Por Rodrigo Fernández

Durante muchos años, Alejandro Potenza, director y guionista de teatro, había trabajado con adultos y cuando tuvo la posibilidad de poder hacerlo con niños y niñas le pareció interesante "explorar un poco ese terreno", dice en diálogo con FINDE. Ese fue el comienzo y el resultado fue "Ciudad Arlequín", un libro con el cual reunió todas las micro obras infantiles que escribió y dirigió entre los años 2015 y 2019. 

El libro, dice, "se empezó a gestionar casi sin darnos cuenta" y comenta que "a nosotros, a mí como generador de este proyecto y mi compañera Marianela Gutiérrez que siempre estuvo trabajando conmigo en el aula con los niños, esto hizo de que tengamos mayores posibilidades de amplificar esto que se fue dando". 

Recuerda que el primer año del proyecto teatro con niños y niñas "lo comenzamos sin escenario. El segundo año lo trabajamos generando un escenario en nuestro propio espacio, los niños fueron parte de ese proceso de crecimiento. Nosotros con los niños trabajamos, que está también reflejados en las obras, otras artes, como por ejemplo, los niños pudieron hacer música, canto, vestuario, maquillaje y todo lo que comprende a la cuestión edilicia de un escenario que fue creciendo". 

Un trabajo teatral intenso

"Fue de menor a mayor hasta el año 2019 que realmente terminamos con un escenario muy importante", dice el escritor, y reconoce que "este proceso pedagógico, que por supuesto nosotros lo gozamos, fue un proceso que nosotros realmente lo mantenemos permanentemente en el recuerdo. Porque eso mismo fue lo que generó esto". 

"Trabajar con los niños fue un proceso maravilloso y el libro refleja eso: lo que a mí me pasó frente a esta situación", afirma, y explica que para él fue como "internarme una vez más en aquel niño, que uno a veces lo tiene tan alejado. La posibilidad de trabajar con estos chicos a mí me amplificó y me acercó a esa situación, a esas emociones de niños de descubrir permanentemente. Así que a mí y a mi compañera nos pasó jugar con ellos y entender eso, eso que tiene que ver con las emociones, definitivamente". 

Alejandro explica que para él todo ese proceso tiene un concepto. "Yo lo llamo el concepto de nido porque estos niños trabajaban un primer año con una obra concreta, pero una obra bastante microobra, limitada en el tiempo donde ellos podían desarrollar estos trabajos y nosotros estábamos con ellos en el escenario, con nuestros personajes". 

"En un segundo año pasaba exactamente lo mismo, aunque era más compleja posiblemente, un poco más extensa la obra, y nosotros también los acompañamos en esa complejidad, en ese paso que fueron dando a través de los años", explica, y agrega que "la última idea de este concepto de nido radica justamente en la idea de que ellos sobre el final, en el último año, estén trabajando solos sobre el escenario y ya sean atravesados un poco por la dirección de un director bajo el escenario, debajo del escenario". 

Es por eso mismo que habla de que fue "un ciclo maravilloso, un proceso pedagógico genial que nos fue atravesado tanto a los docentes como a los estudiantes. Entonces, hay un impulso emocional que generó, que yo expliqué a través de estas obras, ese proceso tan maravilloso, tan bonito. Fue realmente bonito, donde todos lo disfrutamos. Así que bueno, fue un ciclo y ese ciclo lo trasladé a este libro", asegura. 

Sobre las obras que forman parte de "Ciudad Arlequín", dice que "las dos primeras están orientadas para posiblemente la educación inicial, teatro para niños muy pequeños, donde está muy presente la voz en off. Esto habilita a la acción del niño y a entenderse después con su diálogo un poco más seguro. Estamos hablando de niñitos muy pequeños, de 6-7 años". 

"Este libro tiene una cronología que va desde la primera obra que se estrenó hasta la últimas, que tienen un grado de complejidad".

"El libro creo que tiene eso, esa es la esencia del libro, algo que nos atravesó a todos, a los docentes, a los niños, y fue creciendo", dice y menciona que "lo impulsó el libro es emocional. No solamente mía, sino también de todos los niños que han trabajado y han participado de ese período", cuenta. 

Observación y escucha

"Escuchaba a los niños, los observaba en su descubrimiento lúdico y me incorporaba a ese mundo, a ese universo emocional. Yo creo que las obras nacieron ahí", dice, y confiesa que "nunca hubiera imaginado escribir sobre hadas y princesas", ya que siempre escribió para adultos. "De reinados, de circos errantes, de reinados musicales, de barcos que despegaban y volaban, de una Ciudad Arlequín, como lleva el título este libro, que es una juguetería donde todos los muñecos que cobran vida, nunca había imaginado eso". 

"A mí me atravesó justamente el mundo de estos niños que me acercaron a mí a esa posibilidad. Entonces, estas microobras apuntan a un trabajo colectivo a partir de eso, de escucharlos. Y de ahí, desplegaba todo con mi pluma, ese universo que ellos me dejaban, me transmitían".

"A mí me atravesó y al sentirme atravesado, por supuesto, que supe de qué hablar, de qué escribir. Así que la idea de este libro nace ahí, en algo que compartimos y que yo después me animé a ponerlo en este terreno literario, entendiendo que nunca me había atrevido a escribir para niños porque me parecía algo muy complejo. Me sigue pareciendo complejo", asegura, y apunta que "este libro está motivado por este universo emocional". 

Para Alejandro Potenza, "la imaginación es lo que definitivamente sustenta al juego, si lo trasladamos al plano físico, a la acción física. Creo que las herramientas que hoy utilizan los niños, los jóvenes, que tienen que ver con estas cuestiones más virtuales y demás, no empañan esa posibilidad". 

"Cuando ingresamos a un espacio que tiene que ver con el teatro, el desarrollo físico es fundamental para expresarnos desde ese lugar lúdico. Creo que hoy a los niños tenemos que tratar de ayudarlos a ingresar a ese espacio lúdico, expresivo, físico", dice, y asegura que "uno cree o ve que los niños están muy invadidos por estas cuestiones más virtuales y me parece que hay que abrirles un camino, hay que acercarlos al juego, a esa expresión que tenemos todos, que el adulto muchas veces, a través de su imaginación, es lúdico, es teatral, en la vida cotidiana juega y muchas veces no se da cuenta que está jugando". 

"Creo que el teatro es un arte que definitivamente jamás se va a perder, porque nosotros nacemos y descubrimos este mundo a través del juego. Desde niños hacemos eso", explica, y sostiene que "estamos atravesados justamente por el juego y es el mejor de los aprendizajes para mí".

Es sentido señala que "los niños hoy tienen acceso a otra información a través de las redes, a través de la virtualidad, pero el juego siempre va a estar, la expresión, la necesidad, el deseo de expresarme, el deseo de exponer, el deseo de algún modo trascender y no quedarme instalado en un lugar que puede ser muy útil".

Para el docente y director teatral, "los niños de hoy imaginan, por supuesto, en su universo, que es distinto al que imaginaba yo en mis épocas. Pero que el juego y la expresión y lo que estos niños expresaron jugando conmigo en estos años fueron el fruto de este libro".

"Creo que tenemos que estimular a los jóvenes a volver a esa motricidad fina, a ese juego con elementos, a esos juegos con la imaginación, trasladarlos en las distintas posibilidades plásticas, teatrales y las que sean, me parece que es necesario para la formación de este futuro adulto, entregarles todas las posibilidades de juego, más allá de estas cuestiones que tienen que ver con la virtualidad y con todo este tipo de cuestiones que me parece que están y que son herramientas que todos utilizamos". 

Para el guionista teatral, su etapa de trabajar con chicos ya es un ciclo cerrado. "Soy bastante de andar cambiando rumbos, pero en este caso fue un ciclo que sí, ya se cumplió por muchas razones. Primero porque, bueno, estoy más abocado a escribir y mi desarrollo va por ese lado y por ahí un poco de dirección teatral, un poco volver yo a las tablas".

Por otro lado explica que al ser uno "bastante grande, y el compromiso físico a mí me gusta tenerlo siempre trabajando con los niños, estar ahí, hay algunos impedimentos que no hacen de que yo pueda desarrollar ese trabajo como a mí me gustaría". 

"Se cerró un ciclo y yo estoy bien con eso, lo disfruté mucho... Las obras por supuesto me encantaría que alguien las pudiera representar, pero veremos en un futuro qué pasa con estas obras".

Un proceso genial

"Debo agradecer especialmente a la editorial en la que publiqué mi libro, que realmente me ha ayudado muchísimo en este proceso, que no es tan sencillo como uno lo ve", reconoce, y comenta que ya tuve una primera presentación con muy buen recibimiento entre lectores, colegas y gente que lo acompañó de forma directa en el proceso de llevar a cabo el libro.

Ahora se prepara para una nueva presentación en el Centro Cultural Municipal San José el domingo 11 de junio a las 17 horas. 

"Estoy feliz con lo que está produciendo este libro y voy a seguir presentando el libro en la ciudad y también en otras ciudades, para tratar de acercar a la gente este libro que tiene un contenido muy emocional de un proceso pedagógico que nos fue sorprendiendo a todos, estudiantes y profesores".