"El circo es algo único y maravilloso"
Nació dentro de un circo pero luego sus padres se establecieron y él espero hasta la adolescencia para volver al aserrín de la pista. Hace pocos días llegó a Olavarría con el Circo Splendor y fue la oportunidad para escuchar hablar a Jorge Ruiz sobre la vida bajo la carpa, la importancia de entretener, el compromiso de los artistas y la emoción que le genera los sentimientos que provoca en el público.
"El circo es compromiso. A la gente que paga la entrada para disfrutar de un show no le podés presentar cualquier cosa. Uno lo ve de afuera y piensa que un circo es una carpa y listo, que venimos a hacer el show y nos vamos" pero "durante el día hay millones de cosas para hacer" asegura Jorge Ruiz, quien a sus 35 años ya tiene una gran experiencia en el mundo circense. El payaso, malabarista, acróbata, maestro de ceremonias y organizador del Circo Splendor, que hace pocas semanas llegó a la ciudad, dice que todos los artistas que lo conforman están "muy comprometidos con el circo, o sea es todo. Si el circo no está no somos nada".
"Nosotros nos mantenemos bien a lo tradicional. El payaso que caiga, que llore, que grite. Que es algo que les gusta a los chicos y también a los grandes" explica.
Para quienes estamos del otro lado del telón el circo es magia, alegría, risas y emoción. Pero quienes hacen posible que todo eso suceda trabajan duro para lograr que los sentimientos que se despiertan bajo la carpa sigan intactos una vez que la función termine.
"Había una vez, un circo que alegraba siempre el corazón. Lleno de color, mundo de ilusión, pleno de alegría y emoción" dice la canción con la que muchos de nosotros crecimos. Algo de eso seguimos buscando ya adultos cuando nos dejamos sorprender por un payaso con un balde de papel picado.
Sangre circense
"Yo empecé muy chico. Mi papá y mi mamá eran gente de circo y ellos dejaron cuando yo tenía 4 años. Se quedaron y se establecieron en Santiago del Estero" cuenta Jorge. Allí pasó por la escuela Primaria y Secundaria pero cuando fue más grande "ya extrañaba el circo".
"Tengo muchos amigos en el circo así ya me iba a visitar a uno un fin de semana, volvía hacia la escuela y al fin de semana siguiente me iba a otro circo de otro amigo. Hasta que llegué al Circo Lowandi y ellos me dijeron- venite con nosotros". Él no sabía hacer nada pero de igual forma comenzó a ensayar. "Mi viejo había sido capataz de circo y mi vieja hacia un número de altura pero yo nada" confiesa. "Empecé a ensayar el payaso" cuenta, aunque a él lo que lo atraían eran "los números de altura, de fuerza. Entonces buscaba eso y nunca enganchaba un profesor o un trapecista que me pueda enseñar". Pero eso no fue un impedimento para él que todo lo aprendió solo. "Mirando, colgándome, cayéndome, todo solo".
"El primer número de altura que hice fue el trapecio. El Circo Lowandi era alta y cuando llegué allá arriba era yo y yo porque no se veía nada. Era muy alto y la iluminación era un lujo. Apagaban todo y sólo quedaba iluminado yo" rememora. "Fue una experiencia única esa primera vez en el trapecio, no me lo olvido nunca. Sentía gritos y aplausos y no veía nada, era yo solamente en la altura".
"No le dí tiempo al miedo, reconoce, creo que la emoción, la alegría, eran dos contra uno. Era mas la emoción que tenia que el miedo".
En aquellos días volvía cada tanto a las casa familiar y su padre le recomendaba siempre que además del número que estaba haciendo que empezara a ensayar otra cosa. "No, si yo con el trapecio estoy bien" le decía pero entonces su padre le señalaba que "y si vas a un circo y tienen trapecista, qué hacemos?. Enseguida Jorge le dio la razón y pronto comenzó en la cama elástica. Después pasó al Péndulo.
"Estuve en un circo donde había pocos artistas y yo hacía el Péndulo, el trapecio, la cama elástica y el payaso" pero faltaban los malabares. En dos meses ensayó varias horas por día para poder lograr armar un número de malabares: "Para no ser malabarista me sentí muy cómodo con lo que había hecho" asegura y comenta que "hoy en día hago seis o siete números, hago de todo. Excepto el Globo de la Muerte en donde nunca me quise meter porque no es algo con lo que me sienta seguro. Dependo de la moto, de que no se vaya a pinchar, no se le vaya a salir la cadena, que no se trabe un pistón. Entonces no me atraía mucho. Después he aprendido de todo. Gracias a Dios me dio la cabeza y el estado físico".
Hace más de tres años que no se subía al trapecio pero días antes de la charla con FINDE volvió a subirse y se encontró con la sensación de no haberlo dejado. En estos días le está enseñando a su hermano a realizar el número. "El escenario me encanta. El ver a la gente reírse, sorprenderse o asustarse, eso emociona mucho" asegura.
El funcionamiento del circo
"Nosotros tratamos de estar en todo porque uno nunca sabe lo que puede pasar. Es lo que le digo a los chicos, dice al referirse a los asistentes, ustedes tienen que estar parados al lado del escenario. Son dos horas nada más de función que tenemos" dice y explica que "una vez que empieza a entrar la gente tenemos que estar ahí: para el circo, somos del circo y tenemos que estar atentos a todo. A la gente si te pide un pancho o una gaseosa, o si le podes cambiar la silla, al malabarista por si se le cae la pelotita o correrle la soga al trapecista".
"Hay que estar atentos a todo, de diez a once cosas, así que los chicos prestan atención y les gusta"dice en referencia a los asistentes de pista. "Los incentivo si quieren trabajar en la pista, lo ensayamos pero no es de un día para el otro. No es solamente entrar. Esto lleva un rutina, ensayo, para salir y hacer bien. Porque una vez que salís al escenario y veas toda la gente, la mayoría de las veces te da vergüenza, miedo a que te salga mal". Menciona además que "con el circo lleno yo estoy atrás viendo qué puede faltar, trato de que salga todo perfecto".
Aunque su tío, quien es el propietario del circo, le dice: "necesito que estés en la entrada" pero Jorge que no puede porque "pienso qué puede estar pasando en el circo. Me olvido de todo, solamente me concentro ahí adentro, en el show. Ahora cuando termina la función sí, me calmo a mil pero es porque lo llevo en la sangre".
"Nosotros dependemos del público y si está bien atendido es bueno y si le presentás un buen show es todavía mejor. Estamos, dice porque su esposa lo acompaña, en que salga todo perfecto. En los chicos, en los números, en los artistas, tratamos de estar en todo".
Jorge cuenta que "hace dos meses arrancamos con este nuevo elenco y hasta el momento está marchando todo bien y venimos con prontas mejoras·. Por otro lado menciona que los artistas que forman parte del circo "son buenos. En sus números, en sus ropas. Se preocupan en todo. Les falló una lentejuela y ya están ahí ellos cosiendo para que todo se vea bien".
Tras la parte mas complicada de la pandemia, en la que para sobrevivir, y sin ningún tipo de ayuda económica por parte del Estado, tuvieron que realizar cualquier tipo de trabajo. Aunque Jorge señala que toda la experiencia circense de realizar tareas múltiples les sirvió.
Establecerse o salir a recorrer el país
"Mi mamá ahora que está estable me dice: Hijo porqué no te buscás un laburo tranquilo, te quedas estable y cerca. Entonces le digo. vieja esta es mi vida, vos me engendraste acá y ahora me voy a mi casa, estoy uno o dos meses y ya después empiezo a extrañar" explica y agrega que "el circo es algo único y maravilloso. Me gusta hablar con la gente y conocer lugares nuevos". Ya recorrió buena parte del norte, algo del sur y la zona centro del país.
"Nosotros salimos y viajamos porque cuando vos llegas a un lugar vos le preguntas a cualquier persona dónde paran los circos cuando vienen y te van indicando" dice y afirma que sabenque "más allá de nuestro trabajo es nuestra pasión. Tenemos una vida del cortinado para allá y del cortinado para acá. Cuántas veces he estado detrás del cortinado discutiendo con mi esposa y entran los payasos y es cambiar la cara y a través de eso te olvidas por qué estabas peleando" cuenta y se ríe.
En cada lugar donde van son muchas las personas que se acercan a la carpa para saber cómo se vive en el circo y Jorge señala a dos chicos que dan vueltas cerca nuestro. Los conoció en un pueblo de Formosa hace ya tres años y desde esa época lo siguen.
"Siempre digo que el que gasta un par de calzados en el circo no lo deja mas. Te irás de éste circo, te vas a tu casa un mes o dos meses, quizás vas a extrañar porque en el tiempo que estuviste hiciste amigos entre la gente del circo. Vas a estar en tu casa unos meses y después vas a ir a otro circo" manifiesta con seguridad.
Jorge asegura que su circo es más familiar y es por eso que la relación entre todos es distinta a otras compañías. Él quiere que los asistentes de pista "crezcan, que se pongan a ensayar". Les dice que "no tienen que morir acá, si el día de mañana quieren ir a otro circo pero no con la obligación de que tenés que armar, desarmarlo, ir a limpiar los baños. Ya te vas como artista y chofer, tenes que ir progresando. Tienen interés, les gusta. Ya no lo dejan más" concluye entre risas.