Ex rector de la UNICEN y actual Decano de la Facultad, sostiene que "estar a cargo de la institución en su cincuentenario, es a la vez disfrute y responsabilidad". Y se entusiasma con los proyectos de lo que está por venir.

No parece que haya pasado tanto tiempo. Pero son 50 años...

Sí, es muy raro porque miro hacia atrás y he estado en distintos roles en una parte importante de la historia de la Facultad. Pero es una cosa fantástica observar cómo la institución tomó una identidad que nos ha trascendido a quienes estamos dentro. Hoy hablás de "Ingeniería" y tiene un cuerpo institucional, hay orgullo. Lo ves a cada paso, en las remeras, en las charlas. Los chicos y las chicas que estudian en la FIO la sienten propia. Hay un sentido de pertenencia que es propio de la institución, ya excede a las personas. Y lo más importante es que la sociedad se ha apropiado de su Facultad de Ingeniería con sus valores.

Es muy sorprendente llegar al Complejo Universitario y meterse en las entrañas de la Facultad, el crecimiento es asombroso...

Está vinculado con lo anterior. En la medida que cada docente, cada no docente, becario, graduado, estudiante, se fue apropiando de su espacio, ha encontrado una libertad creativa que da espacio al crecimiento. Ya se hizo cultura institucional porque las diferentes gestiones han trabajado con esa lógica desde las políticas. Hoy la Facultad es una usina constante de ideas. Eso se traduce en la parte visible de la institución: los edificios, los eventos, las conferencias, una agenda siempre nutrida. Pero la clave está en esas venas que son las que dan el empuje.

Da la sensación de que hay una mirada modesta sobre la gestión de la FIO...

Es posible. Quienes formamos parte del mundo de la ingeniería le escapamos a las vanidades. Pero si revisamos el rol de quienes hemos conducido la Facultad en su historia, probablemente deba resaltar que nunca hemos perdido el norte. Y no me refiero a mi gestión sino al trayecto de estos 50 años, en los que siempre hubo claridad respecto de algunos temas nodales de la política institucional.

¿Cómo cuáles?

Cuando la Facultad arrancó en 1969 los docentes eran foráneos, casi en su totalidad. Y éramos una institución regional orientada a formar profesionales para el entorno productivo. Se empezó a trabajar para formar cuadros de docencia propios radicados en la ciudad y con pertenencia e identidad locales. De esa formación asomó la necesidad de generar nuevos conocimientos y surgieron los núcleos de investigación. Y para ser pertinentes en el territorio fue necesario generar redes con el ecosistema. Esas marcas permanecen inalterables y es lo que nos ha permitido cosechar ese prestigio institucional que no se consigue en dos días.

¿Cómo ha atravesado la Facultad en estos 50 años los avatares políticos de una Argentina cambiante?

La FIO tiene siempre en claro su rol de emblema de la Universidad pública, sosteniendo los principios de la Reforma Universitaria de 1918. Ha habido momentos en los que el gobierno de turno ha fortalecido al sistema y otros en los que la Universidad pública, como concepto, ha estado más amenazada. Hemos podido sostener con destreza y mucho coraje este papel y creo que esa posición también ha contribuido a la imagen de la que goza la FIO. La coherencia, al largo plazo, tiene sus frutos.

Los organismos públicos han cosechado cierto descrédito de parte de la sociedad, bajo las sospechas de corrupción, burocracia o inacción. ¿Cómo ubica a la Facultad de Ingeniería en ese contexto?

Me remitiré a la percepción de la sociedad para dar una respuesta. Y justamente una de las cosas que más se resalta de esta Facultad es el mérito de haber permanecido por fuera de los desvíos éticos en los que, con frecuencia, incurren las instituciones públicas. Además, hay compromiso permanente para dar respuestas a las necesidades para el desarrollo social y productivo incompatibles con la inacción y la burocracia.

¿Cómo visualiza el futuro de la FIO?

Me parece que los objetivos que la institución debe trazarse apuntan a adecuar los mecanismos, académicos e institucionales, para formar estudiantes comprometidos con el contexto, no solo con el saber específico. Las sociedades mutan en sus intereses y hoy se han agregado visiones sobre el mundo que los profesionales no podemos ignorar: el medioambiente y las energías renovables, la perspectiva de género, el emprendedorismo, la inclusión, las tecnologías aplicadas. Estos temas, entre otros, no formaban parte del pensamiento curricular de años atrás. Pero nuestros graduados y graduadas por venir deben estar preparados para esos escenarios. Viene una Facultad con pilares firmes para formar parte de las políticas públicas del territorio. Vienen nuevos desafíos necesarios....