El ilustre, célebre (y todos los sinónimos parecidos que se puedan sumar) Iñaki Urlezaga, uno de los más grandes exponentes de la danza a nivel mundial entre finales del siglo pasado y comienzos de éste, distinguió con su visita ayer a Olavarría para ofrecer una "Clase magistral" en la Escuela de Danzas de Gladys Messineo. 

Veintisiete años de su enorme talento sobre las tablas se cerraron el domingo 28 de junio de 2020, cuando el platense dijo adiós a los escenarios con una soberbia interpretación de Romeo y Julieta en el Teatro Colón según la versión del coreógrafo británico Kenneth MacMillan. 

En plena pandemia, el mundo pudo seguir la última función a través de streaming. Desde entonces Urlezaga (con acento prosódico en la primera "a") está dedicado a la docencia, y en ese rol llegó ayer a la Ciudad, en una jornada que contó con el auspicio del Instituto Cultural Bonaerense. 

Sus primeras palabras fueron de "alegría por dar una clase magistral". ¿Qué es es una clase magistral?, fue la primera pregunta para este muchacho nacido en La Plata un 12 de diciembre de 1975, que en 1999 recibió el Premio Konex en reconocimiento como uno de los mejores bailarines de la Argentina. 

"Se trata de impartir argumentos académicos y formativos que los chicos tal vez requieran de mí, o no conozcan, y uno a través de la experiencia y los conocimientos pueda darles herramientas para que ellos salgan de la clase un poco mejor de lo que entraron" narró. 

Urlezaga expresó que a este bagaje no resulta sencillo llegar para los chicos del interior del país. "Tristemente hay muchas diferencias entre el área metropolitana y el resto de la provincia de Buenos Aires. No es que no haya talento en el interior, sino que ellos mismos están imposibilitados de interactuar con gente de Buenos Aires, o con gente que llega a Buenos Aires desde el exterior y eso también enriquece mucho a la Capital Federal" opinó. 

"CABA -dijo- no es un lugar donde existan mejores per se, o simplemente porque es la ciudad de Buenos Aires, sino por todo lo que sucede allí, si bien con los años uno ha tratado de revertirlo -será que yo también soy de interior, porque La Plata lo es- y llevarlo al interior para que las asimetrías sean más chicas".  

En estas clases, Iñaki manifestó que en las búsquedas a los chicos "les llama la atención que em mi caso, además de ser un profesor, soy un artista reconocido que de por sí tiene un vínculo preestablecido". 

En ese aspecto, recordó que "ninguno de estos adolescentes me ha visto bailar, pero existe Youtube, las plataformas y son maneras de interactuar conmigo. En eso hay un nexo automático para trabajar".  

"Después automáticamente se olvidan, paso a ser el profesor no el artista, y a partir de ahí yo evidencio que es lo que a ellos les hace falta y hacia dónde trato de llevarlos como para que puedan quedarse con herramientas importantes y que no se les olviden en el tiempo" afirmó.  

Olavarría, y su gente vinculada a la danza, fue privilegiada ayer con este acercamiento: "No son comunes estas clases lamentablemente, por eso hago hincapié en que el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires ha hecho mucho para que esto sea posible".  

"A mí me odian cuando lo digo, pero para esto está el Estado, para llegar a lugares donde el padre de familia no tiene posibilidades de pagar una cuota o donde las asimetrías económicas son tan grandes y los contrastes tan gigantes en la Argentina que por ahí chicos con vocación y con talento se quedan en el camino porque no pueden acceder" diagnosticó. 

Urlezaga ubicó a la danza clásica como la madre de todas las danzas, y en ello encontró la principal seducción para convocar a los más jóvenes: "A través de ella primero pueden darse cuenta de si les gusta o no, y luego es la que conduce hasta dónde quieran terminar".  

"Puede ser la comedia musical, la danza contemporánea, el jazz por lo vasta y lo rica que es. Hasta pueden terminar saliendo músicos, porque la danza tiene toda la parte musical, que es muy linda y muy enriquecedora como herramienta de futuro" añadió. 

Iñaki compartió una triada contemporánea de grandes junto con Julio Bocca y Maximiliano Guerra. 

¿Cuál sería la actualidad de la danza argentina ya sin estas tres figuras? 

"Todo tiempo tiene sus particularidades. Hoy en día la globalización hace que los chicos tengan la posibilidad de emigrar de forma muy temprana. Hay muchos talentos que acá tristemente no se los disfruta porque están triunfando en el exterior" marcó Iñaki. 

"Eso pasó siempre, pero con este acceso tan directo que hay a la posibilidad de obtener una beca mucho más. Qué se yo… Finlandia parece que geográficamente cada día está más cerca" bromeó y lo atribuyó a "la conectividad". 

En el mismo sentido, consideró que "si las políticas de Estado no se reconducen a lo que notamos que los adolescentes están necesitando, esto va a seguir pasando. Que a los adolescentes no sólo les llame la atención el hecho de irse, sino de quedarse afuera es que muchas veces no encuentran un futuro promisorio". 

La danza, resaltó, "es una profesión. Se puede vivir del arte, sin lugar a dudas". 

Un artista que paseó su talento, además del Teatro Colón de Buenos Aires, por la Scalla de Milán, el Metropolitan Opera House de New York, el Teatro Bolshoi de Moscú, optó por no elegir un lugar sino un espacio. 

"La danza nació en Occidente, sin lugar a dudas. Me parece que es donde mejor florece, pero también hay gente que le gusta ir a Estados Unidos y está todo bien. Depende de la carrera que uno quiera hacer" advirtió. 

Fue mediático (en el buen sentido), respetado, popular. Ocupó grandes titulares, su don llenó horas y horas en los medios electrónicos de comunicación. 

"Me sentí bien con la popularidad. Tampoco es que me siento Rock Hudson. Siempre fue muy paulatino y donde he necesitado de los medios para difundir mi experiencia o mi trabajo, siempre ha sido en el marco de un lindo respeto, y no aspiro a más que eso" confesó.  

Su despedida formal fue en plena pandemia, a la que mira como un evento de posibilidades: "Tuve la bendición de haberme retirado el año anterior, así que agradecí a la vida haberme podido despedir en los escenarios". 

"La pandemia fue durísima a nivel humano, pero a nivel artístico también. Ver ahora que los teatros están tan llenos y que la gente ha vuelto a disfrutar es magnífico y creo que va a haber un florecimiento cultural después de todo esto. Después de cada crisis hay mejoras sociales, humanas y cambios para siempre" reflexionó. 

Para cerrar, y volviendo a la trilogía ilustre que lo tuvo como protagonista, Iñaki eligió evitar las definiciones: "Cada uno es quien es. El ser humano siempre es único e irrepetible y eso lo hace maravilloso".