"El camino a los consumos de otras sustancias siempre comienza con el alcohol, del que se habla poco y nada, simplemente porque está naturalizado, socialmente aceptado", analiza María Rodríguez, la coordinadora del Centro de Día de la Red Puentes que, desde el 19 de noviembre, funciona en un salón de la Iglesia Evangélica Luterana, en Rivadavia 2257.

En su primer mes de existencia, el Centro que depende de la Sedronar ha recibido una demanda de unas 30 personas entre los 13 y los 40 años de edad, con quienes inició un abordaje integral que incluye el contacto diario con profesionales, talleres de oficios y recreativos y espacios informativos sobre temas vitales, como ESI o violencia.

Desde su militancia en el MP La Dignidad, Rodríguez advierte que, de alguna manera, "la apertura de este espacio por consumo se enlaza con la problemática de violencia de género que trabajamos en Casa Popular Valeria", de la que también es referente. "Porque ahí veíamos que todas las violencias estaban atravesadas por el consumo. Pero no lo podíamos abordar, por falta de presupuesto y, por consiguiente herramientas. Desde ahí comenzó nuestro trabajo, y la incorporación a la Sedronar Federal nos dio el impulso que necesitábamos".

En la que formalmente se denomina Casa de Atención y Acompañamiento Terapéutico, se han recibido cotidianamente unos 15 "usuarios", como los llama Rodríguez, decididos en principio a modificar hábitos y costumbres. Hay otros 15 que llegaron, estuvieron unos días y no retornaron. A su reconexión con la propuesta se dedican dos de las operadoras de calle, quienes además acompañan y facilitan el acceso a los servicios de salud y los trámites esenciales para la vida.

En total, el equipo integra cinco operadoras -tres en la sede-, una psicóloga y una asistente social. Son estas últimas los que reciben a quienes tocan la puerta, generalmente por su propia voluntad, porque "aquí no se trata de que algún familiar venga y lo deposite: mayoritariamente vienen porque les llegó el comentario de este espacio, a través del boca a boca". Recién en la tercera jornada, los responsables abrirán el diálogo directo e incorporarán datos en una ficha.

"Lo primero es trabajar toda la problemática de la persona, porque hay que ver de dónde viene ese ser humano. O sea que el consumo es lo último que charlamos", graficará María Rodríguez, convencida de que también se debe abordar a la familia, "porque esto es integral, entonces más allá de que el pibe o la piba se acerque, nosotros involucramos al grupo", para "sanarlo" y así facilitar el acompañamiento.

Cada jornada comienza a las 10.30 y finaliza a las 16, a veces un poco más tarde. E incluye desde talleres de carpintería, de gimnasia, de huerta, de música, de guitarra o batería, así como el desayuno, el almuerzo y la merienda, además de la vianda para la cena. Eso, junto a alguna salida grupal recreativa y otros talleres sobre Educación Sexual Integral y violencia de género. "Como para ir charlando, porque en relación con el tema del consumo, son terribles las cosas que suceden: no hay límites y bajo los efectos de sustancias, todo se toma como algo normal, aunque sean situaciones totalmente descontroladas".

Fortalecimientos

"Nosotras ya teníamos usuarios, porque la violencia (intrafamiliar) normalmente aparece atravesada por el consumo. Se advierte cuando la mujer se va y después, a pesar de todo, regresa, que más que el afecto, lo que la une a esa pareja es el consumo. Se nota que el conflicto estalla y recrudece en los tiempos más escasos desde lo económico: cuando hay dinero para poder abastecer el consumo, todo parece estar más tranquilo", delimita María Rodríguez.

Para la coordinadora, no existen dudas de que la puerta de ingreso a la adicción es el alcohol. "Claro que se trata de una cuestión multicausal, en la que influyen los problemas económicos, los de acompañamiento, la falta de proyección a futuro", dice sobre ese universo que incluye chicos desde los 13 años hasta adultos de 40, parejas e incluso familias completas.

Por eso se busca "fortalecer las redes, porque es necesario acompañar en la construcción del proyecto personal, colectivo, el acceso al derecho y la inclusión; de allí el manejo integral. Porque existen un montón de causas para que el pibe o la piba hayan caído en el consumo. Y siempre empieza por el alcohol, que tiene índices de consumo muy elevados, sencillamente porque es un tema del que ni se habla, porque está socialmente aceptado. Es así: en el camino a los consumos de otras sustancias, primero aparece el alcohol. Y hemos naturalizado que los pibes hagan la previa; que el alcohol sea la reina de las fiestas, así se hagan en una casa. Y cualquier pibe de 13, 14 años va al mercado o a cualquier almacén de barrio y compra alcohol. Muchas veces, son los propios padres los que toman cerveza y mandan a los pibes a comprarla. Como que eso está naturalizado".

A partir de allí, y en los casos más pronunciados, se abrirá una escalada que conducirá a otros consumos. "Fijate que terminan en lo que llaman una ´jarra loca´, para la que se requieren pastillas recetadas por psiquiatras, y no podemos entender todavía cuál es la vía por la que llegan a sus manos".

Entonces, prevenir es una de las premisas. Desde la captación de aquellos que "consideramos que es mejor incorporarlos porque son menos horas de estar en la calle haciendo nada o en la esquina tomando cerveza" porque "lo que nosotros decimos es que prevenir no se trata de llegar antes, sino de estar ahí. Y pensamos la prevención desde la integridad, siempre partiendo de lo que le está pasando a ese pibe o a esa piba".

En red

María Rodríguez advierte que "la intención es organizar una mesa para trabajar junto con todos los organismos dedicados a la problemática en la ciudad". En este marco, se han tendido redes con "el servicio de Salud Mental y la Guardia del Hospital, que son los primeros lugares a los que se llega después de una noche de alcohol y consumo". Seguirá luego -quizás después de un enero en el que los horarios se acortarán entre las 9 y las 14- el contacto con la gente del CPA (Centro Provincial de Atención), que depende de la Provincia, y la Asociación Civil Cumelén.

Se relacionan además con la Defensoría Pública y con el Juzgado de Familia Nº 1. "El juez (Santiago) Arrondo nos fue a visitar y estamos en contacto por aquellos chicos judicializados, que a veces nos derivan como una acción previa a la internación".

Toda la actividad está cubierta por un presupuesto derivado de la Sedronar, que incluye los salarios de las operadoras, el alquiler del lugar y los gastos derivados de los servicios, más lo que supone la comida destinada a los usuarios.

¿Lo que se destacó en este mes de funcionamiento? "Lo que hemos visto es el acercamiento de los pibes solos y solas, sin que nadie tenga que traerlos y los deposite acá. Han llegado por comentarios de otros acerca del grupo. Y tratamos de que en las primeras horas de contacto simplemente se limiten a transitar el espacio, sin mayores presiones. Porque cuando es un mayor el que los trae, resulta más complicado que los pibes reconozcan que tienen un problema de consumo", finaliza.