olavarría, Eduardo Rodríguez, quien cuenta con algo a favor, pero a su vez es una presión extra que el candidato a Presidente sea quien lidera su partido, el Frente Renovador, "el ciclo de Galli está terminado", se animó a decir.

Hernán Parra es quien menos experiencia tiene en política, pero no en gestión, ya que conduce CORIM, fue parte de la conducción de la Unión Industrial de Olavarría y es un conocido empresario durante muchos años. "Yo tengo toda la voluntad y sé lo que tenemos que hacer si llegamos a gobernar el Municipio. Al respecto enarbola la idea de incrementar la recaudación del denominado impuesto a la piedra, "primero buscando llevar la tasa al 4% histórico y a la vez procurar una mayor fiscalización y una mejor auditoría", porque a su juicio y el de Parra, "con mayor recaudación se puede incrementar la obra pública que va a redundar en un círculo virtuoso por la mayor utilización de cemento para las empresas".

También enfatizaron en que con ese plus de recaudación se podría construir un nuevo matadero y extender la red de gas hacia zonas que no cuentan con ese servicio tan esencial. "hay que cobrar mejor esa tasa", subrayaron.

Sienten en que en esa oferta kirchnerista/massista de Unión por la Patria, ellos se definen como "democráticos en cómo elegimos nuestros candidatos, nada se decide a dedo, y si bien yo tenía todas las ganas de postularme para intendente, fueron los demás quienes lo decidieron, siendo que el 'Tano' (Milesi) también podía serlo y sin embargo no quedaron heridas entre nosotros, todo lo contrario", adviritió Hernán Parra, quien además añadió que la gran mayoría de los nombres del espacio no participaron nunca en política. "Aparte, no acudimos a parientes para completar las listas", disparó.

El eterno retorno

Según medios nacionales, el Gobierno pretendería manejar los ascensos de militares de bajo rango. El proyecto que ya entró en el Senado por iniciativa del presidente, Alberto Fernández, y ya rechazado por la oposición de Juntos por el Cambio, autoriza al presidente a ascender suboficiales pasando por encima de la junta de calificaciones y sus superiores jerárquicos y limita la libertad de Expresión de los retirados, entre otros motivos. En fin, el proyecto de Fernández confirma una vez más aquello de que los argentinos siempre tropiezan con la misma piedra.

En efecto, el proyecto del Presidente, que lleva las firmas de Jorge Taiana y Agustín Rossi, nos remite a esa especie obsesión de cierto peronismo de querer politizar a las fuerzas armadas tal como ocurrió con la división entre las dos facciones militares de "profesionalismo integrado" y "prescindente", cuando el coronel Vicente Damasco fue designado como ministro del Interior en agosto de 1975, por la entonces presidenta, Isabel Perón. 

Antes, el mismo Perón había sacudido el ámbito militar (fundamentalmente el de la Marina) cuando el viejo líder ascendió a Emilio Eduardo Massera de un plumazo pasando a retiro al resto de los marinos que estaban en condiciones de ascender y ocupar el lugar del elegido por Perón, quien luego, y paradójicamente, sería uno de los golpistas que desalojaría del poder democrático a su propia esposa para inaugurar la dictadura más cruenta de la historia nacional. 

Tal vez Perón estimó que Massera sería su sucesor en un futuro. El líder peronista había puesto en marcha una aventura peligrosa con el sujeto más emblemático del terrorismo de Estado puesto en marcha en marzo de 1976. 

Perón había decidido pasar a retiro a toda la plana mayor de la Armada nombrando a ese marino de apenas 48 años, que de ser un hombre de su confianza sería luego no solo un golpista sino también uno de los personajes más siniestros de la historia nacional. 

Pasado un tiempo, Massera había puesto en marcha su propio partido seduciendo a alguna dirigencia gremial y política e hizo trabajar en esa estructura partidaria, extorsivamente, por supuesto, a algunos de los prisioneros secuestrados en la Esma. 

 La versión de politizar un sector o todo el ejército es absolutamente peligrosa para la democracia. ¿Qué se busca con ello?, ¿conformar un respaldo político-ideológico de una determinada identidad si es que tiene el ejercicio del poder y para poder controlar a quienes no lo sean? Esta idea, macabra y teñida de fascismo, es una verdadera amenaza para la democracia y el Estado de Derecho.

De todos modos, y como una suerte de alivio para los argentinos, Horacio Jaunarena, ex ministro del Interior de Raúl Alfonsín, y otros referentes opositores ya advirtieron sobre esa especie de "ideologización"de las FF.AA y adelantaron su rechazo.