Daniel Lovano

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Hace ya más de una semana que buena parte de la humanidad tiene su mirada enfocada en el centro - este de Europa. En un sentido nadie puede ser indiferente ante la crueldad que representa un escenario bélico, pero también porque aquello que sucede donde nació el Rus de Kiev repercute de un modo u otro en cada rincón de planeta.

Hay un dato histórico para empezar a entender esta guerra: en 1949 nació una alianza militar encabezada por Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyo objetivo era contener el avance de la Unión Soviética y el comunismo.

El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín, el 25 de diciembre de 1991 se terminó de disolver la URSS, pero (inexistente su razón de ser) la OTAN no sólo no dejó de funcionar, sino que fue extendiendo cada vez más su área de influencia hacia el este europeo.

Sumó más de una decena de ex aliados en el enclave soviético.

Desde 2014 con un golpe de estado en Kiev se viene acercando Moscú y, con su intención de sumar a Ucrania, sus misiles podrían golpear en apenas tres minutos las puertas del Kremlin.

Sin este dato, es imposible adentrarse en el análisis de la guerra ruso - ucraniana, y para hablar de ello el profesor de la Universidad Nacional de La Plata Alejandro Simonoff fue convocado ayer por la secretaría de formación política y partidaria de la Juventud Radical. Antes, se prestó amablemente a dialogar con EL POPULAR Medios.

¿Cuán sorpresivo fue con todos estos antecedentes la reacción de Putín?, fue la primera pregunta. "Hay responsabilidades compartidas. Si bien es cierto que quien termina pateando el tablero y cometiendo una falta muy grave a la carta de las Naciones Unidas es Putín, había una cantidad innumerable de analistas de la política internacional que hablaban de que la extensión de la OTAN hacia el Este iba a generar este tipo de ataques por parte de Rusia" señaló el catedrático.

"Al avance de la OTAN se produjo el endurecimiento de la posición del gobierno ruso en el escenario internacional y, sobre todo, en su área más próxima. Son dos disparadores que se fueron retroalimentando" acotó.

Ante esta crisis han saltado en los últimos días críticas a la posición europea. Que tiene la guerra en el patio de su casa, enfrenta a su principal proveedor de energía y acepta los mandatos de Washington, a miles de kilómetros y sin consecuencias directas sobre su territorio, ni su economía.

Sobre la cuestión, el profesor Simonoff consideró que "el rol de Europa se ha visto desdibujado en la crisis, porque venía de un enfrentamiento muy fuerte con Estados Unidos durante la gestión de Trump con respecto a la OTAN, y había empezado a estudiar las posibilidades de tener cierta 'autonomía estratégica'. O sea, tomar distancia de Washington y conformar un polo de seguridad sobre la base de su propia agenda".

Pero Trump ya no está en la Casa Blanca. "Europa volvió y se sumó a los planteos de Estados Unidos, más allá de la heterogeneidad de intereses que existen entre ambos, que se notan en algunas medidas que se toman contra Rusia. La más clara en ese sentido es en materia energética" observó.

Según los últimos datos de Eurostat, la UE importa un 26,9% del petróleo desde Rusia, y Moscú también suministra el 46,7% del carbón. En ambos casos es el "socio" principal del bloque comunitario.

No cambia la cosa tampoco con el gas natural, del cual la Unión recibe de Moscú un 45,3%. En el caso de Alemania sube al 55%. "Europa hoy no puede darse el lujo de desprenderse de esa provisión de energía, cosa que Estados Unidos sí porque el impacto en su economía es de menos del 10%. Por eso no pueden tener una opinión unificada, si bien es cierto Europa se sumó a las sanciones económicas" dijo.

Esta confrontación de intereses, sin embargo, no jugaría a favor de Putín según el profesor Simonoff. Al contrario, podría haber derivado en un mal cálculo del presidente ruso: "Me parece que Putín pensó que las diferencias entre Europa Occidental y Estados Unidos iban a ser más grandes. Creo que fue errónea su evaluación de cómo iba a reaccionar el escenario internacional".

"De hecho en la las Naciones Unidas hubo una resolución contundente" recordó, aunque habló de una situación paradójica que se da con esta guerra.

"Hasta ahora, desde el fin de la Guerra Fría quienes más habían sido cuestionados por atentar contra el principio de integridad territorial y la soberanía fue el núcleo occidental, con las acciones que tuvieron lugar en la ex Yugoslavia, en Irak, en Afganistán, por ejemplo, y quienes habían defendido esos principios fueron Rusia, China y los países del Tercer Mundo" analizó.

Hoy estos roles están invertidos. "Rusia pasó a ser invasor, con el mismo argumento que Estados Unidos ha tenido en los otros casos, y el núcleo occidental supuesto defensor de la integridad territorial de Ucrania. Eso también desacopla a otro actor, que no mencionamos hasta ahora, que es China" advirtió.

Como socio estratégico de Rusia, su reacción no ha sido tan enfática según Simonoff. "Ha asumido una posición más equidistante y, si bien en la ONU no votó en contra de Rusia, tampoco lo hizo a favor, pero ha brindado algunos instrumentos para que Rusia pueda sortear esta situación económica" destacó.

"Hace dos o tres días salió una nota de Paul Krugman diciendo que no es posible que todo aquello que la economía rusa pierda por las sanciones de Occidente lo recuperaría en su alianza con China. Creo que es probable que no sea así. Rusia es dependiente de algunos insumos críticos de Occidente, y lo mismo ocurre a la inversa" consideró.

El profesor Simonoff apuntó a una provisión de Rusia a Estados Unidos: "La cohetería que utilizan los americanos depende de la provisión de los rusos y estos tomaron represalias como respuesta a las sanciones, lo cual puede generarle un daño a la industria aeroespacial y misilística. Esto revela el grado de interacción que existe en la economía" sostuvo.

Simonoff es doctor en Relaciones Internacionales por la UNLP; profesor adjunto en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UNLP); profesor titular de Política Exterior Argentina en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UCALP y profesor en la Maestría y Doctorado de Relaciones Internacionales de la UNLP.

El docente interpeló también a un actor siempre determinante, tanto en tiempos de paz como de guerra: los grandes grupos mediáticos occidentales. "Ha surgido una actitud muy monolítica, por lo menos en defender esta posición, y más allá de que los medios rusos no asumen una posición crítica, la decisión de cercenar a estas fuentes en Occidente genera una incapacidad muy grande para acabar de entender qué es lo que está ocurriendo al no poder evaluar toda la información en su contexto" reconoció.

"La 'rusofobia' ha operado muy fuertemente para sobrecargar las tintas sobre uno de los actores, que de hecho tiene una responsabilidad muy grande en estos acontecimientos. Le asignan una especie de maldad atemporal y eso no tiene el menor asidero" subrayó.

Esta guerra finalizará. Se dice que para los gobiernos estadounidenses sus aventuras bélicas se hacen insostenibles cuando la sociedad se revela contra el desfile de ataúdes provenientes del frente de batalla en sus bases militares.

¿En Rusia cómo sería la reacción de la sociedad frente a un desencadenante similar? "Por las informaciones a las cuales uno puede acceder, a diferencia de 2014 el grado de adhesión no es tan alto. Es cierto que siempre cuando los muertos llegan las acciones bajan, por eso en las guerras es tan riguroso el control de la información y de las imágenes, y no sólo en este caso. Lo es desde Vietnam para acá, pasando por la Guerra del Golfo y otros enfrentamientos mundiales" marcó.

La última pregunta para el profesor Simonoff fue lo que se interrogan hombres y mujeres de buena voluntad de habitan este planeta: ¿cuándo se terminará esta nueva locura de la humanidad? "Creo que el escenario está empantanado. Ojalá me equivoque. El miércoles hubo una señal alentadora en el discurso de Zelenski (presidente de Ucrania) con respecto a la cuestión de la OTAN y las regiones del oriente de su país, pero hoy (por ayer) los cancilleres de ambos países se reunieron en Turquía no hubo ningún avance".

"Creo que tendrá que haber alguna forma de arbitraje internacional, por un tercer país, por alguna organización, y que pueda garantizarse el fin de las hostilidades. Alguien seguramente va a perder; es lo que se llama 'suma cero'. Lo que gane uno lo va a perder el otro. Lo ideal sería un pensamiento lateral, salir por arriba del laberinto, pero no se me ocurre cuál podría ser la manera" admitió.