"Yo vivía en pleno centro. Mi papá tenía la farmacia frente al Club Español, pero Racing era mi segunda casa. De la Escuela 1 me iba al Parque Mitre y de ahí a Racing. Hay un libro que escribió Roberto Forte, compañero mío desde primer grado, que pinta claramente el lugar adonde íbamos a jugar, en la que después fue la cancha auxiliar chaira, en esa vieja casa que eran los vestuarios. La pinta tal cual como la vivíamos desde los 5 o 6 años. Después del secundario, en el Colegio Nacional, nos fuimos a estudiar a Bahía Blanca con Hugo Bonsignore, ya compañero del Nacio. Nos recibimos y después hicimos la residencia en Buenos Aires y fui el primere de residentes en bioquímica del Hospital de Clínicas. Después nos vinimos a Olavarría y comenzamos con el laboratorio privado" comenzó contando Roberto Tyberg.

"Instalamos el laboratorio en Sargento Cabral casi Lamadrid, y después vinimos a este (Alvaro Barros y 25 de Mayo) que construimos especialmente. ¿Por qué bioquímica?, mi papá era bioquímico, pero no estudié por eso. Es normal, a veces, que uno estudie cuando influye un profesor del secundario y a mi me pasó gracias al doctor Lazzarini, que era bioquímico y rector del Nacional. Era un profesor muy especial y por eso elegí bioquímica", recordó Roberto.

"El comienzo fue duro. Cuento una anécdota: en el lugar donde estaban los aparatos jugábamos con Hugo a la pelota porque no entraba nadie. Era lógico, claro. Y hoy viene gente que ya es cuarta generación, una cosa increíble. A veces me pregunto por qué el reconocimiento llega al final y no en otro momento de la carrera, pero debe ser así, seguramente. Luego nos fueron conociendo, las amistades también se acercaron y, además, tuvimos una política de reinversión en el laboratorio. Lo último que salía, lo comprábamos, y eso hizo que en el centro de la provincia había análisis que hacíamos solamente nosotros. Entonces ya comenzó a venir gente de afuera. Antes, quizá, el que comenzaba a ganar un peso lo invertía en campo o casas, pero nosotros lo poníamos en el laboratorio", agregó Roberto.

Respecto de lo que aportó la tecnología para el trabajo de un bioquímico, Tyberg dijo que el cambio fue enorme. "Pasó de ser un trabajo artesanal, como era en su momento cuando empezamos, a ser ahora totalmente automatizado, robotizado, aunque con menos margen de error, por supuesto. Cambió el paradigma de la profesión: antes uno se dedicaba a hacer análisis y ahora hay que intrepretar, estudiar lo que va dando el trabajo en si, porque en el 90 por ciento lo hace la máquina; no todo, porque el microscopio lo sigue mirando el profesional. Pero ahora se interpreta el resultado y ayuda con eso al diagnóstico. Y, por supuesto, tengo un equipo de trabajo desde hace diez años aproximadamente, luego del fallecimiento de Hugo. Es fundamental trabajar en equipo. Además, tengo dos debilidades: una es Racing y la otra viajar, y para viajar necesitaba gente, y he recorrido el mundo así que el equipo es fundamental. Llega también un momento en la vida en la que hay que delegar, por múltiples motivos, y es lo que fui haciendo. Tengo gente capacitado y estoy tranquilo, y dos ojos jóvenes ven mejor que dos ojos viejos", afirma riéndose Roberto, quien viaja seguido a Estados Unidos a ver a su hija Gabriela -casada con un cubano- y a su nieto Ethan, quienes están radicados hace ya muchos años en Fort Lauderdale, en el centro del estado de la Florida. "Ethan tiene dos años y el próximo nieto nacerá el 1 de agosto", cuenta este dirigente casi permanente de la entidad chaira.

"Yo siempre fui dirigente. Mientras estudiaba, durante la carrera, y debo ser uno de los pocos que hizo un curso de dirigente deportivo en Olavarría, en la época en que Blas González era presidente de la Liga y me llevó como secretario. El curso se hizo en Club de Amigos, en Buenos Aires. Siempre me gustó la dirigencia y el fútbol, así que siempre estuve ligado a Racing, y también como dirigente gremial durante unos veinte años" terminó diciendo Roberto Tyberg, casado en 1972 con Susana Ditinis (licenciada en enfermería y que fuera jefa de su especialidad en el Policlínico Ferroviario y en el Hospital Municipal).