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Desde el martes por la noche, o a lo sumo ayer en las primeras horas de la madrugada, los argentinos deberían contar con una herramienta indispensable, convertida en una política de Estado clara, precisa y contundente para saber de qué se trata cada alimento o cada bebida que llevan a sus bocas.

Como escueta carta de presentación, la iniciativa busca marcar con un sello octogonal negro y letras blancas (con un tamaño nunca menor al 5% de la cara principal) los empaques de productos que contengan exceso de azúcares, grasas saturadas, grasas totales, calorías o sodio.

Este denominado "proyecto de ley de etiquetado frontal de los alimentos", que llegaba con media sanción del Senado, con la aprobación de la Cámara de Diputados se suponía que se convertiría en ley.

¿Qué sucedió?

Algunos analistas contemplaron que los diputados de Juntos por el Cambio, envalentonados luego de la victoria en las PASO de septiembre, decidieron empezar a marcarle la cancha al gobierno de Frente de Todos y negaron el quórum para abrir el debate.

No faltaron especulaciones acerca de un lobby empresarial de las cámaras que agrupan a las productoras de alimentos y bebidas.

En términos reglamentarios, el martes a la mañana el presidente de DD bajó al recinto y convocó a los legisladores presentes. Reunió a 122 y quedó a siete del número de 129 sentados necesarios para avanzar en el tratamiento.

La oposición justificó su negativa en no lograr también el tratamiento de la ley de promoción ovina, junto al emplazamiento de las comisiones para que (en el transcurso de las próximas dos semanas) se inicie el debate de las leyes de boleta única, reforma de la ley de alquileres, emergencia educativa, y el Presupuesto 2022 con la presencia del ministro de Economía Martín Guzmán.

El oficialismo denunció extorsión, y el etiquetado frontal de los alimentos deberá esperar.

Segunda pregunta: ¿por qué es necesaria en una sociedad una reglamentación de este tipo?

Las respuestas estuvieron a cargo de la doctora Yanina Castaño, médica especialista en nutrición y magister en diabetes.

Para explicar las bondades de esta estrategia utilizó un parangón: "Las dos formas de etiquetados son los octógonos negros y el semáforo, que es una alerta con color, pero más compleja de interpretar y además hay gente con daltonismo, por ejemplo".

"El consumidor cuando se lleva un producto no se detiene mucho en lo que está comprando, si le va a hacer bien; mira otra cosa, como costos, entonces si el producto presenta una información que hay que interpretar no la va a interpretar, y los octógonos negros tienen la ventaja de que son sencillos y fáciles de interpretar" acotó.

En concreto, destacó que "es muy importante la ley de etiquetado frontal, primero por la situación en la que vivimos hoy en el mundo, y sobre todo en la Argentina, donde más de la mitad de la población está con sobrepeso u obesidad, y están afuera de los parámetros sobre un peso saludable".

Los registros científicos disponibles dicen que 7 de cada 10 adultos tienen obesidad o sobrepeso, y 4 de cada 10 niños sufren obesidad.

"Si consideramos que la obesidad y el sobrepeso constituyen un problema serio para nuestra sociedad, con los riesgos que conllevan como mayor diabetes e hipertensión, dislipidemia, problemas óseo - articulares, etc. es muy importante que se generen políticas de salud pública" mencionó la doctora Castaño y sostuvo que "gran parte de la solución es aplicar leyes y regulaciones".

Dio como ejemplo que "en el mundo muchos países han aceptado distintas políticas de regulación para los alimentos, por ejemplo a través de un etiquetado que advierta que lo que se va a comprar o consumir está con exceso de nutrientes críticos, como azúcares, grasas saturadas o trans y sodio".

Nutrientes críticos refieren a aquellos cuyo déficit o exceso en la alimentación constituyen un factor de riesgo, y su ingesta excesiva está directamente relacionada con distintas enfermedades.

"Puede haber muchas políticas de salud pública pero, lo que implica la regulación de la producción de alimentos y bebidas, una de ellas es el etiquetado frontal de los alimentos" resaltó.

La consideró una estrategia muy importante, "porque en todos los alimentos hay información nutricional, aunque con diversos problemas: no es fácil de leer por cómo está armado el producto y es difícil de interpretar, ya que a veces está mal puesta, con letras que no se entienden o mal los colores".

En ese sentido, "el etiquetado frontal no ofrece mucha información, sino que básicamente está planteando que ese producto tiene exceso de esto o de aquello. El consumidor, por ejemplo, ve que un producto tiene exceso de sal y decide comprar otro que no tenga exceso de sal".

"La advertencia de ‘exceso de’ con un etiquetado frontal, con un color que lo identifique es clave. Muchas veces, por maniobra publicitaria, se relaciona el color verde con lo saludable y se compran alimentos que se creen beneficiosos y no lo son" apuntó la doctora Castaño.

Ofreció como ejemplo bebidas artificiales que dicen "baja en sodio" como un artilugio de venta. "Los etiquetados frontales no pretenden demonizar a ningún producto, sino que permiten un acceso al conocimiento de si el producto que se va a comprar tiene un exceso en nutrientes críticos, de todos o de alguno de ellos" ponderó.

Ante la leyenda, el consumidor cuenta con recursos como para tomar otra determinación: "La realidad es que hay que cambiar la demanda o la oferta. A nivel de salud pública es muy importante la oferta y la demanda, y el objeto es cambiar la demanda a partir de que el consumidor tenga un etiquetado que la dé la opción de elegir a través del conocimiento; en este caso el exceso de nutrientes críticos".

"En el caso de la oferta, ante esto el mercado puede generar una estrategia en los productos que tengan muy visiblemente los octógonos negros. Es mucho más fácil con un etiquetado frontal generar un juego distinto de oferta y demanda" añadió.

La doctora Castaño citó que, en Inglaterra, en 2001 se lanzó una política para bajar el consumo de sal.

"En estrategia de salud, la más exitosa desde el punto de vista alimentario es la modificación de la sal de los alimentos, la sal que está en los alimentos procesados. Lograrlo implica una baja en las muertes por causas cardiovasculares" dijo.

"La mayor parte de la sal que consumimos viene más en los productos procesados que de lo que agregamos de sal en las comidas. Muchas veces se malinterpreta bajar el consumo de sal con quitar sólo la sal que se agrega a los alimentos, y no se tiene en cuenta el contenido en los alimentos procesados, entonces es muy importante en las políticas de salud pública bajar el contenido de sodio en los alimentos procesados y por ende bajar el consumo de sal poblacional" aclaró.

Es el plan de bajar el consumo de sal el que más rinde en términos de salud pública y costos.

"Los ingleses propusieron un acuerdo de cinco años con empresas de productos alimenticios y bebidas con sodio, y si en ese tiempo no lo lograban recibían multas. Esto es así, aunque en nuestros países a veces hay una idea de no condicionar, pero lo cierto es que en el mundo se condiciona y con multas" subrayó.

Agregó sobre la cuestión que en naciones de la Unión Europea ante productos con mucha cantidad de grasas hay dos opciones: venderlos en un envase más chico o más caros.

"El etiquetado es una estrategia excelente, que llega a todo el mundo, porque todos vamos a comprar algo al supermercado. Las campañas por sí sola no alcanzan. Las campañas anti - tabaco dieron resultados cuando se plantearon políticas y estrategias contundentes para llegar a toda la población" reivindicó.

"Nadie prohíbe nada. Si alguien ve un producto que tiene un exceso de grasa y se quiere dar un gusto fantástico, pero que sepa lo que está comprando. El etiquetado es una política de salud pública abarcativa, sencilla, fácil de implementar y de interpretar por el que va a consumir, y llega a todo el mundo" recalcó la doctora Castaño.

Normas análogas dieron muy buen resultado en países similares a la Argentina, como Chile, Uruguay, Perú y México.

"Yo entiendo que hay mucho manejo político en la información de todo esto, pero la realidad es que las medidas de salud pública hay que tomarlas. Después, no hay ninguna norma que sea 100% buena, pero ninguna 100% mala, porque siempre va a haber un efecto positivo. Toda estrategia es válida, que llegue a todos y sea autosustentable per se. Y la verdad, el etiquetado es una estrategia excelente" planteó la doctora Castaño.

Por otro lado, opinó que una ley como la que no se pudo tratar anteayer no supone un dato negativo para las empresas de productos alimenticios y bebidas.

"Las que van a tener que incorporar esta información a sus packagings son las mismas que están en Chile, en Perú, en Uruguay. Al contrario, se adaptan" reflexionó.

Según su teoría, "en el caso de las empresas que ponen que las aguas son ‘sin sal agregada’ es porque vienen acompañadas de una campaña para cuidar el corazón y cuidar la presión que les resulta conveniente. Ojalá suceda lo mismo con la estrategia que persigue esta ley".

"Hay un nicho de mercado que reclama alimentación sana que es muy seductor para estas empresas, y se pueden adaptar. Un ejemplo, en Europa McDonald cambió su rojo tradicional por el verde más vinculado con la vida sana, debido a que en esos países existe una movida pro alimentación saludable que no está en los Estados Unidos Unidos, y tomaron medidas en consecuencia" marcó.

Estas grandes marcas "vieron que no podían ir con lo mismo; cambiaron y seguramente venden. La industria tiene estrategias, gente que estudia el mercado para saber cómo entrarle, entonces la cuestión es cómo el Estado toma acciones sobre salud pública que sean beneficiosas para toda la población, y de algún modo plantear un escenario distinto y que la industria adopte un camino de adaptación".

"Es en estos temas donde el Estado debe estar presente, activo y generando un cambio. No esperando que la industria cambie o que el consumidor se interese por lo que va a comprar" cerró.

La rosca viene con etiqueta

Desde que en julio pasado la diputada Florencia Lampreabe explicó en estas mismas páginas las bondades de la ley de etiquetado frontal de los alimentos, se especulaba que la iniciativa sortearía sin inconvenientes el filtro de la Cámara de Senadores (donde el oficialismo tiene mayoría), pero podían aparecer trabas con la oposición en la Cámara de Diputados.

Efectivamente el martes, cuando se esperaba que el asunto pasara de proyecto a ley los diputados de Juntos por el Cambio y otros bloques menores no dieron quorum y el tratamiento no fue posible.

Las negociaciones siguieron, en un almuerzo se juntaron el presidente de la Cámara (Sergio Massa) con el obstruccionista crónico Mario Negri (UCR), Cristian Ritondo (Pro) y Juan Manuel López (Coalición Cívica) y podría haber novedades en los próximos días.

No el martes, y frustrada la sesión cada una de las partes ofreció su versión de los hechos.

"Lo que han visto es cómo se comportan cuando, apenas en unas PASO, pudieron obtener un resultado favorable. Vuelven a ser los mismos de siempre. Vuelven a ser los que endeudaron el país. Vuelven a ser los que en este Congreso en 2010 votaron el 82% móvil pero cuando fueron Gobierno, entre 2016 y 2019, lo único que hicieron fue recortar los haberes de los jubilados y las jubiladas con la reforma previsional. Vuelven a ser los mismos de siempre. Lamentablemente, lo que uno observa y ve, más allá de lo que pase con las elecciones y de cómo se exprese nuestro pueblo, es que la oposición está en una y en la que están no es la que le interesa a la mayoría de la gente" cuestionó el jefe de la bancada de Frente de Todos Máximo Kirchner.

Como contragolpe el diputado Cristian Ritondo (JxC) eligió un golpe bajo, como si su fuerza política no tuviera nada que ver con la situación socio económica que hoy atraviesa el país: "Para elegir primero hay que comer. La realidad marca que más de la mitad de los chicos menores de 15 años no tienen cubierta la canasta básica. La ley de etiquetado en alimentos es importante. Que todos los argentinos coman es urgente".