Rodrigo Fernández

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"Tengo como una capacidad, que desarrollé desde muy chica, que es ver el otro lado de las cosas, el revés de la trama" dice Laura Galarza vía WhatsApp cuando se la consulta sobre la forma en que llegó a la escritura y de paso señala que mucho tuvo que ver que fuera una niña callada que podía pasar desapercibida porque eso le permitía observar a los otros. La escritora, que nació y creció en Olavarría, responde las preguntas mediante audios. De fondo, a veces se escucha el ruido de las calles de Buenos Aires y la alarma de un auto que no deja de sonar.

"Date cuenta de tu suerte", La Parte Maldita 2020, es un volumen que reúne once cuentos donde sus personajes están unidos por el sufrimiento o situaciones de mucho dolor o, como le gusta señalar a la autora, de encrucijadas que dan lugar a una revelación que los transforma.

Su primer libro de cuentos, "Cosa de nadie", se publicó en 2014 y si bien el impulso para una segunda colección de relatos siempre estuvo fue posterior a la muerte de su madre que se decidió a encarar el trabajo de terminar cosas sueltas, reescribir otras y dejar de lado aquellos relatos que no estaban dentro de su esquema.

"En general tengo siempre imágenes, ideas o comienzos que resguardo en mi computadora, es por eso que el origen de los cuentos es bastante heterogéneo" dice y señala que en "Piedra movediza", uno de los relatos que forma parte de su libro, "la imagen la tenía escrita desde hace mucho tiempo. Sabía que ahí había un cuento". "Mientras que otros cuentos son más nuevos", como "Pies en punta" que he publicado a pedido de Verano/12, el suplemento que todos los veranos saca Página/12.

"Los cuentos, después, los voy escribiendo en los intersticios que deja la vida y el trabajo", afirma y señala que los ubica "después de que mi mamá falleció porque recuerdo que luego de acompañarla a ella en su enfermedad volví a Buenos Aires y me dije que tenía que terminar mi libro. Algo así como el tiempo no es eterno".

De la palabra a la acción

"El tipo de literatura que me gusta es la que se construye junto con el lector, que sea activo frente a la lectura. Si consideramos que leer es entrar en un sueño, entonces el escritor es el responsable de lograr que ese sueño sea vívido y se arme en la cabeza del lector. Ahora bien, eso no es fácil de lograr", asegura. En sus textos, el lector se sumerge en la acción desde el primer párrafo y enseguida el relato se mete bajo la piel.

"De hecho, mi trabajo de reescritura apunta justamente ahí: a evitar la sobre explicación que a veces es lo más difícil para los escritores. Nuestros pensamientos incontenibles tienden a filtrarse en lo que escribimos y creo que en eso hay que trabajar muchísimo, encontrar sentido no desde la explicación sino desde la acción y las imágenes. Es decir que el lector sepa de los personajes a través de sus comportamientos, de lo que hacen, de lo que dicen".

"Es cierto que escribo sobre situaciones dolorosas o cruciales. Encrucijadas podríamos decir que tienen que pasar los personajes. Sí, no son felices mis cuentos", reconoce.

"Mas bien tienen eso de lo duro que es vivir, pero también está la posibilidad de atravesar ese momento y de aparecer en otro lugar, más luminoso en el sentido de revelador, opuesto a lo que es un final feliz" dice y aclara: "revelador porque un sujeto se transforma a partir de pasar por una situación de dolor".

En cuanto al armado del libro señala que "siempre digo que es tan o más difícil que escribir un cuento, porque requiere de un trabajo de hacer consciente los hilos que van por debajo de cada uno de los cuentos, encontrar ese hilo común que los une. Por eso algunos cuentos quedan afuera. Odio que un libro de cuentos quede como chingando, como que alguno sobra. Entonces por supuesto que saqué cuentos. Tengo una premisa: nunca poner un cuento para armar un libro más largo. Al contrario, tengo que estar conforme con la totalidad, todos me tienen que representar. Creo que menos es más siempre y principalmente en la literatura".

"Hay lectores que me dicen que se quedan con ganas de más cuentos, creo que eso es bueno. En cambio nadie me dijo que se salteó cuentos o que no llegó al final, eso sería lo triste o decepcionante como escritora".

El revés de la trama

"Para mí ser psicóloga es trabajar. La escritura va por un carril totalmente opuesto a lo que es el trabajo", afirma en relación a su rol como psicoanalista. "Creo que el oficio de escribir está conmigo desde muy chica, desde que empecé a leer prácticamente a los 7 años", menciona y cuenta que empezó a escribir en la adolescencia y nunca paró. "Es lo que me acompaña toda la vida. En cambio la profesión vino muy posteriormente".

"Lo que sí creo es que tengo como una capacidad, que desarrolle desde muy chica, que es ver el otro lado de las cosas, el revés de la trama" dice la autora y agrega que "fui así siempre. Fui una chica muy callada, muy tímida y muy observadora cuando todos se olvidaban que estaba ahí. Pasaba desapercibida pero estaba con todas las luces prendidas".

Para Laura Galarza eso fue quizás lo que la llevó a estudiar psicología. "También es cierto que sé del sufrimiento de las personas, siempre tuve sensibilidad con el dolor del otro y mucha empatía".

Aunque asegura que "también es el tipo de libros que me gusta leer" porque "me gusta la literatura donde la gente la pasa mal". Y apunta que ante todo se considera "una lectora que se da el gusto de escribir. Lectora siempre, además es impensable al revés: primero se lee y después se puede escribir pero nunca al revés".

Talleres literarios y el training de escribir

"Creo en los talleres literarios porque me formé en un taller, principalmente en el de Guillermo Saccomano, con el cual estuve más de 10 años. Todo lo que sé, lo aprendí en un taller y estoy sumamente agradecida por eso" explica Laura Galarza y asegura que cree que "el pasaje por un taller no te convierte en escritor pero sí es una especie de personal trainer que te obliga a ser riguroso no sólo con tu escritura sino con la escritura de los demás y eso te da un gran training".

Desde hace un largo tiempo Laura Galarza viene coordinando talleres y volviendo al párrafo anterior afirma que "ese mismo training es el que me proveen mis alumnos. Leyéndolos y teniendo en la cabeza sus textos porque me tomo muy en serio lo que hago".

"Mis talleres no son una simple reunión social donde nos juntamos a leer. Tengo la ´escuela Saccomano´ entonces en mis talleres se trabaja y yo también trabajo con los textos de mis alumnos, los tengo en la cabeza", sostiene.

Aunque declara que "para la vida de escritor es medio complicado porque te saca tiempo para tu propia escritura porque tenés en tu cabeza los textos de los otros. Pero eso no me importa porque el saldo es siempre positivo y porque considero a mis alumnos como pares, como escritores, y los trato como tales. Eso es sumamente inspirador", finaliza.

En carpeta

Al hablar de los proyecto que tiene, habla de imaginar "tres libros en la cabeza pero no sé si los voy a poder terminar. Soy bastante lenta con la escritura, muy meticulosa y con poco tiempo".

"Estoy escribiendo algo que creo podría ser una novela, no en el sentido tradicional. En general me gustan las escrituras fragmentarias y eso es un poco lo que estoy haciendo porque son como fragmentos de situaciones pero que todas tienen que ver, tienen un hilo, con lo cual podría terminar siendo algo como una novela o una nouvelle", describe y hace referencia a que "en el medio siempre escribo cuentos, así que creo que en algún momento va a aparecer otro libro y también quisiera hacer algo con las notas que publico en Radar", el suplemento del diario Página/12 donde colabora.

Le gustaría reunir "sobre todo las de aquellas escritoras sobre las cuales he investigado mucho y de las cuales doy talleres de lecturas como Alice Munro, Katherine Mansfield; toda esa tradición de las mujeres del gótico sureño como Flannery, Carson, McCullers, son escritoras que vengo trabajando y leyendo, no sólo sus obras sino también sus vidas. Creo que eso merecería acopiarse en un libro".

Por lo pronto, dice, "hay que seguir trabajando. En principio sólo deseo poder seguir robándole tiempo al mundo para escribir".