"El aborto no es una verdadera solución", reflexiona el cura párroco Briscioli
El cura párroco de San José, Pbro. Juan Sebastián Briscioli, dio a conocer un documento en el que expresa que "toda vida humana es preciosa y por eso debemos cuidarla y tutelarla".
El reciente envío al Congreso del proyecto de Interrupción Legal del Embarazo por parte del Poder Ejecutivo nacional ha generado movidas a favor y en contra de la medida. Y así como hubo una marcha verde para apoyar la medida , los movimientos que resisten la legalización del aborto han convocado a una marcha para este sábado.
Se trata de las organizaciones nucleadas en el colectivo Unidad Provida, quienes expresaron que "este 28 de noviembre es el día para decirle al presidente Alberto Fernandez que en Argentina no queremos una ley de descarte de seres humanos. Que el aborto no es un tema de salud pública, mucho menos durante una pandemia".
"Porque nunca será un derecho; porque no es salud; porque es un fracaso como sociedad; porque nos divide como argentinos; porque destruye a las mujeres y termina con la vida de un niño en el vientre", añadieron.
"Procurar" la vida
En la misma línea, y con el título que antecede, el cura párroco de San José, Pbro. Juan Sebastián Briscioli, dio a conocer un documento en el que expresa que "toda vida humana es preciosa y por eso debemos cuidarla y tutelarla. ´Pro- curar´ en su significado etimológico quiere decir ´a favor del cuidado o solicitud´".
"No es por una cuestión religiosa el reclamo en defensa de la vida. Y si lo fuera tampoco estaría mal porque no hay que discriminar a las personas por profesar una fe religiosa. Que alguien tenga una fe no anula su pensamiento. Sin embargo en este caso, no argumentamos desde la fe sino desde la razón", analizó el sacerdote.
"Tenemos que ser claros y firmes defensores de la vida desde su primer momento. Para nosotros, la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su concepción", opina después, para reafirmar que "nuestro compromiso con el Don de la Vida debe ser irrenunciable, ya que el respeto a la vida humana no es una imposición cristiana; la razón lo exige: cada persona humana se posee a sí misma. Como ciudadanos, entendemos que hay un conjunto de derechos que la sociedad no puede conceder porque son anteriores a ella; este derecho es fundamental y condición para los demás. Sin ese derecho, no puede haber otros. Por tanto no corresponde a la sociedad ni a la autoridad pública reconocer este derecho a unos y no reconocerlo a otros. En tal caso, no se estaría protegiendo al más débil, se estaría discriminando".
"Ciertamente -confía a continuación-, sé que represento una institución que siempre ha reafirmado el valor de la vida frente al aborto (hoy renombrado como ´interrupción legal del embarazo´, expresión que atenúa la gravísima realidad). La cooperación formal a un aborto para el cristiano constituye una falta grave. Pero también es cierto, claro y manifiesto, que no hace falta ser cristiano para cuestionar la práctica del aborto y defender la vida, ni para saber que la vocación del médico es conservar la vida y no suprimirla. Tampoco se necesita fe para saber que ´no se puede invocar la libertad de opinión para atentar contra los demás´. Mucho menos, para ignorar que el derecho a la vida no es una concesión del Estado ni de la sociedad. En otras palabras: ni el Estado, ni el gobernante de turno, ni ningún médico, ni nadie, puede ser dueño de la vida humana. No es rol del Estado ser dueño de la vida de sus hijos, sino el curarlos, cuidarlos y ayudarlos".
"Entendemos que la fecundidad no es una desgracia, sino por el contrario es un Don, que, quizás, a veces no llega en las condiciones óptimas e ideales (¿y cuándo lo son de un modo pleno?), pero que es vida, al fin! Un mal diagnóstico no debe equivaler a una sentencia de muerte, y no hay diferencia entre quitar la vida ya nacida o destruir la vida en el nacimiento: también es hombre el que va a serlo, como todo fruto está ya en la semilla. Y los centros de salud están para cuidar ese fruto precioso: los hospitales están para sanar y cuidar", puntualiza luego.
Respuestas "positivas"
Más adelante, se pregunta en "qué dirección deben plantearse las soluciones" y se responde a sí mismo "trabajar tanto en las causas como en las consecuencias para ´pro-curar´ la vida".
Y enumera: "Si se esgrime una futura dificultad económica como causa para el aborto, la solución, entonces, deberá ser económica. Si el entorno, sea económico, cultural o familiar no es el adecuado, los esfuerzos y recursos para la solución deben enfocarse allí: ahí hay que gastar el dinero y no en proveer el aborto".
"Si alguien no puede hacerse cargo de la crianza y educación de un niño porque su propia salud o situación no lo permite, entonces tenemos que buscar padres para ellos. Son muchos los que desean tener hijos y no pueden. Estarían muy felices de recibirlos".
"En el campo legislativo y político, entendemos que tenemos que votar a quienes busquen soluciones positivas, curativas para la familia humana y no a quienes ofrezcan el camino negativo con pseudo-soluciones. El aborto no es una verdadera solución. No hablamos sólo desde la teoría o las ideas, sino también desde la experiencia de haber escuchado decenas de mujeres que soportan un gran peso en sus espaldas desde que advirtieron la gravedad intrínseca del acto realizado, y no precisamente por una cuestión de fe sino más bien natural. El aborto es violencia contra la mujer".
"Entendemos que quienes son médicos y los trabajadores relacionados a la salud, tienen una oportunidad preciosa y exquisita para aconsejar y encaminar a las personas que no ven con claridad su situación.
"Por desgracia, son más lentos los remedios que los males: construir lleva tiempo, destruir se hace con celeridad. Sin embargo, son muchos y abundantes los senderos de tutela, cuidado y defensa de la vida si es que se quiere, e invitamos a legisladores, instituciones, y a todos los ciudadanos a buscar con esfuerzo y pericia todos los caminos moralmente lícitos que tengamos para ello, siempre sumando a la vida y nunca restando con la muerte. No bastan sólo los fines para que una obra sea buena, sino que también importan los medios".
"En una época en la que se esgrimen tantos argumentos a favor de los derechos humanos, resulta contradictorio negar el primer derecho a los humanos más pequeños. En estos tiempos en que se habla tanto de la discriminación, sería incoherente discriminar a los niños por nacer: unos tendrían ese derecho y otros no. En momentos en que se habla tanto de ´ni una menos´, uno se pregunta ¿no vale eso para las niñas por nacer? Nos horrorizamos de las guerras porque en ellas se destruyen vidas ¿y no nos espantamos de estos atentados contra la propia especie? Nos condolemos por la extinción de muchas especies; nos sensibilizamos frente a la degradación del medioambiente; desaprobamos cuando alguien inflige una injusticia a otro más vulnerable: ¿y no nos va a importar la vida humana inocente?
"Por todo lo dicho, reafirmamos que tenemos que estar abiertos a la vida y dispuestos a defenderla y cuidarla. La sociedad sabe - y si no, ha de saber - que en nombre de la libertad no se puede atentar contra la vida humana. No es libertad la que invade la vida ajena, porque la libertad humana tiene límites: los derechos de unos terminan donde comienzan los de los otros, y a partir de la concepción ya existe ´ese otro´. Desde la concepción ya no hablamos de una vida sino de dos. Para poder ejercer la libertad, primero hay que poder estar vivo. Primero la vida; luego, junto con ella y nunca sin ella, la libertad".
"Quisiéramos, a manera de aporte, llamar la atención y despertar el compromiso de aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de cuidar y tutelar la vida. Ansiamos que nuestra comunidad civil y nuestras instituciones sean semillero, cantera, torrente y catarata de esfuerzos para pro-curar la vida, porque toda vida humana es preciosa", concluyó.