"Yo descubrí la carrera mientras iba estudiando. Así fue. Me recibí, pero como siempre trabajé mientras estudiaba, fue duro. Lo bueno es que en la Universidad del Sur todo está programado y si hay una materia de 8 a 10 horas, no se cambia nada. Entonces no podía cursar todas las materias, se me complicaba porque no me daban los horarios. Yo trabajaba de 14 a 22 horas, en un laburo que nada que ver con mi carrera. Era mucho sacrificio. Pero mi viejo (Estergidio, fallecido) me decía siempre que los esfuerzos que se hacen en la vida en algún momento te van a recompensar. Y así fue" siguió contando Fabio.

"Entré a trabajar en Ferrosur en Bahía Blanca. Y luego de varios años un hombre que ahora es cliente en nuestro estudio, un capo realmente, me mandó a Buenos Aires a capacitarme. Fueron casi dos años. Iba en micro, eran doce horas de viaje de ida y otras doce de vuelta; después me pagaron el avión. Mientras me capacitaba, trabajé en Bahía Blanca y también en Olavarría, porque me trasladaron ya que tenía que seguir haciendo prácticas, así que posteriormente me dijeron dónde quería quedarme y con mi señora decidimos venirnos para acá. Así que de lunes viernes estaba en Olavarría y los fines de semana íbamos a Bahía con mi señora, que también es bahiense. Pero Buenos Aires no me gusta para vivir así que elegí Olavarría, que es más parecida a mi ciudad", continuó recordando. "Yo vine a Ferrosur, obviamente, y mi señora (Susana Marcio, gestora) renunció a su trabajo para venirse conmigo", afirmó.

"Mientras estaba en Ferrosur, en el ´98 comencé a sumar algunos clientes. Era algo chiquito, porque el trabajo en la empresa me absorbía casi todo el día. Mi primer cliente, Pablo Scheppis, de Loma Negra, a quien todavía lo tengo y ya somos amigos. De a poco fui creciendo, ya que mi idea era independizarme. Pero no era fácil, sobre todo porque a mi no me conocían mucho en Olavarría. Yo le debo mucho a Ferrosur, donde conocí mucha gente más allá de la capacitación que me dio, ya que inclusive aplico ahora como contador muchos métodos que aprendí allí. Me los enseñaron los profesores de la vida, que te enseñaban cosas cuando me llevaban a reuniones con contratistas, por ejemplo. Así como el respeto y la solidaridad, que también me inculcaron mis viejos. Y uno de esos profesores de la vida hoy es alguien que tiene un cargo muy alto y es cliente nuestro actualmente. Como decía mi papá, la vida en algún momento recompensa el esfuerzo" continuó contando Heredia.

Pero llegó el momento en que decidió irse de Ferrosur para independizarse. El enorme desafío de abrirse camino solo, aunque con el respaldo de su esposa Susana en todo momento. Así formaron un pequeño equipo, que luego se agrandó: no sólo por las dos hijas que agrandaron la familia, sino porque ahora en el estudio ya son tres contadores y dos gestoras. "En 2011 me independicé. ¿En qué nos especializamos?, fundamentalmente en el tema tributario y en lo laboral, aunque obviamente también hacemos contabilidades para empresas, que siempre hay que hacerlas. En el estudio estamos divididos por tareas, ya que también está la contadora Marisa Diminuto que está abocada más a lo contable y le estoy delegando lo laboral a Melisa Díaz, y también están Gabriela Coumeig que se dedica a lo que es control de contratistas, registración de comprobantes, el IVA, Ingresos Brutos, etc., y mi esposa", señaló ese cordobés que no tiene el tradicional acento: "En San Francisco estuve una semana nada más, porque a mi viejo -que era ferroviario- lo trasladaron a Bahía Blanca", dijo el padre de Lourdes (22, estudia veterinaria en Tandil) y Laura (14, va al secundario a Cáneva, "pero a ella le gusta el arte, el dibujo y la pintura especialmente. Herederos de la carrera no tengo, porque mi sobrino estudia ingeniería"".

"Permanentemente hay que estar capacitándose en esta profesión. No terminamos nunca de leer las cosas nuevas que se van incorporando. Todos los días nos mandan mails con las actualizaciones. Esto es así. Si alguien se recibió hace diez años y nunca ejerció, pero quiere empezar ahora, debe empezar a estudiar de cero. El tema es hacerlo con pasión, sino el trabajo te pesa", afirmó Fabio, quien se emociona cuando recuerda a su padre y habla con orgullo de su mamá (Elba Peralta), "que era ama de casa y modista. Y yo soy el menor de tres hermanos: tenía una hermana (Mónica, "la Picky le decíamos. Estaba en Punta Alta", dice) que falleció el año pasado por culpa del coronavirus, y mi otra hermana es Silvia, "a la que me aferro con mucha fuerza. Hablamos todos los días. Tiene un negocio de comidas. Somos muy unidos. Hay cosas que te pasan en la vida que te hacen pensar de otra manera, hay que disfrutar lo que tenemos. Somos familieros y de hacer con fiestas grandes, y la Navidad que pasó fue la peor, sin mi hermana Mónica que falleció en septiembre, tenía un aura muy especial, se notaba su presencia" agregó, para resaltar que "mi viejo me inculcaba la amistad, la solidaridad. Era un guía para mi. Y siempre me decía que más allá de que fuera buen contador, debía ser buena persona. Porque la gente de eso se acuerda toda la vida".

San Francisco, Punta Alta, Coronel Pringles y Bahía Blanca fueron las ciudades que llevaron a su papá en el derrotero de su vida como ferroviario. El agregó Olavarría y acá está hace tiempo. Inclusive, se siente un olavarriense más, a tal punto que a Bahía Blanca va un par de veces al año, ya que su vida está acá, la profesional y también los amigos que fue haciendo día tras día.

"¿Bahiense u olavarriense?. Uhhh, ese es todo un tema. Soy mitad y mitad. A Olavarría me vine en el ´97 y al principio no nos hallábamos y los fines de semana no sabíamos qué hacer con Susana, así que cada quince días nos íbamos a Bahía; inclusive me quería ir para allá y tiraba currículums. Pero cuando nació Lourdes todo cambió. Ahora en Bahía no conozco a nadie y acá sí ya tengo muchos amigos, ya es la ciudad nuestra. Todo lo que tenemos se lo debemos a Olavarría" comenta, mientras una tos no muy fuerte aún lo sigue, luego de haber estado internado un mes con Covid que le metió miedo y que, luego de superar ese mal momento, le hace ver las cosas de otra manera.

Volviendo al tema profesional, tiene conceptos claros de lo que quiere brindar a sus clientes en el día a día. "El tema es este: cuando llega un cliente, yo pregono junto con el equipo, que se sienta cómodo y que nos delegue. Por ejemplo, un mecánico: que se dedique al motor del auto, ya que nosotros somos los encargados de administrarle, siempre y cuando nos haga caso. Porque debe seguir las pautas que hay que cumplir, obviamente. Somos muy exigentes y si es necesario llamamos por teléfono todos los días, pero es por el bien del cliente, ni más ni menos. Los clientes se encargan de los pagos, porque eso es mucha responsabilidad e inclusive se hace en forma electrónica. Pero la idea es que se sientan cómodos y fundamentalmente que se sientan parte del estudio. Si yo cobro 10 y otro le cobra 5, se puede ir con el otro, pero yo quiero que piense y sienta que se le cobra un determinado valor pero se le hace absolutamente todo para que esté tranquilo" terminó diciendo Fabio Heredia, quien agradeció especialmente a todo su equipo de trabajo, "porque tienen puesta la camiseta. Pertenecen al estudio y siento orgullo de mi equipo".