"Estoy como presidente del Colegio de Farmacéuticos de Olavarría, nuevamente, desde 2019. Yo me había retirado en realidad, un par de años antes, pero en el ´19 me pidieron que diera una mano por unos meses para cubrir el cargo hasta 2020 que se iba a realizar la renovación de autoridades pero debido a la pandemia no se pudieron hacer asambleas así que continué. Pero mi mandato termina el próximo 31 de marzo y definitivamente me voy a retirar de la dirigencia" comenzó explicando Fernando Bueno, quien hoy celebra junto con sus colegas el Día del Farmacéutico.

"El próximo año se van a cumplir 30 años como dirigente y ahí sí me retiro", agregó Fernando. "¿Si me cansó la dirigencia?, es desgastante y quizá la pandemia y un montón de situaciones que se dieron hicieron que uno se canse un poco. Quizá la gente no sabe, pero nuestro sector dirigente se hace por amor al arte, no cobramos un peso. Entonces es tiempo, es dedicación, muchas cuestiones, quitar tiempo al trabajo y a la familia, y por lo general es atajar problemas porque las palmadas son pocas. Creo que 30 años es una buena cuota de mi parte para decir que contribuí con la profesión en lo que pude, con la salud pública, y es necesario que haya una renovación porque es totalmente saludable. Es que fueron treinta años como dirigente, entre secretario y presidente y otros cargos", señaló.

"Me invitaron a participar en el año 1992, algo raro porque era foráneo y joven. Hacía dos años que vivía en Olavarría. En aquel momento estaba Juan Luis Urrutia como presidente del Colegio y me invitó para acercarme, y de ahí pasé por todos los cargos incluyendo la gestión que hice en La Plata, en el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires, durante cuatro años" siguió diciendo este cordobés nacido hace 57 años en Alta Gracia, aunque del tradicional cantito cordobés nada le queda.

Es que apenas se recibió en la Universidad Nacional de Córdoba -que está en Córdoba capital-, necesitaba trabajar. "Entonces estuve un tiempo en el sur, en Piedra del Aguila, en el medio del desierto. Pero no en el pueblo, sino donde estaban haciendo las represas, 30 kilómetros desierto adentro. Como debut y experiencia fue muy buena. Después, las vueltas de la vida me trajeron a Olavarría" contó Bueno, quien aclaró que "nunca tuve mucha tonada cordobesa. Hay muchas localidades que no tienen ese cantito, aunque cuando me enojo un poco, "patino", y se me nota la tonada".

¿Cuánto y cómo sufrió el sector farmacéutico el tema de la pandemia?

La verdad es que lo sufrimos bastante, en realidad. Lo voy a recordar como el año que más tiempo estuve en la farmacia y en el que menos ingresos tuve. Es que nosotros tuvimos que readaptarnos rápidamente a la pandemia y si bien había un protocolo a nivel país, cada localidad tenía sus propias reglas de horarios. Nos fuimos acomodando para cumplir con eso, pero vimos que con el horario cortado se complicaban las farmacias hasta las 3 de la tarde, y que después de las 16 no andaba nadie. Pero si cerrábamos a las 16 perdíamos el servicio de las droguerías que cerraban a las 18. Adaptamos también la atención al público en un momento en que no había mano de obra, ya que hubo que poner separadores pero esa profesión estaba vedada para trabajar porque no era esencial. Y todo eso fue sin dejar de atender un solo día del año, todas las farmacias, y sencillamente se ganó menor dinero porque no hubo gente enferma.

¿Cómo fue eso, explicalo?


Es que más allá de la gente que se enfermó de Covid, no hubo enfermos, no hubo chicos en los jardines con mocos, ni se resfriaba nadie, no hubo enfermos literalmente. Es algo que se puede hablar con los médicos, con los pediatras. Nosotros hacemos lo que se llama una compra de "pretemporada", por decirlo de alguna manera, una parte en noviembre y otra en marzo, pero todo lo que es antigripal y jarabes para la primera etapa del año que es hasta abril. Pero compramos como siempre y todos los farmacéuticos debimos tirar, vencida, el 99 por ciento de la compra que habíamos hecho. Porque no vendimos ni un jarabe para la tos, no hubo patologías. Recién en septiembre, cuando se abrió un poco la cuarentena y se liberaron algunos horarios, las patologías propias de la primavera comenzaron a aparecer. Pero en invierno no hubo patologías y por ende estábamos en las farmacias para cumplir horario.

¿Y actualmente cómo están?

Comparado con el año pasado estamos mejor, pero sufriendo la crisis del país como cualquier argentino. Nuestro sector es una cuestión muy especial porque en realidad obligadamente financiamos la seguridad social, que está en crisis ya sea la nacional (PAMI), la provincial (IOMA) e incluyendo las prepagas, que están pasando un momento crítico y eso indudablemente se ve reflejado en los pagos.

¿Todo eso repercute en ustedes, quizá los primeros perjudicados en esa cadena?

Nosotros somos el último escalón que le hacemos frente a la situación. Y cuento el tema de las vacunas antigripales: se hace la preventa, hace un par de días nomás, ya que de acuerdo a lo que pedimos se compra en las droguerías y a su vez las produce el laboratorio. De esa manera los únicos que se arriesgan somos nosotros los farmacéuticos. Yo puedo decidir comprar cien vacunas, la droguería suma el conjunto de las vacunas que le pidieron las farmacias y el laboratorio produce de acuerdo con lo que le pidieron. Llega marzo/abril, nos envían las vacunas y hay que pagarlas, obviamente, y después pasa como el año pasado en el que me quedó el 80% de las vacunas en la heladera porque nadie se vacunó contra la gripe, incluyendo la salud pública.

¿Por qué?

Sencillamente porque todo el mundo estaba esperando la vacuna para el Covid y para que no se superpusieran las fechas mucha gente quedó esperando y no se vacunó contra la gripe. Es que había que tener un lapso, entre 14/20 días, entre una vacuna y la otra, pero como se demoró tanto la del Covid entonces nadie se dio la de la gripe. Además, la gente estaba muy asustada y había una confusión bastante importante al respecto, a diferencia de 2019 que si hubiéramos tenido un millón de vacunas contra la gripe las hubiésemos vendido a todas. Entonces uno se maneja con las estadísticas anteriores y cuando me llegó el correo de la preventa no sabía qué estadística utilizar para comprar las vacunas, si las tenía a todas en la heladera. Es decir, los farmacéuticos toman riesgos y las consecuencias las pagamos nosotros. Porque pagamos las vacunas hace un año a la drogueria y ésta se las pagó al laboratorio. Los únicos que perdemos en esa cadena somos los farmacéuticos, es así. Así que, literalmente, debemos tirar todo vencido. Este año estamos un poco mejor que el año anterior, pero aún estamos pagando las consecuencias.

¿Qué pasó con el tema recetas?

Otro cambio importante que hubo fue en la seguridad social respecto de la receta electrónica, o la que venía por WhatsApp. En 2020 valía todo porque la gente no podía circular y las auditorías empezaron recién cerca de fin de año, y en 2021 comenzaron a mover todos los débitos. Cómo puede ser si estamos en pandemia, pero nos debitaron muchísimo IOMA y PAMI. Inclusive hubo consultorios médicos que cerraron. Para mi, ante la incertidumbre, era mejor no atender por obras sociales hasta que las reglas no estuvieran claras.

¿Y las reglas no están claras todavía...?

Aparentemente las habían clarificado por la pandemia, pero no fue tan así. Eso depende del estado pero también depende de cada obra social, y las obras sociales están bastante complicadas en líneas generales. Nuestro trabajo, alrededor de un 80 por ciento, pasa por las obras sociales. Hay incertidumbre, sin dudas, más allá del trabajo diario, porque a veces no sabemos cuándo ni cuánto vamos a cobrar.