Rodrigo Fernández

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Cuando las luces de la sala se apagan el público se levanta lentamente. Hay muchos adolescentes y otros que no lo son tanto. No hay un sexo que se destaque más que otro. Llegaron en grupos de amigos o en pareja. Algunos también se animaron a venir solos. Las luces de todo el lugar se encienden y algunos se dan vuelta y miran hacia el escenario vacío. Hace unos minutos, nada más, las carcajadas estallaban en el Teatro. Ahora hay murmullos, risas bajas y rostros satisfechos. El público no se sintió defraudado. Ellos querían ver lo mismo que ven las redes sociales. Un par de pibes que hacen chistes de esquina. Que juegan entre ellos a verduguearse, a sentirse los más piolas del barrio. Y eso es lo que el tandem Rodríguez-Galati dieron. Una galería de personajes que casi todos conocemos, un humor sin límites que por momentos se zambulle en lo negro, a veces en lo absurdo pero siempre con la misión de crear códigos entre sus seguidores y de hacer reír. Eso sobre todo: hacer reír.

Cuando se vuelve a apagar la luz es porque la sala ha quedado casi vacía. Camino rápido hacia el escenario y luego subo las escaleras que dan al detrás de escena. La oscuridad es total y todavía hay que sortear algunos escalones. La primera puerta está entreabierta y dentro está sentado frente al espejo Rober Galati. Cuando me ve entrar saluda y grita hacia el otro camarín. Entonces, tras hacerse esperar unos minutos, sale Lucas Rodríguez. Están cansados, se les nota en la cara. Fueron dos horas bien arriba sobre el escenario. Gags, algo de stand up, juegos con el público y hasta un accidentado homenaje a Tangalanga que llevo más tiempo del esperado. Aunque finalmente se pudo cumplir con la consigna de hacer enojar a alguien.

Nos metemos en el camarín de Rober, que se sienta sobre la mesa. Lucas se acomoda en una silla. Vienen de una gira que los lleva de una punta a la otra de la provincia de Buenos Aires con la "Misa Cochina". A Lucas, Marrone lo volvía loco: "era mi contador de chistes favorito". A Rober, Pepe Biondi y Tangalanga son dos cómicos que lo marcaron.

Lucas se cruzó con Rober cuando era muy chico. "Él era amigo de mi viejo" cuenta y asegura que sus destinos se volvieron a cruzar cuando "estudiamos stand up juntos. A partir de ahí es como que nos empezamos a relacionar más".

Hay una diferencia de casi 20 años entre los dos y sin embargo se entienden perfectamente a la hora de hacer humor. "Al conocernos desde hace tanto tiempo es como que no crecimos juntos pero de alguna manera crecimos juntos" dice Lucas, que habla recostado en una silla. Afuera del camarín se escuchan los movimientos de los técnicos.

Hacer humor: guión e improvisación

Rober explica que "la gente nos conoce y sabe que lo que hacemos es humor, sea negro, gris, blanco. La gente no lo toma a mal. O por ahí tratamos de que no lo tomen a mal" y Lucas acota: "hacemos el humor que nos causa gracia". "Nosotros no somos los políticamente incorrectos, nos somos Fernando Peña. Pero lo manejamos naturalmente. No es que nos ponemos el límite nosotros, es decir bueno hasta acá", afirma Lucas.

Rober señala que "también está bueno no faltarle el respeto a nadie pero sí hablamos de todo. Creo que lo logramos" y larga la carcajada cuando Lucas señala que todavía "no se nos han enojado, obviamente después de esto se enoja todo el mundo".

Hay un momento de la "Misa Cochina" en donde el chiste pasa por la muerte del padre de Rober y ambos logran un clima humorístico sin causar molestia. "El chiste me lo haría sin que haya público, entonces esos mismos chistes que me hace arriba del escenario me lo hace abajo sin público", dice Rober y Lucas reconoce es que es un "humor de esquina de amigos".

Para Rober "se entiende que es un chiste y que se puede hacer un chiste con todo sin que la gente se ofenda. Si no me ofendo yo que es mi papá", declara y se ríe.

"Generalmente está guionado pero hay lugar para divertirnos desde la improvisación", explica Lucas y Rober habla de porcentajes: "digamos que hay un 70 -30. 70 de guión y 30 que va saliendo"

En las redes sociales

"Como hicimos el taller de stand up juntos, desde ahí nos sentimos cómodos trabajando juntos y juntos nos sentimos imparables", dice Lucas y Rober larga una carcajada que retumba en el camarín.

"Cada uno, individualmente, somos medio vagos entonces dijimos o lo hacemos juntos o no lo hacemos. Justo yo estaba medio perdido y dije dale, esto me va a ayudar para rescatarme así que arrancamos con los videitos", explica Rober.

Según Lucas "lo empezamos a hacer por puro amor" y nunca pensaron en que esos videos llegarían a hacer reír a tanta gente.

"Nunca pensamos que íbamos a llegar a que la gente viniera al teatro", dice Rober, "es como dice Lucas, por amor. Porque nos gusta hacer reír y por eso dijimos hagamos esto".

"Hacíamos stand up desde antes así que nos fue bastante natural pasar al teatro porque era algo que ya sabíamos hacer", afirma Lucas.

"Y si bien no pensamos nunca o no lo hicimos pensando en vamos a llegar a tener un millón de seguidores y que la gente vaya al teatro, sí pensamos que por ahí nos iba bien. Y si nos iba bien sería lindo que vaya la gente al teatro. Cuando empezó a venir la gente al teatro, nosotros ya teníamos nuestro show en el Paseo La Plaza. Pero empezar a conocer el país con el show fue tremendo", asegura Rober.

Subir a escena

"Nos gusta el escenario, nos gusta hacer lo que hacemos", explica Lucas y señala que "lo que me pone pilas es hacer el show". Para Rober es muy parecido. "Estés como estés, cuando empieza es como que te despertás, te ponés de buen humor aunque ni nos hablamos antes del show". "Es como que nos activa el show", reafirma Lucas, " de alguna manera, eso es lo que nos da vida y nos hace seguir día a día".

Personajes

Los personajes "van surgiendo de manera bastante orgánica dice Lucas, no es que lo pensamos sino que vemos que una vez causó gracia una línea y hacemos hincapié sobre esa línea y construimos sobre ese personaje", explica Lucas y es por eso que para él es como que "más o menos los que nos va saliendo y tenemos ganas. Generalmente los personajes son de temas que se vinculan con nosotros, como el fútbol, o el tema del momento, como todo lo que pasa en las redes sociales, no tiene un proceso muy profundo".

"Algunos personajes son amigos de Lucas. Existen los personajes. Muchísimo más exagerado. Está el que habla con la manito todo rápido, Pajin, el Man Men", comenta Rober y es Lucas el que aclara que sus amigos nunca se enojan, se ríen mucho y "piden un porcentaje".

Hacer un video para Instagram les lleva "entre dos y tres horas y media, para armar de qué va a ser el video y después se edita", apunta Lucas y Rober explica que "le damos mucha bola, porque el video de Instagram es todo. Es lo que hace que venga la gente, entonces tratamos de darle mucha bola". Inclusive "cuando es del momento, hemos ido a editarlos cuadro por cuadro y ver todas las cosas", señala Rober y agrega: "le damos su tiempo y su importancia".