"Muchos lo han tomado de manera preventiva y otros cuando están enfermos a modo de tratamiento. Su ventaja es que en dosis normales no tiene que grandes efectos colaterales", señaló Bueno.

"Hasta lo que nosotros sabemos, porque al ser algo nuevo todos nos tratamos de informar, la ivermectina acorta el ciclo del virus y le da más tiempo al organismo para reaccionar naturalmente y poder eliminarlo, evitando que se replique tan rápido. No es una cura, no es nada mágico, en una época para tomar con pinzas todo lo que se dice" advirtió.

En realidad, la ivermectina se ha usado para tratar la sarna y las enfermedades causadas por parásitos.

Sus efectos se basan en modificaciones de los canales de cloruro, lo que lleva a la parálisis y muerte de, por ejemplo, los ácaros de la sarna y de los gusanos del hilo.

Sin embargo, después de que investigadores australianos informaran, en junio de 2020, en la revista Antiviral Research, que la ivermectina reducía considerablemente la carga viral del SARS-CoV-2 en un estudio preclínico in vitro, es decir, en condiciones de laboratorio, comenzó una especie de histeria colectiva en torno a ese medicamento.

Sin embargo, todavía falta una prueba de eficacia realmente sólida.

A fines de junio, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) había subrayado en un informe que los resultados sobre la eficacia de la ivermectina para reducir la carga viral en cultivos de laboratorio no son suficientes para indicar que dicho preparado sería beneficioso desde el punto de vista clínico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) desaconsejan el uso de la ivermectina para el tratamiento de la COVID-19 y advierten de los efectos secundarios.

Se necesitan más pruebas para determinar si la ivermectina puede ser adecuada para prevenir o tratar la COVID-19, según una nota publicada ayer por la tarde en el sitio de la Deutsche Welle en español.

El Organismo de Reglamentación de Medicamentos y Productos Sanitarios de Sudáfrica (SAHPRA) también desaconsejó su uso a finales de diciembre de 2020, diciendo que aún no había datos confirmatorios sobre la ivermectina para su uso en el tratamiento de las infecciones por COVID-19.

En cuanto a la seguridad y la eficacia, no hay pruebas que apoyen el uso de la ivermectina y no se dispone aún de ensayos clínicos que justifiquen su uso.

El Popular consultó ayer al respecto a Bueno, y el titular del Colegio de Farmacéuticos de Olavarría señaló que "ha habido muchas consultas y en este momento está en falta".

La ivermectina se vende en pastillas y en gotas.

El comprimidos venía en una sola dosis de 6 miligramos, aparecieron nuevas marcas y en los últimos días nuevas dosis, de 9 y 18 miligramos, más una suspensión oral.

"Antes era una loción que se usaba para parásitos externos. Básicamente la recetaban muchos los pediatras para piojos resistentes. Ahora apareció en nuevas presentaciones, con dosis más altas" informó Bueno.

La ivermectina no es de venta libre y algunas obras sociales la cubren a sus afiliados.

"La gente la toma como preventivo y en otros casos llaman por teléfono, avisan que son positivos para que el que la lleve adopte sus recaudos, porque también se la han dado como tratamiento" apuntó.

Los picos de venta fueron entre noviembre y diciembre, cuando los medios empezaron a hablar de la ivermectina, pero las consultas subsisten.

Si bien está aprobada por la Anmat, en la Argentina aún no se aprobó su uso contra la Covid-19. "De no estar aprobado por Anmat, no hay forma de que llegue a las farmacias" advirtió.

La Sociedad Argentina de Infectología (SADI), por su parte, indica en su sitio web que "además de su acción antiparasitaria, la ivermectina es un potencial inhibidor de la replicación viral del SARS-CoV-2, sin embargo, la evidencia disponible in vitro sugiere que para alcanzar niveles efectivos de ivermectina se necesitarían importantes aumentos y potencialmente tóxicos de la dosis".