Como toda vocación, explicará en contacto telefónico con este Diario, "es muy abarcativa, va recorriendo múltiples lugares; yo tuve la suerte de descubrirla porque siempre me gustó dibujar" y ya transitando la carrera, "uno toma conciencia de que es el 50% humanista y el restante 50% técnica, empieza a investigar qué ha ocurrido con el hombre a través de su historia y concluye que la arquitectura es la huella que deja el hombre en la historia. Nada menos que eso, pasando por los cambios de la música, de la pintura, de la escultura, y también cómo se logro técnicamente cada paso que fue dando el hombre desde la cueva hasta una actualidad (hecha) de inmensos rascacielos de acero y vidrio".

Con avances y evoluciones técnicas permanentes, "nunca nos podemos despegarnos de que cada obra se hace aferrada a lo que es la tierra, y ese aferrarse a la tierra tiene mucho que ver con nuestra condición humana", analizó el profesional recibido en 1976 en la Universidad Nacional de La Plata. Desde ese lugar, admite "haber tenido la suerte de ir a un colegio y a una universidad pública" y precisamente por eso sentir que "al recibirse con ese esfuerzo que hizo la sociedad toda, querer devolverle de alguna manera, en nuestro accionar, en nuestro actitud y en nuestras posibilidades, algo de lo tanto que nos dio".

En la misma línea, advierte que "regresar al lugar al que uno pertenece" con el título en la mano, tiene sus gratificaciones. "Este medio siempre ha sido muy generoso conmigo", dice, sumando a ello los vínculos y las relaciones que le dio su participación en el deporte. Julio Bidé nació en Loma Negra y esa pertenencia le valió el reconocimiento de don Alfredo Fortabat cuando, al transformarse en el primer arquitecto de la localidad, lo envió a Europa para perfeccionarse. Después, "me mantuve vinculado profesionalmente a la empresa y a la Fundación Fortabat durante casi 30 años".

¿Cómo analiza a la ciudad desde el ojo profesional? "Olavarría es una ciudad, entre comillas, pujante. Pujante en el sentido de que nunca se demora, nunca se detiene, aunque sea lentamente, aunque pasen los gobiernos que pasen, las situaciones económicas que pasen, Olavarría es siempre una inclinación hacia arriba y hacia adelante. Y digo entre comillas porque la palabra pujante puede sonar demasiado ampulosa, la verdad es que nosotros en ningún momento fuimos ampulosos. Pero hablo de un crecimiento siempre sostenido, que nunca muestra una meseta".

A su entender, ello se relaciona con que el Partido observa ciertas características, como el reunir "el campo, las cementeras, las cerealeras, los parques industriales que son cinco; tiene la Universidad, 3.500 camiones, es una ciudad que no se puede detener jamás, porque tenemos tantas cosas, tanta diversidad, que nos permite justamente siempre desarrollarnos".

En cuanto a su crecimiento, "tenemos una condición que es la cuadrícula, que inventaron las Leyes de Indias, es decir que la tenemos por los españoles, lo mismo que casi todas las ciudades de la Argentina, que nos permite un crecimiento bastante regular, aunque difícil de delimitar en la pampa, con la llanura". En Olavarría, las rutas funcionan como una especie de límite, porque "la ciudad se tiene que contener debido a que cuesta mucho llevar los servicios y el acceso a los centros de salud se va complicando". Todo eso "ya está reglamentado: Olavarría tiene una planificación urbana absolutamente definida".

Sobre el final, valoró las relaciones humanas que se dan en comunidades como la nuestra, donde "todavía nos conocemos casi todos, donde uno puede trabajar en pos de los demás, si bien también lo hace por uno mismo, pero siempre participando en equipos, en función de una tarea más bien comunitaria, haciéndole la casa a los amigos, a los compañeros de colegio, trabajando para los clubes, las sociedades, las empresas". Haciendo realidad, en definitiva, aquello de que "La misión del arquitecto es mejorar el hábitat: una definición muy importante, porque el hábitat puede ser la plaza, el espacio del Parque Mitre, el teatro o las viviendas particulares; ese hábitat en el que todos convivimos es un compromiso del arquitecto, mejorarlo, ampliarlo y sostenerlo".