Rodrigo Fernández

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"El circo es compromiso. A la gente que paga la entrada para disfrutar de un show no le podés presentar cualquier cosa. Uno lo ve de afuera y piensa que un circo es una carpa y listo, que venimos a hacer el show y nos vamos" pero "durante el día hay millones de cosas para hacer" asegura Jorge Ruiz, quien a sus 35 años ya tiene una gran experiencia en el mundo circense. El payaso, malabarista, acróbata, maestro de ceremonias y organizador del Circo Splendor, que hace pocas semanas llegó a la ciudad, dice que todos los artistas que lo conforman están "muy comprometidos con el circo, o sea es todo. Si el circo no está no somos nada".

"Nosotros nos mantenemos bien a lo tradicional. El payaso que caiga, que llore, que grite. Que es algo que les gusta a los chicos y también a los grandes" explica.

Para quienes estamos del otro lado del telón el circo es magia, alegría, risas y emoción. Pero quienes hacen posible que todo eso suceda trabajan duro para lograr que los sentimientos que se despiertan bajo la carpa sigan intactos una vez que la función termine.

"Había una vez, un circo que alegraba siempre el corazón. Lleno de color, mundo de ilusión, pleno de alegría y emoción" dice la canción con la que muchos de nosotros crecimos. Algo de eso seguimos buscando ya adultos cuando nos dejamos sorprender por un payaso con un balde de papel picado.

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