Rodrigo Fernández

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Todavía tiene el recuerdo bien nítido. Fue en La Flor del Barrio, un salón que estaba frente al monumento de San Martín donde sus padres iban a bailar, donde se cruzó con la orquesta Las Cinco Estrellas. Él tenía 9 años y cuando la música arrancó "me senté adelante con una sillita a mirar y lo único que veía era la batería".

Ya han pasado más de 60 años de aquello y Roberto Peyrano lo cuenta con, quizás, la misma emoción con que vio al instrumento que cambiaría su vida para siempre. El ya célebre baterista local asegura que "elegir la batería y ser músico es una de los cosas mas lindas que me pasaron en esta vida" y recuerda que ya desde muy chico supo que iba a ser músico.

"Hoy tengo 70 años y si hago un balance fue tremendamente positivo", afirma el hombre que decidió quedarse en su ciudad para desarrollarse musicalmente.

En su familia no había ningún antecedente musical, "así que son esas cosas que aparecen y son mágicas", exclama, y recuerda que después de esa noche llegó a su casa y enseguida le dijo a su madre que "quería tocar la batería, hacer música".

Aprender y tocar

"Mi mamá me inscribió en el Conservatorio, pero no tenía la cátedra de percusión ni tampoco de batería, así que estuve un año o dos aprendiendo el lenguaje de la música. Pero le decía a mi mamá que quería tocar la batería. Entonces averiguó y me empezó a dar clases Herman Rossi, "Chiquito", quien formaba parte de la Orquesta Típica Hermanos Rossi.

"Él me dijo que no era profesor de batería, pero mi mamá le insistió tanto para que me enseñara lo que sabía, que así fue, y se lo voy a agradecer toda la vida. Hice los primeros pasos ahí y me dio clases por música", cuenta. Las clases fueron bien durante un tiempo, hasta que llegó el momento en que su profesor ya no tenía nada mas que enseñarle y a partir de ahí siguió aprendiendo solo.

"Tenía 11 ó 12 años y empecé a escuchar música. No había mucha información, lo poco que escuchaba era por la radio. A los 13 años empecé a tocar con Los Rangers, un grupo de orquesta de baile. Tocábamos mucho en la zona rural, en los clubes de campo", rememora. "Pourtalé fue el primer lugar, ese no me lo voy olvidar, en el que toqué con 13 años. Tuvo que dejar los pantalones cortos por los largos...", dice entre risas. Las giras de la banda también lo llevaron por Santa Luisa, Durañona, Mapis y Recalde.

"Que te digan que vas a tocar la batería y en un baile, con una orquesta con gente que era más grande que yo y estar tocando ahí, para mí fue como el comienzo de algo que me iba a durar para toda la vida. Yo lo sabía... Cuando era más chico siempre decía que iba a ser artista y que iba a ser músico, que iba a vivir de la música. Fue una sensación hermosa que uno siempre la siente cuando sube al escenario", dice, y remarca que "el día que uno no sienta eso, como aquel que va a jugar ''el clásico''... esos nervios, esa ansiedad que después se va calmando cuando uno empieza a tocar o cuando se va desarrollando el recital... esa sensación es muy hermosa".

A mediados de los años 60, la única forma en que el adolescente Peyrano podía acceder a la música, ya que en su casa no había tocadiscos, era mediante los programas de radio. "Era escuchar algo del Club del Clan, donde estaba Palito Ortega, Johnny Tedesco, Raúl Lavié, Violeta Rivas, Lalo Fransen u Horacio Ascheri", cuenta.

Uno años después, a los 17, arrancó con Los Dodgers y menciona que en aquellos años "la música evolucionaba a mucha velocidad y con ese grupo hacía rock argentino, como canciones de Los Gatos y Los Iracundos. Entonces se me cambió bastante el panorama y la forma de tocar, empecé con otra onda. Había más información".

Después llegó a Las Sombras, donde descubrió a músicos internacionales. "Los chicos tenían pasadiscos y trabajaban con más temas internacionales. Escuchábamos a Jimi Hendrix, hacíamos cosas de Deep Purple, Beatles, Rolling Stones. Ahí se me fue abriendo el panorama y la cabeza".

Unos años después empezó a ir a estudiar a Buenos Aires con el baterista de Arco Iris, Horacio Gianello, "que era un poco el maestro que uno tenía que estudiar porque había editado unos buenos libros de rock con mucha información", dice, y menciona que luego "fue una seguidilla de ir a estudiar con otros profes" que fueron desde el "Oso" Picardi -"un maestro del jazz"-, Alejandro Sanguinetti o el Colo Belmonte. "También se me fue abriendo el panorama para hacer otras músicas", explica.

"Quería tocar todo lo que más podía, aprender. La música es muy linda y gracias a Dios tuve la suerte de tocar música de baile, después vino el rock, el funk, algunas cosas del jazz", y en esa búsqueda tuvo la oportunidad de tocar con Fats Fernández y Malosetti padre en Tandil, o compartir escenario con Añoranzas, "que me dio la oportunidad de tocar y aprender de folklore". Junto a ellos tocó en buena parte del país y Chile, en el Festival de Punta Arena, dos veces.

A ello sumó "acompañar coros y al maestro Sabatini en una orquesta popular, con cerca de 60 músicos, al estilo de Mariano Mores". Después se sumó a la Sinfónica Municipal por 24 años, donde tuvo "experiencias tremendas con la música". Pero fue Los Kondes la banda con la que más tocó. Con ellos hacía covers nacionales e internacionales, tocaban en bailes y lograron llenar varias veces el Teatro Municipal. Fue en ese mismo lugar y con motivo de cumplir sus "45 años con la música", que en el 2009 Roberto Peyrano pudo reunir a todos sus amigos músicos.

Una búsqueda musical

"Me gusta toda la música, la escucho toda, después uno siempre está buscando algo", señala, y comenta que si bien en la actualidad "no estoy tocando con nadie, tengo la batería armada y siempre estoy viendo cosas, leyendo artículos, y manteniendo el contacto por redes con otros bateristas. En la música siempre se renuevan y se aprenden cosas".

"Hay músicos que quieren triunfar en su ciudad, hay otros que quieren ser conocidos en su país y otros en el mundo. Yo desde muy joven dije que quería hacerlo todo en mi ciudad", explica, y cuenta que tuvo la oportunidad de salir varia veces de la ciudad y tocar en lugares importantes, pero que decidió que lo suyo estaba acá.

"Es fue mi postura con la música. Conocí muchísima gente, muchísimos amigos, lugares por haber ido a hacer una clínica o tocar y que te esperen ahí amigos hasta el día de hoy. Lo mío es eso: estar en mi ciudad", afirma, y agrega que para él "es muy importante tocar en cualquier escenario de Olavarría como estar tocando en cualquier escenario del mundo".

Pero a Peyrano no le gustan los estadios llenos. "Me gusta algo mas intimo donde le veas la cara a los que te están escuchando. Que sea un ida y vuelta", confiersa.

Pero su relación con la música no se acaba en tocar. También ha dedicado buena parte de su vida a enseñar. Fue 30 años profesor en el Conservatorio, más de 20 en los talleres del Municipio y en escuelas de Azul, La Madrid y Bolívar.

"Tal vez puedan ser dos sensaciones distintas, pero están dentro de la música. Empecé a dar clases con la idea de poder transmitir lo que había aprendido. No estudié didáctica, pero sí fui aprendiendo que a través de dar clases y cambiar el patrón" podés enseñar, dice, y señala que "siempre pensé que al alumno vos tenés que ayudarlo a sacar lo que tiene. Hay algunos muy talentosos y que todavía no lo saben". Por eso la idea siempre fue "poder ayudarlos para que ellos puedan encontrar su propio sonido", ya que a él le llevó tiempo encontrar su sonido en la batería.

A Roberto le daba placer dar clases, aunque dice que "tocar es otra sensación pero sigo estando dentro de la música".

Son muchos los músicos, no sólo los bateristas, quienes lo mencionan como una influencia que excede a la música. "Uno a veces encaja en un momento justo y pasás a tener popularidad", cuenta, y agrega que le da satisfacción. "Uno dice que tan mal las cosas no las hice. Si no tenés humildad, no vas a aprender. Nunca me la creí".

Para él "siempre se aprende de todo el mundo. Aprendía de los alumnos, de cualquier cosa, de los músicos que tocan con vos. En la Sinfónica aprendí mucho de los directores, de los músicos que toda la vida habían tocado música de orquesta y alguno me corregía, lo aceptaba y lo aprendía. En todos los órdenes tendría que ser así: ser sencillo, ser humilde y aprendés. Creo que pasa por ahí".

Seguir tocando

A los 70 años, Roberto Peyrano no piensa en dejar de tocar, aunque comenta que "en una oportunidad dije que cuando tenga 60 años creo que no voy a tocar más". Pero no cumplió.

"Es muy difícil retirarse del instrumento, decir no toco más o no lo hago de una manera profesional, pero sí con amigos. Tampoco no sé si sería hasta que el cuerpo no me dé más, aunque muchos lo dicen. Soy más orgulloso y digo que si voy a tocar que sea con ganas. Si ya no se sintiera eso, diría que no lo haría mas", afirma.

"Por ahora no me desespero. No me puedo quejar, toqué muchísimo, viajé y tuve muchas satisfacciones. Lo vamos a dejar ahí, a ver qué pasa", dice enigmático mientras ríe. Lo cierto es que continúa pensando en nuevos proyectos. En estos días lo desvela uno en donde confluirán "ritmos del Uruguay, del Brasil, de la Argentina, de Colombia, de Venezuela. El tango y el folklore, y una mezcla de todas esas cosas".