"Cuando estoy dibujando, siento que no hay nada más alrededor"
Franco Loreto tiene 20 años y desde muy chico supo que en el dibujo podía sentirse libre. Luego entendió que estar sentado frente al papel en blanco y con la cabeza puesta en crear era lo suyo. Con la idea de mejorar sus trazos sobre el cuerpo humano empezó a estudiar Anatomía y desde ahí se conectó con la Medicina. Hoy lleva sus pasiones a la par y resalta los puntos de conexión entre ambas.
"No era de la clase que estaba todo el tiempo adentro sino que estaba todo el día afuera pero cuando volvía me gustaba ponerme a dibujar, a leer", dice en diálogo con FINDE y comenta que a los 15 años las palabras de su madre finalmente le hicieron click. "Cuando me fui más grande y con chances de poder hacerlo bien, me puse a dibujar en serio", explica.
"Dibujaba animales o cosas por el estilo, con el tiempo empecé en un taller de dibujo para aprender a dibujar bien una figura humana, que era lo que más me interesaba a mí. Muchos dinosaurios, creaba cosas nuevas. Obviamente siempre al alcance de un chico", aunque señala que comparado con los chicos de su edad estaba más avanzado.
Hoy, con casi 20 años, Franco está en 3er. año de Medicina y afirma que también llegó a la carrera por el dibujo, ya que le gustaba "aprender Anatomía para dibujar mejor. Esa fue la única razón por la que empecé. Después le tomé el amor a la carrera, pero la razón primordial fue por eso: para aprender Anatomía y dibujar".
"Creo que lo que mi mamá vio que tenía esa capacidad creativa, porque no se ve en todos las facilidad para crear o para quedarse sentado delante de un papel. La mayoría de los chicos están 10 minutos haciendo una cosa y se aburren. Yo estaba horas y horas sentado. Además, supongo, que me había encontrado en eso que hacía", afirma.
"No sé cómo será para los otros artistas, pero para mí cuando estoy dibujando siento que no hay nada más alrededor, como que estás vos y el papel. Como si el papel en blanco te da la capacidad de hacer lo que vos quieras. Es tu mundo, son tus propias reglas, es todo lo que vos querés y lo que marca el lápiz. No hay ningún límite, no hay ninguna preocupación".
"Al principio era muy difícil, pero después que iba progresando, era como que cada vez era más fácil aprender", cuenta de su paso por un taller, donde estuvo un año. Pero luego decidió seguir aprendiendo por las suyas para convertirse en autodidacta y poder experimentar con técnicas y herramientas.
Dar de sí mismo
Para Franco, el dibujar es un forma de sí mismo porque "das una parte de vos en el papel, transmitís como te sentís y eso es independiente de lo que estés dibujando" y agrega que "las herramientas que uses, los colores, los matices, la sombra, la luz, los detalles o la falta de detalles, son las herramientas que tenés para poder expresarte como te sentís". Reconoce que cuando comenzó a dibujar eran cuestiones que no tenía en cuenta, "pero aun así yo pintaba como me sentía".
"Dibujo con lápiz, con lapicera, con pluma. En pintura uso monocromo y solamente me encargo de hacer las sombras, las luces uso las del lienzo. Se puede decir que me especializo en el trabajo de las sombras, lo que hago es dominarlas", manifiesta.
"La verdad es que todo lo fui descubriendo a medida que iba haciendo. A pesar de que iba al curso estaba todo el tiempo consumiendo arte. Estoy todo el tiempo investigando, leyendo, mirando cosas sobre el dibujo o sobre el arte", menciona, y recuerda que cuando visitó el Museo de Bellas Artes en Buenos Aires quedó fascinado.
"Después de ir fue como un "boom" del que ya no hubo marcha atrás porque encima fui en la etapa en la que estaba dudando si darle la importancia que le doy ahora al dibujo o no". Hasta aquel momento "era como hobby nada más, pero después de ir decidí que era lo mío", porque "es el lugar adonde vas cuando no sabés adónde más ir: estás mal, dibujas; estás bien, dibujás; te aburrís, dibujás... Es como una terapia, por así decirlo".
Cuando finalmente se decidió por el dibujo, Francos comenzó un taller con la idea de aprender técnicas. "Empecé a dibujar como cualquiera, con lápiz. Después en el taller el profesor me empezó a mostrar lápices de colores, que se podía dibujar con lapicera y empecé a buscar en Internet para ver cómo quedan las obras y me encantó", dice, y afirma que "lo que más me llamó la atención es que cuando estás dibujando no podés cometer ningún error, porque la tinta no se borra, queda. Cada trazo lo tenés que hacer más delicado, o más fuerte, o más cantidad de trazos o menos. Jugás con un recurso bastante precario, porque es tinta y la bolita de metal de la punta. Una vez que la aprendés a dominar es como una extensión de tu mano".
La relación entre
el arte y la medicina
"La historia es bastante sencilla", dice cuando se refiere a cómo empezó a estudiar Medicina y cómo lo relacionó con el dibujo. "En un principio quería estudiar Bellas Artes en Buenos Aires, pero no pude y entonces elegí algo de acá. Me gustaba Historia y Medicina, además del dibujo. Entonces tiré una moneda y dije que si salía un número era Medicina y si salía de la otra cara era Historia. Salió el número y me anoté en Medicina", dice, y se ríe.
A la hora de buscar una relación entre la Medicina y el Arte explica que "ya de por sí, la Medicina es el arte de sanar. Todo hecho delicadamente es un arte. Las capacidades de un artista también son parecidas a las capacidades de un médico. En la carrera del artista como en la del médico está muy presente el buscar el desarrollo", y luego menciona que "la Medicina está hecha para curar a la gente pero también está el arte. Sin ser un cliché, es verdad. Pero se necesita bastante cabeza para poder interpretarlas".
"Cuando dibujo voy a un refugio, es como una cura para mí mismo", asegura, y por eso supone que "para la gente que disfruta el arte, también se está curando".
"Algo te mueve, cosas que no podemos explicar. Independientemente de tus creencias, el poder del arte es innegable. Para la medicina y el arte se necesita sensibilidad. Un doctor que no posee empatía nunca va a poder estar entre pacientes o ejercer su trabajo de una manera ejemplar. Sin poder comprender no vas a poder curar, tampoco ponerte en el lugar del otro. Lo mismo pasa en el dibujo. Vos no podés llegar a hacer que la gente sienta algo viendo tu obra si tampoco sabés cómo sentir" reflexiona.
Lo que viene
"Voy a seguir tanto con el dibujo como con Medicina. Si llega un momento en que la carrera me ocupa todo el tiempo, puede ser que el dibujo quede rezagado, pero es algo que no podés dejar porque siempre te termina llamando. Es como una pasión", dice, y comenta que además está aprendiendo a tatuar.
Además continúa trabajando en un mural en un librería donde comenzará a dictar un taller de dibujo. Lo importante para Franco Loreto es no dejar de moverse, o como lo dice él: "Nunca paro de hacer cosas o de aprender algo nuevo".