"Hay que estar al pie y también muy bien preparado"
"¿Por qué peluquería?, porque siempre me gustó. Desde chico. Mis padres me apoyaron, aunque me aclararon que las cosas habían que hacerlas bien. Cuando comencé yo tenía apenas 14 años. Estaba en el Secundario (en la Escuela Industrial) pero no me gustaba, porque yo quería ser peluquero. Lo tenía decidido desde siempre. Así que mi mamá Olga, mi hermana Valeria y mi abuela María, mis tías también, eran las modelos, las que ponían sus cabezas mientras yo estudiaba y ya practicaba los cortes" siguió diciendo Roberto, quien hoy -como sus colegas- celebra el Día del Peluquero, a puro corte.
"Cuando llegó el momento de instalarme mi papá me dio un apoyo espectacular, porque primeramente me alquiló un local en la "villa vieja". En el que estoy ahora (en una de las esquinas, frente a la plaza en la Nueva Villa de la Villa Alfredo Fortabat) hace diez meses que lo inauguré. Acá es de mi propiedad. Pero el puntapié inicial que me dio mi viejo (Carlos) fue fundamental, me compró todo. Desde el primer día comencé a trabajar muy bien y siempre capacitándome, ya sea en Buenos Aires, Mar del Plata o donde fuera, e inclusive he estado en Colombia. Es que yo trabajo con una empresa de cosméticos (Exiline) desde hace quince años y me invitó a que fuera a Colombia a un curso de capacitación" siguió contando, mientras cortaba y ya le daba indicaciones a otra cienta que ya había pasado por otra etapa con su cabeza, y esperaba en uno de los sillones de la peluquería.
"Hace doce años que Luli Cejas es mi ayudante, mi mano derecha, y ya es parte de la peluquería. Mi hija (Juanita) de a poco está comenzando en lo suyo, haciendo "manos", aunque recién tiene quince años. Acá hacemos cortes para mujeres y también para hombres, aunque en su mayoría son damas las que vienen. Pero los hombres también, porque se puso de moda la barbería y entonces hicimos un espacio exclusivo para los caballeros. Acá todo es con turno, para organizarnos mejor" contó Roberto mientras se sentaba en el viejo sillón del sector masculino. "Este sillón tiene mucha historia, fue de un peluquero histórico de Loma Negra, don Ligore. Era caro en su momento, pero lo quise comprar y lo tengo. Es muy especial, sin dudas", afirmó.
Respecto de lo que exigen las clientas a la hora de cortarse el pelo, Roberto explicó que "es muy variado. Pero buscan lo que está de moda, fundamentalmente lo que se ve en las redes sociales. La revistita ya no sirven, sino que aparecen con el celular, me muestran y dicen "quiero esto", y hay que hacerles eso. También hay que aconsejarles, por supuesto. Han cambiado también las técnicas para hacer colores y trabajar en el pelo de las damas, y hay que estar actualizado, saber todo, porque los clientes tienen mucha información, fundamentalmente con las redes sociales, inclusive más que uno mismo. Por eso hay que estar al pie, saber todo y estar preparado. Por eso hay que capacitarse permenentamente" agregó Roberto.
"Viene muchísima gente de Olavarría a mi peluquería. De Loma Negra por supuesto que también, pero tengo una gran cantidad de clientas que llegan desde la ciudad. El boca a boca ayuda mucho, claro, más allá de que hago publicidad. Pero se comentan, luego de tantos años, la forma de que uno trabaja, o porque les hice un determinado corte. Cuando me hice de novio con quien hoy es mi esposa (Lorena D´Onofrio) -que no trabaja acá pero es la que está detrás de la empresa- fue importantísimo para todos, porque ella apuntala todo. Yo estoy en la peluquería desde las 9 de la mañana a las 9 de la noche, de corrido todos los días, realmente se trabaja mucho, así que la logística de todo lo hace Luli porque sino fuera así sería imposible" señaló Roberto, quien con Lorena son padres de Blas (7), Valentina (19, estudia una carrera universitaria en Capital Federal) y Juanita (15).