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En la primera escena hay un niño y su padre. Sobre la mesa una torta de cumpleaños. Las velas encendidas iluminan el rostro del chico mientras su padre le da cuerda a una moto de juguete que luego apoya sobre la mesa. Las ruedas giran igual que la tapa una botella. El padre habla y el niño escucha. No vamos a decir cuáles son las palabras del hombre pero sí podemos asegurar que se refiere al tiempo y al destino. Después golpean la puerta y ambos deberán tomar una decisión.

Son los primeros minutos de "La gran carrera de quesos", pero es en esos instantes en que el espectador puede ver la filosofía hecha de pequeñas cosas que encierra la película.

"Tarde mucho en volver a verla", cuenta Mariano Gregorini, quien compartió la dirección con Danilo Galgano y Marcos Dreyer, y señala que "cuando la volví a ver la redescubrí".

"Es muy difícil olvidar que hay detrás en cada uno de los planos" dice y explica que desde un punto de vista objetivo "tiene muchas cosas porque éramos principiantes", pero aun así está más que conforme con el resultado.

"Me parece que es una película que está bastante bien", afirma. Menciona que "el guión tiene cosas lindas, pero es bastante sencillo y está bien", y manifiesta que "no tiene grandes errores en términos generales. Me parece que es una historia que se cuenta bastante bien, tiene un desarrollo lindo. Me encanta y tiene mucho valor sentimental".

"Es muy fuerte sentimentalmente haber pasado esa experiencia, incluso para la gente de Olavarría que participó de una u otra manera" y cuenta que trabajaron en el film cerca de 200 personas entre extras y ayudantes.

Un proyecto que se

convirtió en película

"La gran carrera de quesos", narra la historia Dambo, el hijo de un maestro quesero que decide regresar a su pueblo para enfrentar el poder un hombre que regula los destinos de los vecinos y los obliga a trabajar en su fábrica de queso crema. Dambo se une a un grupo de rebeldes para organizar una competencia y poder vencer al villano. Parece una idea simple, pero la película tiene otras complejidades que el espectador podrá ir viendo con el correr de la trama.

Mariano cuenta que la idea del proyecto nació como tesis de una materia en la carrera de Imagen y Sonido. La historia que Danilo Galgano, guionista además de director, escuchó de la boca de su padre sobre un pueblo europeo donde se corrían carreras de quesos comenzó a tomar forma.

"Danilo con su mirada supo atravesar esa historia y hacerla un relato fantástico donde una carrera de quesos dirime el poder y decide sobre la vida de las personas mas allá del sabor de un queso" sostiene.

El guión estaba en camino y pronto comenzaron a sumarse nuevos integrantes a un grupo que ya venía trabajando. "Sumando voluntades a un proyecto que siempre intentó ser colectivo", explica, y comenta que luego, en otra materia, pudieron tener una idea cabal de los costos de la película.

"La pudimos presupuestar verdaderamente y era una película que la podíamos pasar por el Incaa para hacerla entrar por un subsidio", cuenta.

Si bien tenía un costo cercano al millón de pesos, "nosotros la terminamos haciendo por 50 mil pesos". "A partir de ahí, en base a lo que presupuestamos y pensamos de lo que era hacer una película y las voluntades que necesitábamos, cómo la podíamos llevar adelante y dónde, con Danilo pensamos llevarla a cabo en Olavarría", expresa, y enseguida declara que "nos pareció que era el lugar donde podíamos mover voluntades, de conseguir millones de cosas que necesitábamos para realizar la película. Desde extras hasta comida y movilidad o combustible".

Los tres directores siempre tuvieron en claro que "la íbamos a hacer cueste lo que cueste y gracias al esfuerzo de un montón de gente se pudo realizar de la manera en que se hizo".

Empezar a filmar

"El proceso de escritura tardó cerca de un año" asegura y señala que "se llegó casi con un guión terminado al rodaje". "Una vez que arranca la película es muy difícil cambiar estrictamente el guión. Lo ideal es estar con un guión terminado", explica, porque eso "te la da la posibilidad de planear un montón de cosas". "La película tiene muchos objetos de arte, elementos, cosas que suceden en un lado, interiores que se grabaron en un espacio y exteriores en otros. Todo eso se puede coordinar y puede ser posible gracias a que está el guión, que dice que es así la casa y se puede desglosar eso y buscar esas necesidades en base a lo que dice".

También recuerda que el cierre definitivo del guión fue al comenzar la película que el protagonista, el actor uruguayo Alfonso Tort, hizo varios ensayos con los personajes con los que se cruzaba o coprotagonistas. Hubo otros con personajes secundarios de Olavarría que no eran actores o con experiencia en teatro. "El proyecto necesitaba tener actores o gente que pudiera trabajar en Olavarría y que no sean de afuera", explica.

Con respecto al trabajo de arte "fue bastante fuerte", asegura Mariano, y comenta que muchas de los elementos que se usaron en algunas escenas fueron modelados nuevamente en 3D.

"La estatua original que se montó en Hinojo, terminó no gustando pero se filmó toda la escena igual y luego se pudo corregir con un modelado en 3D". Lo mismo sucedió con la valija que lleva a todas partes el protagonista. "Era un elemento muy importante. Es el objeto que relata, que lo lleva a Dambo a volver".

"La edición original del guión tenia una visión un poco más futurista y había en la plaza central de la estatua unas máquinas expendedoras de queso crema, las cuales quedaron descartadas porque eran imposibles de hacer. Era un delirio hermoso", afirma, y recuerda que con el vestuario pasó algo parecido

"También hay un trabajo en lo cromático. Hay mucho gris, azul, como esta cosa podrida de la fábrica y en todo los ambientes de la ciudad y cómo a medida que viene este nuevo pensamiento como salen a la luz los colores tierra, los colores vivos como el amarillo y el rojo", dice, y menciona que trabajaron toda la película con eso en mente: el contrapunto.

"No sólo es necesario quien decida que ropa usar, sino que también en el momento del rodaje los roles son muy importantes a la hora de la continuidad. Cada rol se encarga de su propia continuidad", explica.

Hacer una película hoy

"No soy de escribir mucho, no vengo del palo de la escritura", dice, y reconoce que no es "un gran componedor de ideas". Es por eso que "no me he embarcado en idea o en narrativas propias. Sí, siempre estoy tratando de querer meterme en rodajes" como ayudante. Para él "es algo mágico, increíble, estar en un rodaje".

"Soy más un laburante porque vengo del palo técnico" señala y menciona que "hacer una película es arriesgado hoy porque hay una industria cada vez más chiquita para las piezas culturales grandes o para el cine"

"Cuando salís de la burbuja y empezás a trabajar te das cuenta que para hacer una película necesitas mucha plata o muchas voluntades. Hay que tener muchas convicciones para convencer a un montón de otras personas en realizar o a que te ayudan a realizar algo"

Mariano Gregorini confiesa que actualmente "estoy bastante alejado del rubro cinematográfico. Estoy mirando y haciendo piezas más cortas, todo muy rápido, más descuidado".

"Igual siempre conservo la esperanza de que en algún momento pueda aparecer algún indicio de que pueda aparecer alguna industria cinematográfica de arraigo local. Quizás algunas instituciones, enseñando un poco más de cine estricto, van a ayudar que la sociedad empiece a ver al trabajador del arte o del cine como un trabajador y no como un artista", concluye.

Con ayudas y apoyos

_NOTA

R.F.

Fue a mediados de septiembre del 2008 cuando el entonces intendente José Eseveri daba una conferencia de prensa junto con Danilo Galgano y Mariano Gregorini para anunciar la puesta en marcha del programa "Olavarría, set de filmación" con la filmación de "La gran carrera de quesos".

En aquella oportunidad, los directores olavarrienses recibieron "un subsidio de 5.000 pesos y, básicamente, facilitar todo lo que tenga que ver con permisos de filmación", anunció Eduardo Rodríguez, quien estaba a cargo del área de Cultura.

"Yo soy olavarriense y tengo muchísimo de Olavarría en mi historia, por lo que seguramente aparecieron muchas imágenes a la hora de escribir el guión; segundo, en cuanto a la producción, si no fuera aquí, en otro lugar no podría realizarse; y tercero, cuando empecé a recorrer las locaciones, redescubrí Olavarría, y esos lugares que tenía en la cabeza se reflejaron enseguida", comentó Danilo Galgano, y posteriormente Mariano Gregorini agradeció "a toda la gente de Olavarría que nos está ayudando y a toda la comunidad en general".