"Vivo laburando, con la cabeza a mil, pero estamos trabajando mucho. Si me preguntás cómo estoy con la bloquera tengo que decirte que estoy maravillosamente bien. Hoy, en lo personal y en lo laboral, con estoy contento porque la construcción está a pleno. De mi parte estamos vendiendo entre 35 y 40 mil bloques por mes. Noto que la construcción se ha ido para arriba de manera impresionante. No sé si ponerme a hablar de la política o no, pero lo que sí digo es que con el tema de la pandemia la gente se puso a construir y a refaccionar su casa, de eso no tengo dudas. Quizá fue porque no se pudo ir de vacaciones o no gastó el dinero en otra cosa, pero invirtió. Fue algo espectacular" explicó Juan Carlos Urban, Pochito para todo el mundo, que tiene la bloquera frente a la rotonda ubicada en el acceso a Sierra Chica.

"En este momento tenemos clientes en todos lados y muy buenos. Por ejemplo, vendo bloques a gente de Neuquén, Bahía Blanca, Monte Hermoso, Nicanor Otamendi y Mar del Plata, en esas ciudades están los clientes que más compran, o los que se llevan mayor cantidad, pero también vendo en Olavarría y en toda la región, por supuesto" contó respecto de dónde están sus clientes más importantes, reconociendo una gran venta en distintas ciudades bonaerenses pero también en otra provincia como en Neuquén, aunque sin olvidarse de todos los que -en los momentos difíciles- fueron hasta su bloquera a comprarle. Aunque él también ha ayudado a muchos clientes, cuando la situación estaba complicada, porque sabe lo que es pasarla mal: "Diosito me ha rescatado siempre, cuando tuve un par de accidentes muy grandes, y siempre está conmigo. Yo soy un agradecido a la vida", dice "Pochito", quien comparte la vida con sus dos esposas: Marta Beatriz Arévalo y Marta Marcela Tolosa ("esas dos mujeres son grandes, porque me dejaron ser, es maravilloso lo que me ha tocado como familia. Es que yo tuve una infancia muy pero muy difícil, tuve muchos golpes", afirma), las que le dieron 15 hijos, y también tiene 18 nietos este taurino nacido un 6 de mayo.

"Yo era ciruja, me sentía un fracasado, era cartonero y botellero. Pero don Helios Eseverri, que me ayudó siempre, me hizo recuperar mi dignidad. Gracias a él, pasé a ser alguien en la vida. A mis hijos les digo siempre que no se preocupen por hacer dinero, sino por ser buena gente, porque eso abre puertas. Nunca hay que olvidarse de donde se viene", cuenta.

"¿El secreto de nuestros bloques?. Si tuviera que decirles el gran secreto de Bloquera El Pochito, ya sea a la gente o bien a los colegas, les diría que está en el agua. Lo que pasa es que muchos colegas trabajan y cortan el sábado al mediodía, así que el sábado a la tarde no los riegan y el domingo tampoco riegan los bloques, o lo hacen el domingo a la tarde. Pero en esa cantidad de tiempo que no los regaron, se pasmaron. O se helaron en el invierno o se resecaron en verano, y les pueden poner dos kilos de cemento por bloque pero si no les ponen agua y lo hacen fraguar lento, bien lento, el bloque pierde calidad. Inclusive yo he hecho piletas de natación con bloques, los dejo tres o cuatro horas para que se vayan oreando, luego les meto agua con una manguera y que los tape el agua; los dejo así dos días y quedan bloques de "fierro", se secan abajo del agua, se hacen tremendamente resistentes, así que el gran secreto está en el agua y cómo usar el agua en los bloques. Me dicen que estoy loco, pero yo les digo que no, que el secreto está en el agua" continuó diciendo Pochito respecto del secreto para construir los bloques que son tan buscados en todos lados.

"El que me enseñó fue mi papá. Cuando yo tuve el accidente en el brazo derecho mi viejo tenía la fábrica de bloques por la avenida Pringles y Cortés, en Olavarría. De esto hace como cincuenta años, porque me accidenté cuando yo tenía dos años, y casi toda la vida de mis 57 años estuve aprendiendo de cómo se hacen los bloques. Mi padre era bloquero, yo soy bloquero, mis hijos son bloqueros -inclusive abrieron otra bloquera un par de ellos- y tengo nietitos que ya están queriendo sumarse, a ganarse su moneda", agregó Pochito.

"Es que ven que los carretilleros, los que hacen bloques, los cortadores, los que forman parte de la empresa se llevan todos los días una buena cantidad de dinero, y eso les gusta. Así que vienen a regar, a ayudarle al abuelo. Es que yo limpio los bloques uno por uno. Si hago mil bloques por día, a los dos días cuando se paran los limpio uno por uno, se les saca todas las impurezas, ya sea al fondo y a los costados. Son pequeñas cosas, pero son fundamentales. Porque si viene un cliente a comprarme, es porque se rompió el alma para invertir en la construcción y quiere llevarse el mejor bloque, y entonces no puedo darle un producto cortado por la mitad o roto en una punta. Si me quieren comprar calidad, yo tengo que venderle calidad. Hoy cada bloque, de 20 centímetros, cuesta 53 pesos. Yo tengo todas las medidas y El Pochito debe ser la única bloquera del partido de Olavarría que tiene todas las medidas, excepto los prensados que llevan mucho tiempo para hacerlos, pese a que compré máquinas nuevas para eso. Pero es que tengo tanta demanda de los bloques comunes que no me da tiempo a hacer los otros" continuó contando.

"Acá hacemos bloques lisos, impermeabilizados, de colores, lo que vengan y me pidan, los hago. Hace cuatro meses vendí muchísimos a Cañuelas y está la posibilidad para vender bloques para la construcción de 16 galpones, para un mini parque industrial, y ya vendí 6 equipos. Tengo mucha demanda, es cierto. Hace unos años trabajaba hasta las diez de la noche, pero ahora estoy cambiando eso. Igual, me levanto bien temprano, a las 4 de la mañana, y a las seis menos cuarto ya la abro y los empleados vienen a las siete, pero ya está todo preparado para que empiezan a cortar, está todo regado, y sólo tienen que producir. Y si falta un empleado, agarro la carretilla y laburo. No sé estar tranquilo, estar parado, soy adicto a esto, estoy enamorado de mi trabajo. Ese hombre, don Helios, hizo enamorarme de mi dignidad y yo crié quince hijos con esta bloquera, tengo dos mujeres maravillosas que me ayudaban a cortar bloques. En este espacio, frente a la rotonda, hace casi 25 años que estamos. Y nunca paré de trabajar, con el apoyo de Eseverri, mi segundo padre, al que amo con todo el corazón. El fue clave en mi vida. Y hoy me encanta que me digan Pochito, no Juan Carlos, porque ese apodo creo que me lo gané. Y a este pueblo también lo amo", terminó diciendo Juan Carlos "Pochito" Urban.